ALREDEDOR DE «EL PRADO»

 

 

Se prepara «El Prado» para celebrar amplia y solemnemente su bicentenerario. Aún recuerdo la impresión que me causó ese gran museo cuando hace unos años – y tras los convenientes permisos – pude visitarlo de noche, con el museo cerrado,  disfrutando y tomando notas sobre las pinturas negras de Goya, acompañado únicamente por un guarda, aquella luz encendida de la sala y el resto del museo solitario y a oscuras. Diferentes y muy célebres pasos en muy distintas ocasiones han recorrido este Museo y han dejado valoraciones e  impresiones. En las «Lecciones sobre el Museo Del Prado» que tuvieron lugar en la Fundación March en 1997 – diez conferencias en torno al edificio y a sus pinturas -, se habló ampliamente de la  biografía constructiva del museo, de las colecciones reales, de los cuadros, de la comparación entre el Prado y los demás museos, y de su cara y cruz en el tiempo.

 

 

Sánchez Cantón, en una conferencia pronunciada en 1961 en la Universidad Internacional «Menéndez Pelayo» de Santander, evocaba, entre muchas otras cosas, la preferencia de los Felipes por la pintura veneciana del XVl y la flamenca del XVll, y al comentar los fondos de El Prado quiso recordar que éste » no es un tesoro arqueológico, testimonio del pasado, inoperante fuera de la erudición, inteligible no más que por el docto, sino fuente viva de enseñanzas y de goces. Hay museos más completos; pero cada día son más los que piensan que ninguno aventaja al nuestro en riqueza estética».

 

 

Los pasos también de María Zambrano en su visita a El Prado, pasos escritos en 1953 en La Habana y que vieron la luz en París en 1955, nos llevan a su contemplación : «allí estaban – nos dice Zambrano  – los Felipes de la Casa de Austria, simples aun a caballo encabritado, con banda de raso y sombrero de plumas, pues vestían así y tenían aquella apostura porque era el Rey, pero allí, al fondo del cuadro estaba la sierra desnuda con la luz primigenia, no un salón con un trono. Y Felipe ll ya fantasma, mirando de frente, como diciendo : «Miradme, aquí me tenéis, cómo los trabajos me han dejado de aquel mozo enamorado que fui». Y en la sala de Tiziano, Carlos V, el más ensimismado, yéndose cada vez más dentro de sí. Y los pobres Borbones pintados por Goya, marionetas de la historia, ¿quién gobernaba a sus hijos? Y se dieron cuenta de que no miraban la pintura  como tal, sino lo que en ella había, lo revelado por su magia invisible, y no es que fuera real, ¿realista Velázquez? Ni siquiera Goya lo era».

María Zambrano se va alejando por las salas con estos textos recogidos hoy en «Algunos lugares de la pintura» y El Prado se dispone a congregar muchos acontecimientos para  celebrar su bicentenario. Es este un museo tesoro del arte pero es también espectáculo.  Así quiso anotarlo Félix de Azúa en su «Diccionario de las artes» : » la última vuelta de tuerca  -escribe – se  produjo cuando, a mediados del siglo XX, los museos pasaron a ser  centros turísticos de notable interés económico y, por lo tanto, anexos a la ingeniería del ocio, el turismo y la diversión. Desde entonces los museos han pasado del mundo del conocimiento al mundo del espectáculo (…) Los turistas no visitan colecciones sino recintos, no ven piezas maestras de todos los tiempos o las vanguardias del siglo XX, sino «el Guggenheim» , el «ReinaSofía – de Nouvel» o «la Tate Modern».

El Prado, pues, conocimiento y espectáculo.

 

 

(Imágenes -1- Elliot Erwitt/ 2 – Velázquez – las Meninas /  3 – Goya – el majo de la guitarra / 4 – Goya- dibujo – la calle – museo de El Prado)

GOYA : CARTONES Y TAPICES

 

Goya-unnng-perros en traílla- museo del Prado

 

Cuenta Gudiol en su «Goya» que el 13 de abril de 1791 el director de la Real Fabrica de Tapices envió un memorial al Rey dando cuenta de que los obreros estaban parados por falta de originales de los dos pintores titulares, Goya y Ramón Bayeu. La orden real fue inmediata y terminante: » Que se le diga a Goya que se ocupe en estos dibujos». Y Goya dio comienzo a la pintura de los bocetos para los cartones de los tapices destinados a decorar el despacho del monarca en El Escorial. En una carta muy posiblemente de diciembre de 1791 – continúa GudiolGoya le comunica a Zapater su visita al Rey, que lo recibió: « Muy alegre…y me ha apretado la mano y se ha puesto a tocar el violín…«. La primera mitad de 1792 debió dedicarla a pintar los cartones correspondientes a los bocetos realizados el año anterior.

 

Goya-ytrr-La gallina ciega- museo del Prado

 

Ahora se exponen en el Prado los dibujos para cartones de Goya y parece que – entre tantas valiosas interpretaciones de la Historia – oyéramos también la voz singular de Ramón Gómez de la Serna contemplando «El juego de la gallina ciega»: «¡Qué movimiento el del tal corro de jugadores! Todos tienen el ladeo del juego, mientras el cucharón del arroz de la merendola busca una cabeza con la que tropezar, para hacer que otro se quede envuelto en oscuridad de pañuelo, oyendo sólo la claridad del valle».

 

Goya-uvvv-La cometa- museo del Prado

 

Cuando Ramón dos siglos después de estos tapices se quede igualmente boquiabierto ante «La cometa» otra pirueta de sus «comentarios-greguerías» se atreverá a decir: « los que lanzan una cometa son sobre el montículo como los primeros interesados en la aviación, pues los que lanzaban una cometa se iban tras ella, se remontaban en su estrella. De la emoción del tiempo esa cometa, que se remonta mientras la contemplaban algunos entretenidos de la vacación de las afueras, que se ve que aún no saben fumar, pues están en los primeros cigarros que fuman los siglos.»

 

Goya-ubbf-el majo de la guitarra- museo del Prado

 

Son las interpretaciones de Ramón, tan personales, cuyo ojo recorre estos cartones con mirada singular y se fija en el fondo de los azules: «Goya encuentra en el azul lo único tolerante y acogedor de aquella vida española llena de supersticiones y humos de vela y candil (…) En sus cuadros dichosos, cuando se escapa de las brujerías y las pesadillas, triunfa en sus lienzos ese azul (…) Ese azul claro de Goya, en juego con los ambientes que pinta, es música de su pintura, jaleo alegre, reflejo de más intensos cielos en el bouquet de sus confabulaciones.»

 

Goya-ybbg-La nevada- museo del Prado

 

«En el momento en que Goya es llamado a trabajar para la Fábrica de Tapices recuerdan Gassier y Wilson -, su inexperiencia en este género de pintura decorativa es, al parecer, total (…) Será, pues, naturalmente su cuñado quien le inicie en la técnica especial del cartón para tapices». Comentando «La merienda» y «El baile a orillas del Manzanares» añadirán que «todo el encanto de la vida española surge de golpe en su obra; se percibe que pinta a su gusto: los personajes viven  sin trabas en «su» paisaje, donde incluso aparece a lo lejos la cúpula recién terminada de San Francisco el Grande; los grupos se coordinan armoniosamente, la composición es fluida, sin ser dispersa, y la paleta, con su brillantez, refleja una alegría de vivir que no es fingida. Por vez primera Goya ha encontrado su estilo, y muy pronto, en esta producción abundante de la Real Fábrica, se impone como el mejor, el único pintor de su tiempo.»
Goya-uuyyb-baile a orillas del Manzanares- mil setecientos setenta y seis- setenta y siete- Museo del Prado

 

(Imágenes.-Museo del Prado : 1.-perros en traílla/ 2.-la gallina ciega/ 3.-la cometa/ 4.-el majo de la guitarra/5.-la nevada/ 6.-baile a orillas del Manzanares)