VIAJES POR EL MUNDO (39) : RESIDENCIAS DE MOSCÚ

 

 

“La mansión está construida alrededor de un gran patio donde se recoge la basura y se almacena  la leña. — describía el poeta Batiushkov en el siglo XlX —; más atrás  hay un huerto con verduras, y en el frente un gran porche enrejado, como los que había en las casas de campo de nuestros abuelos. Al entrar en la casa, uno se encuentra con el portero jugando a las cartas, lo hace desde la mañana hasta la noche. Las estancias no están empapeladas; las paredes están cubiertas con grandes cuadros ; de un lado retratos de zares rusos, del otro una pintura de Judith sosteniendo la cabeza cortada de Holofernes en una bandeja de plata de gran tamaño; maravillosas creaciones hechas por algún sirviente doméstico. Vemos la mesa dispuesta con tazones de sopa de col, puré de guisantes dulces, setas horneadas y botellas de “kvas”. El anfitrión está vestido con un abrigo de piel de carnero; la anfitriona con una capa. En el lado derecho de la mesa está el sacerdote de la parroquia y el profesor de la parroquia; a la izquierda, una multitud de niños, el viejo hechicero, una madame  francesa y un preceptor alemán.”

 

 

 

(Imágenes—: 1— Arkhangelelskoye/2- niebla en un estanque de Moscú- Wikipedia)

HOJAS CAMBIANTES Y HOJAS MARCHITAS

 

 

“La mayoría confunde las hojas cambiantes con las marchitas—decía Thoreau —, como si uno confundiera las manzanas maduras con las podridas. Creo que cuando una hoja cambia de un color a otro más subido, da prueba de que ha llegado a una perfecta y última  madurez. Por lo general, son las hojas más bajas y las más viejas, las que primero se transforman. Pero así como el insecto de colores brillantes vive poco, así las hojas maduras no pueden menos que caer.(…) Las flores no son más que hojas de colores, y los frutos, sólo las que maduran. La parte comestible de la mayoría de las frutas es, como dicen los fisiólogos, el tejido carnoso de la hoja a partir de la que se forman. Nuestro apetito suele limitar nuestro concepto de la madurez, con sus fenómenos de color, suavidad y perfección, a las frutas que comemos, y solemos olvidar que la naturaleza madura una inmensa cosecha que no comemos y apenas usamos. En los alrededores y dentro de nuestras ciudades, todos los años se celebra otra exposición de frutas a escala infinitamente mayor que las de las ferias anuales, frutos que sacian sólo nuestra hambre de belleza.

 

 

(…) Un hombre puede correr y pisotear plantas que le llegan a la cabeza sin enterarse de que existen, a pesar de que las siegue a toneladas, las esparza por sus establos y alimente con ellas a su ganado durante años. Sin embargo, si se detuviera a observarlas, se sentiría cautivado por su belleza. Hasta la planta más humilde , o hierbajo, como solemos llamarlas, está allí para expresar alguna idea o estado de ánimo nuestro… ¿Pero cuánto tiempo  pasan allí en vano? He recorrido esos grandes pastizales tantos agostos y, a pesar de todo, jamás reconocí esas compañeras violáceas que tenía delante. Las rocé , las pisé  y ahora, al fin, se alzan ante mí y me bendicen. La belleza y la riqueza auténticas suelen ser baratas y despreciadas. El Cielo podría definirse como el lugar que los hombres evitan  ¿Quién puede dudar de que esas plantas, que el agricultor ni siquiera advierte, se sientan compensadas de que uno repare en ellas? Puedo decir que nunca las había visto antes, pero, cuando me acerqué a mirarlas cara a cara, me obsequiaron con un resplandor morado de años anteriores. Y ahora, cada vez que voy allí, apenas veo otra cosa.”

 

 

(mágenes —1-Ernest Bieler- 1909 / 2-Gyorgy Kepes- 1930 -museo de bellas artes- Boston / 3-Arkhangelskoye -1983)