ANTE EL MUSEO

arte.-tunj.-la novia judía.-Rembrandt.-1665-Rijksmuesum

Sentado ante «La novia judía» de Rembrandt, Vincent van Gogh, en el otoño de 1885, se queda embelesado. Como cuentan en su «Van Gogh» Steven Naifeh y Gregory White Smith  (Taurus), quien firmaría años más tarde «Los girasoles» «llevaba un abrigo de pelo mojado y un gorro de piel que se negaba a quitarse. «Parecía un gato mojado», recordaría un visitante del Rijksmuseum. Bajo el gorro empapado asomaban la cara quemada por el sol de un marinero y una barba roja revuelta. Más de un visitante pensó que parecía un «trabajador del metal».

pintores.-5ggb.-Van Gogh.-carta a Theo .-julio 1882

«!Qué cuadro más íntimo e infinitamente amable!», escribiría Vincent después. Anton Kerssemakers, que se había unido a Vincent durante parte del viaje a Ámsterdam, siguió visitando el museo sin él. «No había manera de sacarle de allí», recordaría después. Cuando volvió más tarde, Vincent aún seguía allí. A ratos se sentaba, a ratos se quedaba de pie, en ocasiones juntaba las manos como si estuviera en piadosa oración. En un momento dado observaba el cuadro muy de cerca, después retrocedía y apartaba a la gente de su línea de visión.»

Ahora que el Rijksmuesum abre sus puertas tras una década de restauración, emociona ver a este singular visitante arrobado ante el gran Rembrandt o ante Hals, aprendiendo de todos los matices. «Las paredes del museo estaban llenas de oscuras ventanas repletas de la imaginación de los maestros – cuentan los biógrafos de Van Gogh -; las exploraciones veladas y profundamente misteriosas de lo sublime, y de sí mismo, de Rembrandt; la deliciosa documentación que hace Hals de la condición humana: pícaros soldados,

arte.-tbhu.-Frans Hals.-el alegre bebedor.-Rijksmuseum

bebedores de mejillas sonrosadas, novios poseídos de amor y sus alegres novias, burgueses satisfechos consigo mismos y sus mujeres hartas del mundo. (…) Tras esa visita de 1885, Vincent había guiado a su pincel por el milagro de ejecutar la pintura y el mandato de trabajar «deprisa», como Rembrandt, para obtener una imagen de «sentimientos nobles e infinitamente profunda«.

arte.-tgio.-Gerard van Honthorst.-el alegre músico.- Rijksmuesum

Liberado al comprobar que ni Rembrandt ni Hals «expresaban las verdades literalmente«, Vincent exigió después su derecho a «idealizar, a ser un poeta» y a dejar que sus colores «hablaran por sí mismos.»

arte.-rtved.-La ronda de noche de Rembrandt en su lugar original.-cortesía del Rijksmuseum

(Imágenes.-1.-«La novia judía» de Rembrandt- 1666.-Rijksmuseum/ 2.-carta de Vincent Van Gogh a Theo en 1882/ 3.- Frans Hals.-«El alegre bebedor».-Rijksmuseum/4.-Gerard van Honthorst.-«El alegre músico».-Rijksmuesum/ 5-«La ronda de noche» de Rembrandt en su lugar original.-cortesía del Rijksmuseum)

¿QUÉ ES UNA OBRA MAESTRA? ( y 2)

«Las obras maestras – recordaba  Dominique Vivant Denon – son los guardianes silenciosos del misterio del arte».

Cuadros como «El jardín de las delicias», «Las Meninas», «La ronda de noche», «Los girasoles» o «Las señoritas de Avignon«, entre muchos otros, han sido considerados por varios autores como obras maestras y ese «misterio del arte» lo llevan consigo.

«Las artes tienen un desarrollo – comentaba Matisseque no viene sólo de un individuo, sino de toda una fuerza adquirida en la civilización que nos precede. No se puede hacer cualquier cosa. Un artista dotado no puede hacer lo que fuere. Si no empleara más que sus dones no existiría. No somos dueños de nuestra producción; la producción nos es impuesta».

“Si cuando Van Gogh estaba pintando se hubiese controlado el flujo de sangre en sus venas – señaló un crítico japonés en 1912 al ver el cuadro de «Los girasoles» -, sin duda se habrían registrado las mismas ondulaciones que encontramos en su pintura“. Así lo recuerda Neil MacGregor en uno de los estudios que completan el volumen conjunto “¿Qué es una obra maestra?” (Crítica).

» Ante la obra maestra de todas las obras maestras de nuestros días, conocemos que «Los girasoles» de Van Goghsegún opinión de MacGregor -, tenía que ser una expresión de gozo y de alegría. Lo pintó para celebrar la llegada de su amigo Gauguin a la Provenza y demostrar con ello toda la satisfacción que le producía dicho acontecimiento. Pero nos obsesiona de tal manera la personalidad del artista, la personalidad angustiada de Van Gogh, que queremos encontrar sin falta en él, como en todos sus cuadros, las huellas, los indicios de la angustia que sufrió.(…) El cuadro se convierte no sólo en indicio del sufrimiento redentor del artista sino, en cierta medida, en una reliquia de dicho sufrimiento».

«Los girasoles avanzan – le escribía Vincent Van Gogh en agosto de 1888 a su hermano Theo -, hay un nuevo ramo de 14 flores sobre fondo amarillo verde, es pues exactamente el mismo efecto que una naturaleza muerta de membrillos y de limones que tú tienes ya, pero en los girasoles la pintura es mucho más simple».

(Imágenes:- 1.-Géricault.-La balsa de la Medusa.-1818- 1819.-Louvre/ 2.-Watteau.- Lémbarquemente por Cythere.-Louvre/3.-Henri Matisse.-vista de Collioure.-1905.-L´Hermitage.-San Petersburgo/ 4.-Van Gogh.-florero con quince girasoles.-1888.- National Gallery)

REMBRANDT Y GREENAWAY

» Habiendo pintado Rembrandt una gran tela, «La ronda de noche«, que fue puesta en la sede de los Caballeros forasteros, en los que había representado un grupo de una de aquellas Compañías de Ciudadanos – escribía Filippo Baldinucci en Florencia -, ganó tanto renombre que nunca lo tuvo mayor otro artífice de aquellas tierras. Y la razón, más que ninguna otra, fue que entre las demás figuras había mostrado en el cuadro a un capitán con el pie alzado en actitud de caminar y con una partesana en la mano, tan bien conseguida en perspectiva que, no siendo en la pintura más larga de medio brazo, aparecía en toda su longitud desde cualquier punto que se la mirase; pero el resto resultó confuso y embadurnado, de manera que poco se distinguían las demás figuras unas de otras, aunque fueran hechas con mucho estudio del natural. Por esta obra, que por ventura suya fue entonces ensalzada, obtuvo cuatro mil escudos, que alcanzan a sumar unos tres mil quinientos de nuestros Toscanos.

En Rembrandt, su rostro, de aspecto feo y plebeyo, iba acompañado de un modo de vestir desaliñado y sucio, pues tenía la costumbre de limpiarse los pinceles con los vestidos. Cuando trabajaba, era capaz de negarse a recibir al más grande monarca de la tierra, quien hubiera tenido que volver una y otra vez hasta encontrarlo sin labor entre manos. Visitaba a menudo los sitios donde se efectuaban subastas y adquiría abundantes vestidos usados y viejos, siempre que le parecían raros y pintorescos; y después, aunque a veces estuvieran sucios hasta la inmundicia, los colgaba en las paredes de su estudio, entre las bellas galas que también le gustaba poseer, como toda clase de armas antiguas y modernas, flechas, alabardas, sables, cuchillos y cosas parecidas: innumerable cantidad de dibujos exquisitos, de grabados y medallas y otros objetos que él pensaba podría necesitar alguna vez un pintor». (Filippo Baldinucci, «Notizie de professori del disegno da Cimabue in qua«.- Florencia, 1681 -1728).

«Estuvo durante años tan cargado de trabajo que los clientes tenían que esperar largo tiempo para conseguir un cuadro, aunque, sobre todo en los últimos años de su vida, trabajara tan aprisa que sus cuadros, mirados de cerca, parecieran ejecutados con brocha de albañil. Por tal motivo, a los visitantes que deseaban ver los cuadros de cerca los disuadía con estas palabras: «¡El olor de los colores te haría daño!». En sus lienzos pueden verse piedras preciosas y perlas de collares ejecutadas con empaste tan denso que parecen trabajadas en relieve; y es a causa de esta forma de pintar por lo que sus cuadros producen tan poderoso efecto aunque se contemplen desde gran distancia». (Arnold Houbraken, Amsterdam, 1718-1720).

Ahora, el director inglés Peter Greenaway estrena en España «La ronda de noche«. Entrarán en el cuadro de la pantalla el capitán Frans Banningh Cocq, en el centro y en primer término, vestido de negro; junto a él, de amarillo y con las armas de Amsterdam bordadas en la casaca, el lugarteniente Willem van Ruytenburch van Vlaerding; al fondo, a la izquierda, desplegando la bandera de la compañía, azul y anaranjada, con el escudo de la ciudad, el abanderado Jan Visscher Cornelissen; sentado en el pretil del puente, a la izquierda, con yelmo y alabarda, el sargento Reynier Engelen, y así todos y cada uno de los personajes de esta «ronda de noche», con las enigmáticas figurillas fulgurantes de las dos niñas en el centro, en torno a las cuales se ha desbordado por mucho tiempo la fantasía de los intérpretes; pero tal vez se trate de niños atraídos por el espectáculo.

El cine entra en el espacio del cuadro de Rembrandt, y las cámaras intentarán contarnos lo que esconden esas existencias.

Hay un momento en la película en el que una curiosidad se acerca a preguntarle al pintor:

-El mundo entero es un escenario, ¿eh Rembrandt?
Y otra curiosidad le insiste:
-¿Nos situaréis en un escenario en vuestro cuadro?