«Toda Venecia gritaba de color demasiado cerca de él – señala Luigi Dami al hablar de la pintura italiana del Seicento e Settecento -, y Canaletto halló allí el vehículo de la luz, que a veces se estanca en el aire, prisionera de vapores húmedos, como un velo entre nosotros y la visión de las cosas. La vida de las piedras rubias, bajo la luz, sobre la extensión de las aguas, entre salsedumbres de mar y respiración de la laguna, fue el tema dominante de su pintura. Sus pastas llevadas al grado de sutileza de una epidermis, y como ella porosas, como ella sedosas incluso en las rugosidades apenas surcadas por el pincel, llenaron como tejidos vivos los recuadros de los telares de dibujo. Pero para las cosas menudas que la perspectiva no encuadra en sus rasgos – una góndola que se desliza, un pordiosero en un escalón, un mástil que oscila, una vela que se afloja, un puente derrumbado -, encuentra acentos de briosa desenvoltura que admira si no hemos reparado en lo que hay de vivido y contenido en el aplanamiento y chatura de sus escenarios de casas.»
Toda una prosa que envuelve a la crítica y que va y viene por la superficie de la pintura, va y viene por el agua de los canales en una Venecia tantas veces retratada por el arte. Ahora – mirando a Canaletto – se puede contemplar en Venecia y en soledad (hasta el 27 de diciembre) su gran cuadro «La entrada al Gran Canal, con la iglesia de la Salud» que pintara en 1744. Todos los enfoques, todos los ángulos. pueden admirarse en un momento único. Es la Venecia actual como fondo de la Venecia de siempre. «Toma el vaporeto que recorre el Gran Canal – nos aconseja Tiziano Scarpa en «Venecia es un pez» (Minúscula) -, por si no bastaran los cuatro kilómetros de palacios que flanquean la S formada por el agua, al final el canal desemboca en Bacino San Marco. Acabas de dejar a tus espaldas la basílica de Santa María de la Salud..», y allí, ante la iglesia y entre las aguas el ojo de Canaletto dispone las grandes masas de sombra y de luz.
Contemplar un cuadro en absoluta soledad es una experiencia inolvidable. Recuerdo hace años (con motivo de estar preparando un libro) haber entrado de noche – tras laboriosos permisos correspondientes – en el Museo del Prado. Visité a Goya de diez a once de la noche, con el museo vacío. Me acompañaba únicamente un conserje que me iba iluminando las salas y me dejaba contemplar. Era la pintura y yo en un largo instante de silencio total. Algo que nunca olvidaré.
http://www.canalettovenezia.it/
(Imágenes:- 1.- Canaletto.-«La entrada al Canal Grande, con la iglesia de la Salud».-1744.-Castillo de Windsor, colecciones reales/ 2.- el cuadro de Canaletto tal como está actualmente colocado en Venecia.- elmundo.es)