EVOCAR LOS ABRAZOS

 

Ahora que se hace tan difícil abrazar leo en el gran Diccionario combinatorio del español contemporáneo cómo Ignacio Bosque, su director, reúne las redes casi innumerables de tantos abrazos.

Abrazamos abiertamente, afectuosamente, amorosamente, armoniosamente, cariñosamente, abrazamos con entusiasmo, cordialmente, efusivamente, fraternalmente, fuertemente, intensamente, sin reservas, y nuestro abrazo es afectuoso, apasionado, cálido, caluroso, cariñoso, conmovedor, cordial, efusivo, emocionado, emotivo, entrañable, formal, fraternal, fuerte, grande, intenso, sentido, uno puede deshacerse en abrazos, enviar abrazos, fundirse en un abrazo, mandar un abrazo, prodigar un abrazo, recibir un abrazo.”

Las palabras se están llevando los abrazos todos estos meses pero un día volverán.

(Imagen— foto Justin Lane- epatime)

BESAR Y ABRAZAR

 

Ahora con la pandemia se han limitado en todo el mundo los saludos tradicionales de abrazos y besos que se habían extendido durante siglos en cada sociedad. La preocupación por el contacto físico y la obligatoriedad de usar la mascarilla  alejan aquellos movimientos cordiales y afectuosos a los que estábamos acostumbrados. Los besos y abrazos, sin embargo,  se han multiplicado  en el tiempo.  Como recuerda Jean Chevalier en su “Diccionario de los símbolos”, en la antigüedad se abrazaban los pies y las rodillas de los reyes, de los jueces y de los hombres poderosos: con eso intentaban darles  una reputación de santidad. Y se abrazaba también a las estatuas a fin de implorar su protección. En la Edad Media y en el derecho feudal, el vasallo tenía que besar la mano de su Señor:  y de ahí nace  la expresión “besamanos”. El beso ha sido siempre signo de concordia, de respeto y de amor. Ya en el Génesis era costumbre darse un beso al saludarse y despedirse padres e hijos, así como entre parientes próximos y entre buenos amigos. Naturalmente el beso expresaba el amor conyugal, como así lo recuerda el Cantar de los Cantares.  En el libro de los Reyes, en el de Job y en el  profeta Oseas, el beso pertenecía también al ceremonial cortesano en presencia de huéspedes ilustres y de personas reales;  en este último caso, como refieren los Salmos, se besaba a la persona misma o a su cetro. Se cree que el acto de besar a los huéspedes procede de Grecia. El beso como signo de honor era muy usado entre los rábinos y los cristianos se saludaban, como así lo atestigua  varias veces San Pablo, con el ósculo santo.

 

(Imágenes—1- Joan Miró: constelaciones en el amor de una mujer/ 2-Stanco Abadzic)