«Las obras maestras – recordaba Dominique Vivant Denon – son los guardianes silenciosos del misterio del arte».
Cuadros como «El jardín de las delicias», «Las Meninas», «La ronda de noche», «Los girasoles» o «Las señoritas de Avignon«, entre muchos otros, han sido considerados por varios autores como obras maestras y ese «misterio del arte» lo llevan consigo.

«Las artes tienen un desarrollo – comentaba Matisse – que no viene sólo de un individuo, sino de toda una fuerza adquirida en la civilización que nos precede. No se puede hacer cualquier cosa. Un artista dotado no puede hacer lo que fuere. Si no empleara más que sus dones no existiría. No somos dueños de nuestra producción; la producción nos es impuesta».
“Si cuando Van Gogh estaba pintando se hubiese controlado el flujo de sangre en sus venas – señaló un crítico japonés en 1912 al ver el cuadro de «Los girasoles» -, sin duda se habrían registrado las mismas ondulaciones que encontramos en su pintura“. Así lo recuerda Neil MacGregor en uno de los estudios que completan el volumen conjunto “¿Qué es una obra maestra?” (Crítica).

» Ante la obra maestra de todas las obras maestras de nuestros días, conocemos que «Los girasoles» de Van Gogh – según opinión de MacGregor -, tenía que ser una expresión de gozo y de alegría. Lo pintó para celebrar la llegada de su amigo Gauguin a la Provenza y demostrar con ello toda la satisfacción que le producía dicho acontecimiento. Pero nos obsesiona de tal manera la personalidad del artista, la personalidad angustiada de Van Gogh, que queremos encontrar sin falta en él, como en todos sus cuadros, las huellas, los indicios de la angustia que sufrió.(…) El cuadro se convierte no sólo en indicio del sufrimiento redentor del artista sino, en cierta medida, en una reliquia de dicho sufrimiento».
«Los girasoles avanzan – le escribía Vincent Van Gogh en agosto de 1888 a su hermano Theo -, hay un nuevo ramo de 14 flores sobre fondo amarillo verde, es pues exactamente el mismo efecto que una naturaleza muerta de membrillos y de limones que tú tienes ya, pero en los girasoles la pintura es mucho más simple».
(Imágenes:- 1.-Géricault.-La balsa de la Medusa.-1818- 1819.-Louvre/ 2.-Watteau.- Lémbarquemente por Cythere.-Louvre/3.-Henri Matisse.-vista de Collioure.-1905.-L´Hermitage.-San Petersburgo/ 4.-Van Gogh.-florero con quince girasoles.-1888.- National Gallery)


«Entre los diversos oficios que, sin perseverancia ni desde luego ánimo alguno de ligarme a ellos, y tan sólo por razón de la pura necesidad, debí ejercer en mis años de estudiante, cuando ya incluso tenía publicado algún que otro escrito en alguna que otra revistilla, recuerdo haber hecho de periodista durante unos pocos meses en la redacción de El Debate. Estuvo asignado mi trabajo a las horas de la noche, y esta nocturnidad, a la que siempre he sido refractario, se me hizo soportable en la breve temporada de forzosa vela gracias a las delicias del verano madrileño, tan injustamente vituperado con frecuencia, en el que las ventanas abiertas dejaban pasar a aquellas horas el aire templado y un silencio agradable de la calle.