AÑO DE CERVANTES (2) : Y AL FONDO, LA MÚSICA

 

Cervantes-iun- La Gitanlla- monumento a Cervantes- Madrid- wikipedia

 

La música rodea a muchas obras de Cervantes. Como ha estudiado brillantemente Miguel Querol, entre escena y escena de las novelas cervantinas suena siempre la música, sea para simplemente regocijar y distraer, sea para intensificar el espíritu de la acción. La protagonista de La Española Inglesa, por ejemplo, recibe una conveniente educación, «pero en lo que tuvo extremo – escribe Cervantesfue en tañer todos los instrumentos que a una mujer son lícitos, y esto con toda perfección de música, acompañándola con una voz que le dio el cielo tan extremada, que encantaba cuando cantaba».

 

Cervantes- ny- El celoso extremeño- kedin es

 

En El celoso extremeño Cervantes recuerda también que en su tiempo estaban en boga canciones como «La estrella de Venus», «Por un verde prado» o»A los hierros de una reja«. Uno de los personajes toca y canta zarabandas, seguidillas, acabando las escenas musicales con el canto de las coplas de «Madre, la mi madre, guardas me ponéis«, «que entonces andaban muy válidas en Sevilla«.

 

Cervantes- bhy- Persiles y Sigismunda - museocasanataldecervantes org

 

En Persiles y Sigismunda, por otro lado, un personaje es un músico cantor y, sobre todo un gran maestro de danzar. Igualmente otro personaje  posee «la mejor voz del mundo» y canta largas estancias a la Virgen de Guadalupe. Allí, en el casamiento de Leonora, «hundíase el templo de música, así de voces como de instrumentos«. En ese libro, donde hay fiestas militares o civiles, allí hay instrumentos bélicos  y alegres. Manuel de Sosa aparece como un soldado y cantor portugués de fama. Al compás de los remos, y por fondo instrumental los arrullos de las brisas marinas, como recuerda Querol, se escuchan cantos tan bellos como los sonetos «Mar sesgo, viento largo, estrella clara» o «Huye el rigor de la invencible mano».

 

 

Cervantes- bht- la ilustre fregona- abc es

 

Las danzas y bailes evolucionan sus ritmos en las obras de Cervantes. Ahí están entre otros la zarabanda, la seguidilla, el zambapalo, la gallarda, la jácara, el contrapás, la morisca, la chacona, el turdión. Y entrelazados en las páginas la variedad de múltiples instrumentos: vihuela, guitarra, arpa, silbato, órgano, clavicémbalo, chirimía, dulzaina, gaita zamorana,

 

Cervantes-eddt- Coloquio de los perros- dibujo de Antonio de Sancha- mil setecientos ochenta ytres- wikipdia

 

zampoña, corneta, clarín, cuerno, tamboril, cencerro, cascabeles, panderos, sonajas, matracas, castañetas, flauta, pífano o laúd, entre muchos otros.

 

Cervantes-nede- La española inglesa-rtve es

 

Pero el oído de Cervantes no se detiene solamente escuchando romances y danzas. Además del elogio que dedica a la voz humana, la música de la naturaleza, «que de diversos géneros de pájaros en riquísimas jaulas – dice en el Persilesestaban haciendo una confusa, pero agradable armonía»; y lo mismo los pájaros en El Quijote, cuando «con sus harpadas lenguas saludan con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora».

 

Cervantes- bhyi- Rinconete y Cortadillo- monumento a Cervantes en la Plaza de España- Madrid- wikipeda

 

(Imágenes.- 1.-La Gitanilla- monumento a Cervantes en Madrid- Wikipedia/ 2.-El celoso extremeño- lidekin/ 3.-Persiles y Sigismunda- museonacionaldeCervantes/ 4.-La ilustre fregona/ 5.-Coloquio de los perros- dibujo de Antonio de Santis/ 6.-La española inglesa- RTV/ 7.-Rinconete y Cortadillo- Plaza de España de Madrid- Wikipedia)

VIEJO MADRID (7) : HACIA CERVANTES

Café Central.-2

Cuando uno bordea la madrileña Plaza de Santa Ana y llega hasta la cercana Plaza del Angel  allí encuentra el Café Central con el mejor jazz – según dicen – que ha habido siempre. cafe central.-Sam Rivers.

cafe central.-3,.Mohammad, Montoliú Van de Geyn

En esta Plaza del Angel recuerda Répide-estaba el oratorio y convento de San Felipe Neri y aquí quedaba una callejuela hoy desaparecida que se llamaba del Beso. Mis pasos van ahora por la calle de Huertas – llamada así por las que en gran número ocupaban estos arrabales de Madrid  hace varios siglos- y allí mi cámara se detiene en el número 7, ante esta farmacia sobre cuya cruz iluminada reza esta petición: «Aparta, Señor, de mí, lo que me aleje de Tí«.

Calle Huertas 7.-Aparta, Señor de mí, lo que me aleje de tí.-Farmacia.-diez agosto 2009

Pienso que por estas calles caminaron grandes hombres de las Letras y aquí, en julio de 1614, se podía ver a Cervantes, en una casa donde se había mudado hacía tres años. Seis veces cambió de vivienda Cervantes en Madrid: dos veces en la calle de la Magdalena; en otra ocasión en una casa cercana al palacio donde había vivido el Príncipe Negro; y en otra, en una vivienda cercana al Colegio Imperial de los Jesuitas. Al fín, iría a parar a la calle hoy de su nombre, en la casa que hace esquina con la calle del León. Allí me detengo ;calle de Cervantes.-A.-placa sobre Cervantes.-10-8-2009 ante este portal, sobre el que una placa recuerda al autor del «Quijote«, evoco su pobreza en las mudanzas: apenas un par de camas y tres o cuatro sillas, la mesa para escribir, dos docenas de libros, algunos utensilios de cocina y algo de ropa blanca, tanto de cama como de vestir. En noviembre de 1615, su obra cumbre está en la calle; medio año más tarde, la enfermedad que le atenaza acabará con su vida.

En el prólogo a su obra póstuma, «Los trabajos de Persiles y Sigismunda«, Cervantes nos cuenta cómo, en marzo de 1616 -agotado por el esfuerzo, enfermo de hidropesía, con problemas en el sistema circulatorio -, es decir,  encontrándose cada vez más maltrecho por tantos vaivenes de la vida, vuelve desde Esquivias, el pueblo de su mujer, a Madrid. En el camino se le acerca un apasionado admirador, (lo que hoy llamaríamos un «fan«). Montado en su burrilla, «un estudiante pardal  -lo describe Cervantes -, porque todo venía vestido de pardo, antiparras, zapato redondo y espada con contera, valona bruñida y con trenzas iguales» da voces a Cervantes y a los que con él van, para que le esperen y le permitan ir en su compañia. Alguien de la comitiva le explica al estudiante quién es el que viaja. «Apenas hubo oído el estudiante el nombre de Cervantes – sigue contando el gran escritor -, cuando, apeándose de su cabalgadura, cayéndose aquí el cojín y allí el portamanteo, que con toda esta autoridad caminaba, arremetió a mí, y acudiendo a asirme de la mano izquierda dijo:

Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre, y finalmente el recocijo de las musas!».

A lo que el autor del « Quijote» contestaría:

Yo, señor, soy Cervantes, pero no el recocijo de las musas, ni ninguna de las demás baratijas que ha dicho. Vuesa merced vuelva a cobrar su burra, y suba, y caminemos en buena conversación lo poco que nos falta del camino«.

Cervantes.-por Juan de Jauregui.-biografías y vidas

En todo eso estoy pensando ante el portal de esta casa.  Voy caminando por el viejo Madrid, como lo estoy haciendo a través de Mi Siglo en otros paseos anteriores: La bohemia de Alejandro Sawa,  la Plaza de Oriente, la casa de los Lujanes, Plaza Mayor, pequeñas plazas históricas, y ahora este andar hacia Cervantes que al final de su vida nos despide:

«¡Adiós, gracias, adiós, donaires; adiós, recocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!».

(Imágenes:-1.-Café Central.-foto JJP/ 2.-Sam Rivers.-cafecentralmadrid.com/3.-Mohammed, Montoliú & Van de Geyn.-cafecentralmadrid.com/ 4.-calle Huertas.-foto JJP/5.-casa de Cervantes en la calle de Cervantes.-foto JJP/ 6.-Miguel de Cervantes.-biografíasy vidas)

LANZA – OLIMPIADAS ( 17 )

«Asió luego de una pesada barra que estaba hincada en el suelo, porque le dijeron que era el tirarla el cuarto certamen; sopesóla, y haciendo de señas a la gente que estaba delante para que le diesen lugar donde el tiro cupiese, tomando la barra por la una punta, sin volver el brazo atrás, la impelió con tanta fuerza, que, pasando los límites de la marina, fue menester que el mar se los diese, en el cual bien adentro quedó sepultada la barra».

Miguel de Cervantes: «Los trabajos de Persiles y Sigismunda»  (1617)

CARRERAS – OLIMPIADAS ( 8 )

«Cuatro corredores mancebos, ágiles y sueltos, tenían los pies izquierdos delante y los derechos alzados, que no les impedía otra cosa el soltarse a correr sino soltar una cuerda que les servía de raya y de señal, que en soltándola habían de volar a un término señalado, donde habían de dar fin a su carrera…

Dobló la rodilla el hermoso mancebo e inclinó la cabeza en señal de crianza y agradecimiento, y en dos brincos se puso ante la cuerda que detenía a los cuatro ligeros corredores…

Sonó una trompeta, soltaron la cuerda y arrojáronse al suelo los cinco; pero aún no habrían dado veinte pasos, cuando, con más de seis, se les aventajó el recien venido, y a los treinta, ya los llevaba de ventaja más de quince; finalmente, se los dejó a poco más de la mitad del camino, como si fueran estatuas inmóviles, con admiración de todos los circunstantes».

Miguel de Cervantes: «Los trabajos de Persiles y Sigismunda» (1617) 

(Imágenes: Usain Bolt.-foto Jewel Samad.-agence France-Presse.-Getty Images.-The New York Times/ Tyson Gay.-foto Doug Mills.-The New York Times)

OLIMPIADAS (1)

«Los reyes, por parecerles que la melancolía en los vasallos suele despertar malos pensamientos, procuran tener alegre el pueblo y entretenido con fiestas públicas y a veces con ordinarias comedias; principalmente solemnizaban el día que fueron asuntos al reino con hacer que se renovasen los juegos que los gentiles llaman Olímpicos, en el mejor modo que podían. Señalaban premio a los corredores, honraban a los diestros, coronaban a los tiradores y subían al cielo de la alabanza a los que derribaban a otros en la tierra.

Hacíase este espectáculo junto a la marina, en una espaciosa playa, a quien quitaban el sol infinita cantidad de ramos entretejidos que la dejaban a la sombra; ponían en la mitad un suntuoso teatro, en el cual, sentado el rey y la real familia, miraban los apacibles juegos».

Miguel de Cervantes, «Los trabajos de Persiles y Sigismunda».

(Imagen: pekin08.es)