TODO COMENZÓ CON UNA IMAGEN

«Mis siete libros de las Crónicas de Narnia y los tres de ciencia-ficción – dijo C.S. Lewis en Radio Times el 15 de julio de 1960 – comenzaron cuando se me pasaban por la cabeza ciertas imágenes. Al principio no había historias, sólo imágenes. El león empezó con la imagen de un fauno que llevaba un paraguas y unos paquetes por un bosque nevado. Llevaba grabada esa imagen desde que tenía unos dieciseis años. Luego, cierto día, cuando rondaba los cuarenta, me dije: «Intentemos construir una historia a partir de esa imagen».
Al principio no sabía en qué consistiría la historia. Creo que en aquella época tuve muchos sueños en los que aparecían leones. Aparte de esto, no sé de dónde salió aquel león ni por qué. Sin embargo, en cuanto llegó, comenzó a hilvanar la historia y, muy pronto, a hilvanar los otros seis libros de Narnia. En cierto sentido, sé muy poco de cómo nació esta historia. Es decir, no sé de dónde salieron aquellas imágenes. Tampoco creo que nadie sepa exactamente de qué modo elabora su material. El proceso de elaboración es algo misterioso. ¿Acaso se puede explicar cómo ocurre una idea?».
Estamos, como siempre, en el misterio de la creación. Todos los escritores y artistas han intentado explicarlo pero no lo han conseguido. ¿Cómo anida una imagen en el cerebro de un creador? En 1952 C. S. Lewis leyó su conferencia «Tres formas de escribir para niños» en la Library Association y allí ya trató el tema de las imágenes. «Yo nunca he «hecho» – afirmó – ningún relato . El proceso que sigo se parece más a la observación de las aves que al habla o a la construcción. Yo veo imágenes. Algunas de esas imágenes tienen en común algún sabor, casi un olor, que las agrupa. Hay que guardar silencio y escuchar, y las imágenes comenzarán a reunirse. Si se tiene mucha suerte (yo nunca he tenido tanta), puede que muchas se agrupen con tanta coherencia que conformen una historia completa sin que tú hagas nada. Lo más frecuente, sin embargo (es lo que a mí siempre me ocurre), es que existan lagunas. En este caso es cuando, por fin, hay que recurrir a la invención deliberada, ideando motivos que justifiquen por qué los personajes se encuentran donde se encuentran y hacen lo que hacen. No tengo ni idea de si ésta es la forma habitual de escribir historias, y mucho menos sé si es la mejor, pero es la única que conozco: las imágenes siempre son lo primero».

Siempre me ha interesado ese proceso creador en los artistas. Tolkien dedicó a todo ese proceso una conferencia memorable titulada «Sobre los cuentos de hadas» que está recogida en el libro «Árbol y hoja» (Minotauro), y a su vez las confidencias de su amigo C. S. Lewis han sido reunidas en «De este y otros mundos». Ensayos sobre literatura fantástica. (Alba). La amistad entre los dos creadores y profesores tuvo hitos esenciales que repercutieron para siempre en sus creencias y en sus vidas. Uno de esos hitos ocurrió en la noche del 19 de septiembre de 1931 y algunos fragmentos de la conversación de esa noche entre los dos escritores los he comentado en mi libro «El ojo y la palabra«. Saliendo de cenar del Magdalen New Buildings, Tolkien le señaló a Lewis las ramas de los grandes árboles dobladas por el viento y le dijo: «Llamas árbol a un árbol sin detenerte a pensar que no era un árbol hasta que alguien le dio ese nombre. Llamas estrella a una estrella y dices que es sólo una bola de materia describiendo un curso matemático. Pero eso es simplemente como la ves . Al nombrar y describir las cosas no estás más que inventando tus propios términos».

(Imágenes: escenas del film «Crónicas de Narnia»/ carta de C.S. Lewis en la que comenta su obra, fechada el 5 de marzo de 1961.-bbc. news)

TOLKIEN : ESTAR DENTRO DEL LENGUAJE


Ante este mapa en el papel o dentro de su cabeza, pensando en los amantes de los árboles, las flores o el agua, en los humanos que cultivaban el suelo y edificaban villas y fortalezas, en los que buscaban minerales dentro de las montañas o en quienes custodiaban los bosques, Tolkien le consultaba a su hijo Christopher el 21 de mayo de 1944: «¿Te parece que Shelob (EllaLaraña) es un buen nombre para una monstruosa araña? Por supuesto, se trata tan sólo de «she más lob» = (araña) ; pero escrita como una única palabra, parece algo nocivo…»

Diez días después le confiaba también a su hijo: «Le leí a C.S.Lewis los dos últimos capítulos (El antro de Ella-Laraña y Las decisiones de maese Samsagaz). Sam, entre paréntesis, no es la abreviatura de Samuel, sino de Samsagaz (Medio-tonto en inglés antiguo), como el nombre de su padre es el Gaffer (Ham) en inglés antiguo Hamfast o Stayathome ( Quedadoencasa). Los hobbits de esa clase tienen por lo general nombres muy sajones; y no estoy verdaderamente satisfecho con el sobrenombre Gamyi y lo habría reemplazado por Buenchico si pensara que tú me lo permitirías.»

Las Cartas de J.R.R. Tolkien (Minotauro) revelan, entre tantos otros escritos, la preocupación del autor por el lenguaje. En la necrológica de Tolkien que The Times publicó en 1973 y que escribió su amigo C.S.Lewis se decía que él había sido no sólo un estudioso, sino un creador lingüístico: «Había estado dentro del lenguaje», se afirmó. «»Al escribir – decía Tolkien – yo siempre empiezo por un nombre. Dadme un nombre, y sacaré un cuento, pero no al revés». Como tampoco estaba muy seguro de cómo había inventado la palabra hobbit: «Yo no sé de dónde salió el nombre. Uno no puede coger al vuelo a su cerebro. Es posible que fuera por asociación con el Babbit de Sinclair Lewis«.

A Tolkien me referí en Mi Siglo el 29 de noviembre pasado y allí aludí a la invención y a la realidad. Ahora, un libro reciente, «Tolkien et le Moyen Âge» (CNRS, París,2007), publica una serie de artículos en torno al Tolkien investigador y filólogo, especialista en el mundo anglosajón-medieval. Lo feudal, el universo de las armas, la música, la poética, la magia, la arquitectura y la medicina expanden esa Edad Media de la que habla el célebre escritor. ¿Pero de qué Edad Media se trataba?
Se sabe que la ambición de Tolkien no era escribir novelas, sino constituir algo legendario, susceptible de reunir a la vez las mitologías greco-romanas y celto-germánicas. Trabajaba el lenguaje con intuición e imitación y ahora – además de quienes le veneran como autor y de quienes le rechazan – es estudiado como creador del lenguaje en muchas universidades del mundo.