HILANDO

(La hilandera, de espaldas, del cuadro de Velázquez)

«Tanta serenidad es ya dolor.

Junto a la luz del aire

la camisa ya es música, y está recién lavada,

aclarada,

bien ceñida al escorzo

risueño y torneado de la espalda,

con su feraz cosecha,

con el amanecer nunca tardío

de la ropa y la obra. Este es el campo

del milagro: helo aquí,

en el alba del brazo,

en el destello de estas manos, tan acariciadoras

devanando la lana,

el hilo y el ovillo,

y la nuca sin miedo, cantando su viveza,

y el pelo muy castaño

tan bien trenzado,

con su moño y su cinta;

y la falda segura, sin pliegues, color jugo de acacia.

Con la velocidad del cielo ido,

con el taller, con

el ritmo de las mareas de  las calles,

están aquí, sin mentira,

con un amor tan mudo y con retorno,

con su celebración y con su servidumbre».

Claudio Rodríguez: «Hilando«.- «El vuelo de la celebración» (1976)

(Imagen .-«Las hilanderas» de Velázquez.- 1657.-Museo del Prado)

VERANO 2009 (4) : CLAUDIO RODRÍGUEZ

mar.-tTTkk.-foto por Benjamin Scott Keith.-2004.-Firs Names Photography.-ftografía.-artnet

ARENA

«La arena, tan desnuda y tan desamparada,

tan acosada,

nunca embustera, ágil,

con su sumisa libertad sin luto,

me está lavando ahora.

 

La vanagloria oscura de la piedra

hela aquí: entre la yema

de mis dedos,

con el susurro de su despedida

y con su olor a ala tempranera.

 

Vuela tú, vuela,

pequeña arena mía,

canta en mi cuerpo, en cada poro, entra

en mi vida, por favor, ahora que necesito

tu cadencia, ya muy latiendo en luz,

con el misterio de la melodía

de tu serenidad,

de tu honda ternura».

Claudio Rodríguez: (fallecido el 22 de julio de 1999, hace hoy diez años) :»El vuelo de la celebración» (1976)

(Imagen: foto: Benjamín Scott Keith.-2004.- 3 First Names photography -artnet)

NOVIEMBRE

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«LLega otra vez noviembre, que es el mes que más quiero

porque sé su secreto, porque me da más vida.

La calidad de su aire, que es canción,

casi revelación,

y sus mañanas tan remediadoras,

 su ternura codiciosa,

su entrañable soledad.

Y encontrar una calle en una boca,

una casa en un cuerpo mientras, tan caducas,

con esa melodía de la ambición perdida,

caen las castañas y las telarañas.

 

Estas castañas, de ocre amarillento,

seguras, entreabiertas, dándome libertad

junto al temblor en sombra de su cáscara.

Las telarañas, con su geometría

tan cautelosa y pegajosa, y

también con su silencio,

con su palpitación oscura

como la del coral o la más tierna

de la esponja, o la de la piña

abierta,

o la del corazón cuando late sin tiranía, cuando

resucita y se limpia.

Tras tanto tiempo sin amor, esta mañana

qué salvadora. Qué

luz tan íntima. Me entra y me da música

sin pausas

en el momento mismo en que te amo,

en que me entrego a ti con alegría,

trémulamente e impacientemente,

sin mirar a esa puerta donde llama el dios.

Llegó otra vez noviembre. Lejos quedan los días

de los pequeños sueños, de los besos marchitos.

Tú eres el mes que quiero. Que no me deje a oscuras

tu codiciosa luz olvidadiza y cárdena

mientras llega el invierno».

Claudio Rodríguez: «El vuelo de la celebración»

(De vez en cuando, entre Bolsas y elecciones, entre cuentas y conflictos, hay que pasear por encima de las hojas de noviembre y leer, recitar poesía)

(Imagen: Hannah Wilke.-Neurberger Museum of Art in purchase.- The New York Times)