Respetando todas la opiniones y gustos cinematográficos, he aquí una nueva versión de Anna Karenina con la plasticidad luminosa de Joe Wright. Numerosas y célebres adaptaciones en la pantalla y numerosos y célebres estudios en torno a la novela, a sus sentimientos y a sus personajes. Steiner dedicó un libro entero – «Tolstoi o Dostoievski» – a comparar lo dramático del segundo con lo epopéyico del primero, y Nabokov consagró varias de sus clases en Cornell al análisis del libro. Para enseñar bien «Anna Karenina» Nabokov hacía primero un dibujo del atuendo que Kitty se habría puesto para ir a patinar. Cronometraba y trazaba mapas de las novelas – y así lo recuerda Boyd en su biografía – en parte por la sorpresa que le deparaba ese ejercicio, en parte para que los libros quedaran grabados en la mente de los alumnos. A la novela de Tolstoi Nabokov le dedicó al principio seis clases que terminaron siendo diez y ocuparon quince en el de narrativa europea. Le interesaban mucho los detalles, como ya recordé aquí al hablar del «bolso de Anna Karenina«. Los dolores del parto que aparecen en el libro, la complejidad de
la mente de Tolstoi o la manera de tratar el tiempo en el novelista ruso le provocaban intriga como profesor. Por su parte, Steiner desciende en su estudio a muchas situaciones que pueden contemplarse en esta película. En la escena del teatro, por ejemplo, «la intensa ironía -dice Steiner – viene del decorado; la sociedad condena a Anna precisamente en el lugar donde la sociedad es más frívola, más vanidosa, más sumergida en la ilusión«. Muy probablemente tanto Steiner como Nabokov conocerían las variantes que existen de los borradores de esta novela. Tolstoi, antes de redactar su texto definitivo, hacía que Anna unas veces se llamara Tatiana y otras Anastasia. Pero quizá lo más interesante como aportación del inicio del proceso creador en el gran novelista del XlX sea la nota que la condesa Sofía redacta el 24 de febrero de 1870: «Ayer por la noche, León me ha dicho que él ha entrevisto un tipo de mujer casada, y de gran mundo, que se encontraría perdida. Me ha explicado que su tarea consiste en pintarla únicamente digna de piedad y no culpable y que desde que ese tipo de mujer se ha presentado en su novela, todos los personajes que él había imaginado anteriormente han encontrado su sitio y se han ido agrupando en torno a esta mujer».
(Imágenes.-Keira Knightley en escenas de «Anna Karenina» de Joe Wright)