EN CONVERSACIÓN CON DOÑA EMILIA

La aparición de una nueva biografía, Emília Pardo Bazán”, de la historiadora Isabel Burdiel (Taurus) , nos lleva hasta los grandes salones donde trabajaba la escritora gallega, el escenario de su enorme mesa salomónica que mantenía en su centro una carpeta, un tintero y una papelera y que los ojos del “Caballero Audaz” retenían para contarlo después en una larga entrevista. “ De mi niñez –  decía Emília Pardo Bazán allí sentada – lo único que puedo decirle es que a los seis años leía “El Quijote” asiduamente… Yo no recuerdo haber pasado en mi vida un día sin leer. Escribí versos desde muy niña, pero nunca me hice ilusiones de ser poeta, porque comprendí que mis versos eran malos. En prosa tengo más de sesenta libros publicados. La obra que mayor éxito ha tenido ha sido “Los pazos de Ulloa”. Mis grandes amigos han sido, por de pronto, Castelar, que me quería como a una hermana. Otro gran amigo que tuve fue don Antonio Cánovas y su mujer, el duque de Rivas lo es en la actualidad, y Galdós. Galdós y yo nos queremos mucho. De los literatos actuales me gustan mucho Azorín y Unamuno.

Por otro lado – proseguía– yo soy una radical feminista. Creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer, y es más, creo que hay una relación directísima  entre los derechos y privilegios concedidos a la mujer y el estado de cultura de las naciones. En Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia es donde la mujer se halla casi al nivel del hombre, donde hay diputadas.; en cambio, en los países menos adelantados es donde se considera a la mujer bestia de apetitos y carga. No tenemos más que volver los ojos a Marruecos. En España, dudo que por mucho tiempo se abran paso las corrientes femeninas. Sin embargo, si miro atrás, tengo que reconocer que hemos avanzado en este aspecto de la vida, porque yo he conocido los tiempos en que unánimemente se decía que la mujer sólo debía zurcir calcetines; hoy ya, si se piensa, por lo menos no se dice. Los hombres en España alardean de aparecer siempre preocupados por el amor de las mujeres, y no puede haber mayor obstáculo que éste para que avance la mujer; para que la mujer adelantase aquí sería necesario, en primer lugar, que ella quisiese, y en segundo lugar que encontrase algún terreno preparado, alguna ayuda en el hombre también. Mi obra para abrir las puertas españolas al feminismo ha sido solamente personal, dando el ejemplo de hacer aquello que pude de lo que está prohibido a la mujer. He tenido el gusto de ser la primera socia de número del Ateneo, la primera mujer que ha sido profesora de la Escuela de Estudios Superiores en el mismo Ateneo; el prmer socio de número de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. No cabe duda que, si las mujeres siguieran mi ejemplo, el feminismo en España sería un hecho.”

Esta conversación, en 1915, tenía lugar en aquel gran salón que ocupaba la enorne mesa, presidida por el tintero y la carpeta. Ante aquel escenario estaba doña Emília, con “su cara bermeja, sus cabellos plateados y una enorme perla de calabaza que, presa de un hilillo de platino, pende de su cuello carnoso, rebota y salta sobre su escote”, decía “El Caballero Audaz”.

(Imágenes -1-Emília Pardo Bazán – la Vanguardia / 2- pazos gallegos – clubcultural/ 3-pazos gallegos – zorro del ahorro)

DOS ENTREVISTAS CON MARÍA GUERRERO

 

 

Se conmemoran en estos días los 150 años del nacimiento de la gran actriz española María Guerrero. Entre otras evocaciones repaso dos de las entrevistas que se le hicieron. De modo principal en una de ellas aparece el claroscuro de su personalidad, las sombras y luces de su  carácter. Se trata de la conversación y confidencias que le intentó arrancar – y lo consiguió – Carmen de Burgos a la gran actriz en su camerino. Podría quizá ser un modelo de entrevista lograda con enorme astucia. María Guerrero se opone a cualquier «interviú», como ella la llama, y se cierra a cualquier indagación sobre su vida y sobre su trabajo. Carmen de Burgos insiste por muy diversos vericuetos y lo consigue. La publicó junto a otras entrevistas en «Confesiones de artistas» ( V. H. de Sanz Calleja editores) y al acabar la conversación  Carmen de Burgos escribe: » ya no hace aquellos ensayos de teatros distintos y rebeldes que hacía antes; no se expone al fracaso que salva y renueva, ni al aire libre y reformador. Ríe, ríe todavía; pero en su mismo reír hay cierta inmovilidad, cierta impasibilidad.

Me despido satisfecha de haberme apoderado del «sprit» de su conversación y de su gesto, más interesante aún y más íntimo que si hubiese contestado a preguntas de patrón común.

-Mire; no publique nada – me grita la actriz aún con su voz armoniosa – ; si lo hace, rectificaré.

-Bueno – le respondo -; la rectificación de usted hará más interesante la entrevista».

(Unas líneas antes la periodista había anotado : «querida amiga, la interviú está hecha con lo que hemos hablado y lo que yo he observado; y eso sin decir palabra que usted no haya pronunciado».)

 

 

La segunda entrevista – también en cierto modo contraluz de la actriz – es la que llevó a cabo «El Caballero Audaz» cuando visitó al matrimonio –Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero – en su casa. «Mi pobre mujer – decía en aquel momento Díaz de Mendoza  – está loca de trabajo; porque nos ha ocurrido un contratiempo terrible, que para nosotros resulta una desgracia. ¡Figúrese usted que al echar mano de los trajes nos encontramos con que se han quedado olvidados en América veinte cajones del vestuario de nuestro repertorio! Vamos, ¡horrible!»- exclamaba. Díaz de Mendoza va contando los hábitos y costumbres del matrimonio: «Yo me levanto a las nueve. María algo más tarde, porque acostumbra a estudiar en la cama. Después me encierro con mi secretario en mis habitaciones: él me da cuenta de contratos, obras, correspondencia, etc. A las once nos sirven el almuerzo; a María en sus habitaciones y a mí en las mías. Nuestra comida es muy ligera, porque estamos a un método de comer muy poco. No consiste más que un plato de ave, una fruta y una taza de té. Yo después del almuerzo, leo las obras para seleccionarlas, y a la una en punto salimos para el ensayo. Allí estamos hasta las seis. No volvemos a casa hasta las dos o tres de la mañana. Yo estudio  a esta hora hasta las cuatro o las cinco…»

 

 

Al fondo aparece María Guerrero vestida de negro. No desvelará nada importante de su vida. Es su marido el que contesta; ella no habla.  Charla muy brevemente con el entrevistador. » Yo siento predilección – confiesa ella al fin – por el campo y por el automóvil. Me gusta correr mucho en el coche, aunque no puedo conducir. Amo el peligro, por eso me gusta mucho viajar sobre el agua y correr en automóvil ( …) ¡Qué tarde más hermosa! –añade – Y nosotros, ahora, ¡a meternos en las tinieblas del escenario hasta las seis! ¡Y siempre lo mismo!.. ¡Es una condenación esta vida nuestra! ¡Dios mío, con lo que vale una hora de sol y de aire puro en un día como éste!»

Y apenas revelará nada más.

 

 

(Imágenes-1-María Guerrero en 1927- Nuevo Mundo- Wikipedia/ 2. -María Guerrero con once años- por Emilio Sala- Wikipedia/ 3.Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero- Wikipedia /4.–María Guerrero en «La dama boba»- por Joaquín Sorolla)

JOSEFINA BLANCO Y VALLE- INCLÁN

 

Valle Inclán-ytvv-Josefina Blanco- leonoticias com

 

Ahora, una vez más, vuelve a hablarse de Valle- Inclán y de su brazo. Verdades y versiones muchas veces tratadas. La actriz Josefina Blanco, que fuera mujer del escritor, respondía así a la periodista Carmen de Burgos en una entrevista de 1916:

– ¿Cuándo conoció usted a su marido?

– Hace mucho tiempo, cuando aún tenía el brazo.

– ¿Y se enamoraron desde el primer momento?

– No. Pero desde el primer momento fuimos buenos amigos. Cuando se murió mi tía y yo me quedé sola en el mundo, él era mi consejero, mi confidente; si experimentaba temor o duda por algo, se lo consultaba a él, y era tal mi confianza en su talento, que le obedecía en todo, hasta en las cosas que a mí me parecían un absurdo. Al fin acabamos por casarnos.

 

Valle Inclán- yccd-carta manuscrita de Josefina Blanco en mil novecientos treinta y nueve- todocoleccion net

 

Yo lo admiro mucho – proseguía Josefina -. Para mí no hay nadie como él. Yo no puedo ayudarle en nada. Él me ha educado, me ha hecho conocer y sentir el arte. Antes yo no era más que una intuitiva; me faltaba la cultura, que he aprendido a su lado.

– Como actriz, ¿qué autores  y qué obras le gustan más?

– Yo tengo un carácter tolerante para todo; la mayoría de las cosas me parecen bien. En cambio a Ramón le parece casi  todo mal.

 

Valle Inclán- essw-teatro es

 

Valle Inclán-onnn- teatro es

 

En casa – continuaba Josefina – Ramón es lo más bueno, lo más sencillo y lo más cariñoso que usted se pueda imaginar. Juega más con sus hijos que yo.

 

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Esta mujer menuda entra también en la habitación cuando José María Carretero está interrogando al escritor en 1918, en una de sus célebres entrevistas.

Don Ramón, ¿cuándo comenzó a escribir?

– Mi mujer se acordará en qué fecha publiqué mi primer libro – y dirigiéndose a la puerta, llama -: ¡Josefina… Josefina!, ¿tu recuerdas en qué año di mi primer libro?

Una voz dulce responde:

– Sí, Ramón. En 1902.

Y enseguida entra en el estudio la compañera del poeta.

 

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Carretero le pregunta a Valle Inclán:

-Para usted constituirá una gran desgracia haber quedado manco.

– ¡Quia, no, señor! No sólo necesito para nada el brazo perdido. Vamos, no lo echo de menos en absoluto. Me valgo con el derecho para todo.

– ¿Sin ayuda de nadie?

– Sin auxilio de nadie, escribo, me desnudo, me visto, me lavo, como; en fin, todo, todo lo que usted puede hacer con las dos manos lo hago yo con la derecha. Es más; me corto las uñas,  parto la carne, mondo la fruta, me hago los lazos de las corbatas del frac y construyo mueblecitos de papel… Solamente he echado de menos el brazo perdido cuando murió mi pobre hija… Se moría y yo no pude abrazarla como hubiese deseado.

 

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Josefina Blanco en la sombra del escritor. «Yo nunca he visto – dice Carmen de Burgosuna actriz tan desprendida de su profesión de un día como esta mujer. Ni en ninguna de las actrices casadas he visto ese milagro tan sencillo y tan amable. El corazón de artista de Josefina Blanco se ha hecho más completo, más amplio, más cuajado de cosas y de arte en esta transformación tan humana, tan extraordinaria con Valle Inclán«.

 

Valle Inclán-farodevigo es

 

(Imágenes.-1.-Josefina Blanco- leonoticias com/ 2.-carta manuscrita de Josefina Blanco en 1936- todocoleccion/3 .y 4.-carta de Valle Inclán- teatro. es/ 5.- Valle Inclán- auladeletras.net/ 6.-laopinioncoruña. es/ 7.-jotdown.es/ 8.- Vallle Inclán- farodevigo.es)

TRIUNFANTES Y OLVIDADOS

 

 

periódicos-wssvv-Kazuhiko Tanaka

 

» Ese perro que va detrás del catafalco de Mozart camino del cementerio vienés de San Marx, ese perro al que no acompaña nadie más que la nieve desangrada y aguada de los días precedentes, el viento, la lluvia y el aguanieve del otoño de 1791 (Mozart fue enterrado el 6 de diciembre), ese perro tiene nombre de olvido.

El olvido suele ir cabizbajo, escurridizo, sacudiéndose las pulgas, aterido por las inclemencias de las costumbres, tímido, escuálido, a veces hosco, presto a escabullirse por entre las piernas de los acontecimientos, huidizo, oteando el aire para saber por dónde pueda escapar, las orejas gachas, el rabo flácido. Es tambien perro de pocas ambiciones, último sacristán en la procesión de las esquelas, animal mudo, pardo, silente y negruzco.

El olvido se diluye tras el eco del último aplauso, aplacado el fervor, disueltos los manifestantes: las calles vuelven a la rutina y los homenajes concluyen; entonces el olvido se amansa y queda emboscado bajo el vaivén de las banales conversaciones hasta lograr que ya nadie hable de él, del olvido, porque él nunca tiene nombre, carece de nombre, no hay por qué olvidarse del olvido sino de los recuerdos de la vida, esas chispas que aparecen aquí y allá y que son sofocadas por los invisibles pisotones de la nube del olvido.

 

periódicos-yqqaq-Maynar Owen Williams

 

En 1916 Juan López Núñez publicó en Madrid, en la Imprenta Renacimiento, un curioso libro titulado Triunfantes y olvidados (episodios de la historia desconocida). Por allí desfilan ilustres desconocidos cuya fama y dinero los enalteció un día y la pala del olvido, unas veces con violencia y otras con displicencia amorosa, los convirtió en nada, polvo que eres, ni siquiera polvo enamorado. Allí se encuentra, por ejemplo, D. Manuel Fernández y González, prolífico novelista del XIX, al que el editor Guijarro en la calle de Preciados pagaba mil reales diarios que el escritor iba a cobrar personalmente. Apartaba de los mil reales un duro ‑destinado a su esposa‑ y con el resto, y a lomos de su jaca Pastora, llegaba a comer al Café Imperial, en la Puerta del Sol, para cenar después en el Café Inglés. Esta vida “ilustre” y reconocida por el público quedó sin público y sin lustre el 6 de enero de 1888, en la calle Amor de Dios de Madrid (dejó en herencia seis reales, que se encontraron en su chaleco) y su cadáver fue depositado para su velatorio en el Salón de Actos del Ateneo.

Cuenta tambien López Núñez otras vidas muy diversas. Por ejemplo, la de Pelayo del Castillo , o la de Carlos Rubio, o la de Emilio Carrere. Fueron existencias bohemias, cercadas muchas de ellas por el hambre, algunas bien regadas de alcohol, otras embozadas solamente en capas y sombreros de deambular nocturno, adormiladas en divanes de tertulias, febriles los ojos, los sueños aspirando a la gloria. Pero la gloria siempre ha sido efímera y ascender a ella ha supuesto con frecuencia resbalar y enderezar tropiezos, procurar no perder el equilibrio del sentido de la vida, huir de nieblas y no caer en añoranzas. Todo esto para muchos es muy difícil. Sus límites a veces nos provocan asombro. Al bohemio Pelayo del Castillo, por ejemplo, un empresario sin escrúpulos le propuso escribir todas las semanas una comedia en un acto o una novela sin que apareciera jamás su nombre y a cambio le pagaba el hospedaje. El escritor aceptó. Todos los días, antes de comer y de cenar el poeta debía leer a su editor una o varias escenas en las que había trabajado durante la mañana o la tarde. ¿Qué fue entonces la gloria para este hombre? Un auténtico misterio y una cadena de esclavitud. Su facilidad para escribir la usurpaban otros que firmaron sus obras y que a su manera “triunfaron”.

 

periódicos-vvgu-Herbert List

 

Emilio Carrere por su parte escribió una novelita en El Cuento Semanal titulada El dolor de llegar. ¿Qué es llegar?, se preguntaba. ¡Llegar!… ¡Llegar! “Usted que ha llegado…”, le decían y le siguen diciendo las gentes al presuntamente triunfador. Se congregan los aplausos ante él y le tienden autógrafos, vitorean su nombre y llenan las plazas de “operación triunfo”. La operación triunfo para muchos, entre ellos para Galdós, era necesariamente seguir escribiendo. Cuando va a verle “El Caballero Audaz” para entrevistarle, el autor de Fortunata y Jacinta tiene setenta y dos años y se encuentra casi ciego: “¿Pero usted, don Benito ‑le dice el periodista‑, después de sus cien libros y de sus numerosas obras de teatro; después, en fin, de medio siglo escribiendo, supongo yo que no trabaja por necesidad, sino por placer, por crear…?”. Y Galdós le contesta: “¡No, amigo!… A pesar de toda mi labor pasada, si en el presente quiero vivir, no tengo más remedio que dictar todas las mañanas durante cuatro o cinco horas y estrujarme el cerebro hasta que dé el último paso en esta vida”.

Así ocurre con muchos. La supervivencia ‑y más aún el olvido‑ acecha continuamente al triunfo y le da pequeñas dentelladas y le acosa susurrándole que pronto va a desaparecer. Y es que a veces el triunfo es tan solo espuma, y la espuma se derrama, y debajo queda únicamente el esfuerzo, en ocasiones un esfuerzo sin triunfo, esfuerzo muy paciente y tenaz, un bien hacer a quien no le importará jamás el olvido.

 

periódicos-ddccv- Henri Charles Guerard

 

Si ahora paseara por las calles de nuestra sociedad el gran Jorge Manrique y hojeara tranquilamente periódicos antiguos y se topara de pronto con grandes e ilustres periodistas hoy olvidados, sin duda meditaría en sus murmullos: “¿Qué fue de tanto galán / qué fue de tanta invención como trajeron? / ¿Qué fue de Bonafoux, de Urgoiti, de Araquistain / qué fue de Cañamaque o de Arconada / qué de Lerroux o de Cansinos Assens?”. Y siempre añadiría con sus Coplas: “fueron sino devaneos / ¿qué fueron sino verduras de las eras?”.

No, no fueron devaneos. Quedó su trabajo, más útil aún que la estela de su triunfo.

Si paseara luego el gran Jorge Manrique por el salón de los pasos perdidos de la política, ¿qué diría? Y si lo hiciera por las artes, por las letras, si se asomara a la penumbra teatral de los camerinos, ¿no preguntaría?: “¿Qué fue de Rivelles, de Lemos, qué de Rodero?”.

Y con estas y otras reflexiones a poco se nos escapa el entierro de Mozart que ya avanza. Detrás de esa música sublime del cementerio vienés de San Marx sigue silencioso y solitario ese perro único.»

José Julio Perlado

 

perros-ubbb- Emil Nolde- mil novecientos dieciseis

 

(Imágenes.- 1.-Kazuhiko Tanaka– pinterest/2.-Maynar Owen Villiams/3.-Herbert List/ 4·Henri Charles Guerard– artoftheprint. com/5- – Emil Nolde- 1916)