PERFILES OLVIDADOS (2): CIRO BAYO

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Singular periodista, Ciro Bayo – como colaborador y articulista sobre costumbres, vocabulario, romances populares y leyendas – en La Revue Hispanique y en la madrileña Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos; también en Argentina, en El Diario y La Tribuna de Buenos Aires, e incluso en Sucre, cuando llega a fundar un periódico, El Fígaro (revista cómico- literaria decenal), cuyo primer número sale en 1893 y con medio año de vida deja de existir; colaborador igualmente en La Estrella del Oriente, de Santa Cruz de la Sierra -, pero sobre todo viajero, viajero por el mundo, autor, entre otras obras, de El peregrino entretenido (1910) , El Lazarillo español (1911), La Colombiada (1912) y Chuqisaca o la plata perulera. Cuadros históricos, tipos y costumbres del alto Perú (1912), El peregrino de Indias (1912), Con Dorregaray. Una correría por el Maestrazgo (1912), Por la América desconocida (1920).
Soy un caballero andante de nuevo cuño – quiso retratarse en El peregrino entretenido -, o si le parece a usted mejor, un pícaro; porque a eso viene a parar la antigua caballería traducida a la prosa de la vida corriente. Soy también letrado, que es lo mismo que decir hidalgo pobre dos veces, con la agravante de conllevar con buen ánimo y conformidad mi pobreza. Por esto quisiera haber vivido en tiempos de Gil Blas, de Guzmán de Alfarache y de otros modelos de la épica picaresca. Lo confieso: soy un español rezagado del siglo XVll. Es esa misma pobreza de la que él habla la que le llevará, después de recorrer medio mundo, a refugiarse desde 1927 hasta su muerte – tras solicitar una plaza acuciado por la pobreza y el desvalimiento – en la Residencia de Escritores y Artistas madrileños, llamada Instituto Cervantes, y allí hubo de convivir, escribiendo sus últimos libros, con viejos periodistas y con cómicos venidos a menos. El complemento exterior de su retrato podría ser quizá el trazado por Emilio Carrere cuando señaló: Don Ciro es un hombre ecuánime, alto y magro, con ojos oscuros y zahoríes, y nariz encendida de bebedor… Y Manuel Cardenal de Iracheta en Clavileño anotó : vagabundo pulcro que jamás dio sablazos, eterno habitante de las buhardillas madrileñas.

 

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La figura de Ciro Bayo atraviesa obras y autores importantes. Valle Inclán lo esboza en Luces de bohemia tras la figura de Don Peregrino Gay ( Valle también quiso utilizar como fuente Los Marañones, de Bayo, en Tirano Banderas), Azorín le dedica elogios a varias de sus obras, mantiene una correspondencia epistolar con Unamuno tras un artículo de Bayo en El Globo, en 1902, Pío Baroja lo evoca en sus Memorias, Ricardo Baroja en Gente del 98 le consagra un entero capítulo bautizándolo como el último aventurero español de la vieja, noble cepa. Si alguna vez un compositor de alegorías y emblemas realizara el símbolo de don Ciro – dice -, había de dibujar en la cartela la pluma, la espada y el báculo del viajero. Magnífico compuesto de soldado, de viajero, de poeta, de asceta, de bohemio, dando a esta palabra su sentido más noble. A su vez, Julio Caro Baroja, en Semblanzas ideales, le dedicará el capítulo Un escritor aventurero.
Ciro Bayo, por intermedio del editor Rodríguez Serra, había hecho amistad con los hermanos Baroja y en su compañía realizará un memorable viaje a pie a Yuste. Este viaje Pío Baroja, como así lo recordó Luis Granjel, lo noveló en La dama errante y Ciro Bayo a su vez en El peregrino entretenido. (Pío Baroja señaló en sus Memorias: D. Ciro no poseía ningún sentido realista, escribió un libro sobre nuestro viaje, libro de episodios y aún de paisajes inventados pues no tiene nada de lo visto en el camino. Sin embargo – añadió con su sorna el novelista – algunos críticos dijeron que era de una realidad extraordinaria, pues en esto de no notar la realidad los críticos españoles han sido especialísimos).Pero la verídica historia de tal viaje nos la ofrece Ricardo Baroja en Gente del 98. Se ha destacado al estudiar esta obra de Bayo el tratamiento de los personajes, la descripción del paisaje y el papel del diálogo, aspectos todos ellos que se madurarán en otro de sus libros importantes, El Lazarillo español. Los personajes no son tratados con densidad personal, son tipos costumbristas mezclados con otros reales y su presencia quita protagonismo al paisaje, que se realzará más en El Lazarillo español. Por último, el diálogo da a veces la impresión de que se utiliza solamente para la transmisión de anécdotas o de curiosidades.

(Imágenes.-1-Ciro Bayo- la taberna del librero/ 2.-Ciro Bayo- lectorati)

VIAJES POR ESPAÑA ( 8) : GITANOS DEL ALBAICÍN

 

 

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«Es el caso – cuenta Ciro Bayo en «El lazarillo español» – que al segundo día de mi estancia en Granada hube de perderme por los alrededores de mi hospedaje. Pasé el Zacatín y la Alcaicería, entré en la Catedral y salí al Mercado. Con ojos como puños miré los volátiles desplumados y los cuartos de reses que colgaban en pollerías y carnicerías; pero apartándome de las pecaminosas tentaciones, sorteé entre los puestos de las verduras, con intención de comprar un puñado de patatas para refuerzo del guiso hospederil, que hallaba muy deficiente.

Parado estaba ante uno de aquellos, esperando mi vez, en tanto que la vendedora despachaba a otros parroquianos, cuando, de pronto, oí que me decía:

– ¡Tome, hermano!

Tendí instintivamente la diestra y la buena mujer me alargó tres patatas y una monedita de dos céntimos.

– Muchas gracias, señora – contesté -, y aun creo que añadí -: ¡Dios se lo pague!

¿Si será costumbre en Granada tratar así a los peregrinos -pensé -? Veámoslo.

 

Albaicin-bgr- mezquita mayor del Albaicin- wikipedia

 

Pasé al puesto inmediato, me quedé plantado, en actitud expectante y lo mismo; una patatita o dos céntimos. Y así sucesivamente. La que no daba patatas daba un ajo o una cebolla y, en último caso, la monedita de dos céntimos. En menos de media hora, haciéndome el santito, llené el pañuelo de tubérculos y el bolsillo de céntimos.

¡Oh, santas mujeres de Granada! Vosotras reforzasteis mi ágape en este día y me disteis para pagar el alojamiento ¡Yo os bendigo!

Aquella tarde la dediqué a visitar el Albaicín, famoso barrio de la gitanería en otra de las colinas que divide el Darro. Tampoco es el Albaicín para ser conocido en un día; es un diorama de tipo charro y notas de color que hay que ver despacio, como lo vio Fortuny cuando lo reprodujo en sus acuarelas.

 

Albaicín- nym- gitanos del Albaicín- pbase com

 

Los señorones que allí van lo hacen pensando entrar en una guarida de ladrones y no hay tal cosa. Los gitanos en sus casas son tan finos y caballeros como cualquier otro ciudadano en las suyas. Más exóticos y más chocantes les parecerá a los gitanos esas parejas sueltas y caravanas de extranjeros que se quedan boquiabiertos y embobados mirando, aunque más no sea, el esquileo de un burro».

 

Albaicín-unnk-gitanos del Albaicín- todocoleccion net

 

(Imágenes.- 1 y 2.- wikipedia/ 3.-gitanos del Albaicín.-pbase com/ 4.- gitanos del Albaicín- todocoleccion,net)