SCIASCIA Y PICASSO

 

 

“La grandeza de Picasso no está, por decirlo de manera aproximada – dice Sciascia enNegro sobre negro”-, en la vanguardia, sino en la tradición. O sea: no contempló el futuro sino el pasado, lo que ya había sido hecho y que él, con su grandísimo y febril talento, ya no podía hacer. Podía únicamente disgregar, descomponer, deformar muchas veces con ironía, otras con desprecio, siempre con la rabia de haber llegado cuando ya todo había sido hecho. Recorrió así toda la historia del arte, y también todo el arte sin historia. Y dijo sobre el hombre, sobre el pasado del hombre, reinventándolo, rehaciéndolo, todo aquello que hoy niegan los imbéciles.”

 

 

(Imágenes -1-Sciascia – milanocultura/2- Picasso por Irwing Penn – 1957;- the New york times)

LO DICHO Y LO HECHO

gentes.-59h.-foto Tommy Ingberg

Leo en Leonardo Sciascia:  en su libro «Negro sobre negro«:

«Seré un moralista, y por consiguiente un qualunquista, pero me parece que los males concretos de nuestro país nacen todos ellos de una inveterada y continua doblez, de un vasto e inagotable juego de la doble verdad que partiendo de arriba sólo se detiene allí donde la verdad no puede permitirse el lujo de ser doble, y es una, inequívoca: la de la pobreza, la del dolor. Y es precisamente un juego que puede seguir desarrollándose y propagándose durante años, durante decenios, gracias al hecho de que detritos y venenos acaban abajo, sumando miseria a la miseria, sufrimiento al sufrimiento.

Al margen, pues, de esta verdad que está en el fondo, que hay que soportar y sofocar, no hay cosa o acción en nuestro país que no esté viciada de doblez. Es una doblez propiamente «constitucional», que brota del poder y se multiplica en perfecta circularidad, retornando al poder como linfa nueva, depurada, como hemos dicho, de aquellos detritos y venenos que acaban abajo.

(…) El político que en privado considera innoble una persona, un hecho y que una hora después, en el Parlamento, habla de la nobleza de aquella persona, de aquel hecho. El burgués que vive como burgués y profesa y proclama el odio a la burguesía. El profesor que honra en su corazón la imagen del carabinero montado a caballo y manifiesta su amor por la guardia roja. La derecha que sabe (y toma) lo que hace la izquierda. La izquierda que sabe ( y toma) lo que hace la derecha.

(…) Me parece que nunca ha habido una época como la actual en esto de dar más importancia a lo dicho que a lo hecho. Basta que uno de la retaguardia afirme ser de la vanguardia para que sea vanguardista; que un reaccionario diga que es partidario de la revolución para que sea un revolucionario; un canalla afirma ser defensor de la honestidad, y es honesto. Y si no se vuelve a pedir a las personas una declaración precisa de lo que son, de lo que hacen, de cómo viven; si no se vuelve a juzgar una acción por lo que es, sin pararse a considerar si fue hecha con la mano izquierda (que sabe lo que hace la derecha) o con la mano derecha (que sabe lo que hace la izquierda), temo que ninguna reforma o revolución consiga sacar a la proverbial araña del proverbial agujero».

gentes.-tgbnnn.-Tommy Ingleg

(Imágenes.-1 y 2. Tommy Ingberg)

«A LA LECTORA DESCONOCIDA»

«Descubro en una librería de viejo – cuenta el siciliano Leonardo Sciascia en su «Diario» – «Negro sobre negro» (Bruguera) -, un ejemplar de «La condición humana» de André Malraux con esta dedicatoria autógrafa: «A la lectora desconocida«. Bajo la firma, tal como Malraux suele hacer, hay un dibujito de pocos trazos, un pájaro que se parece al avestruz de las ediciones Einaudi.

Es un ejemplar de la 40 edición, 1933. Pero la particularidad casi increíble, y que todavía hace más misteriosa la dedicatoria, es la siguiente: está sin abrir. En cuarenta y tres años no ha encontrado «a la lectora desconocida«. Y considerando – prosigue Sciascia – que también yo lo dejaré sin abrir  ( ¿ y cómo podría atreverme a cortar las páginas, si soy un lector, y sería además un relector ?), el libro se ha convertido en un monumento a la lectora desconocida, a la lectora que no leerá nunca. Se ha convertido, en suma, en un apólogo y un símbolo, ha entrado en la circularidad del libro que persigue a su lector, y que nunca lo alcanza. (…) Hemos llegado al único, exclusivo lector: es inalcanzable».

Es casi el germen de un cuento.

Veo en silencio el estante donde reposa alineado este  libro permanentemente cerrado y dedicado a la «lectora desconocida» y veo  también acercarse a esa lectora desconocida que duda si tocar o no ese misterioso libro. Al fin prefiere alejarse. Nunca descubrirá que esa dedicatoria estaba destinada únicamente para ella.

(Imágenes:- 1.-Madame Hessel.- Edouard Vuillard.-1904.-the athenaeun org/ 2.-Alexander Deineka.-1934/ 3.-Lord Frederic Leighton.-1877.-impact nbseminary com)