EN EL CIELO, LAS CIUDADES INVISIBLES

 

cielos-vvgy-Samantha Keely Smih- dos mil doce

 

«Se atribuye a Bersabea esta creencia: que suspendida en el cielo existe otra Bersabea donde se ciernen las virtudes y los sentimientos más elevados de la ciudad y que si la Bersabea terrena toma como modelo la celeste llegará a ser una sola cosa con ella (…) Fieles a esta creencia, los habitantes de Bersabea honran todo lo que les evoca la ciudad celeste: acumulan metales nobles y piedras raras, renuncian a los abandonos efímeros, elaboran formas de compuesto decoro».

 

mar-uggr-cielos-nubes- Ferdinand Hodler- mil novecientos ocho

 

«Con tal aire fue construida Andria, que cada una de sus calles corre siguiendo la órbita de un planeta y los edificios y lugares de la vida en común repiten el orden de las constelaciones y las posiciones de los astros más luminosos: Antares, Alferaz, Capilla, las Cefeidas. El calendario de las ciudades está regulado de modo que los trabajos y oficios y ceremonias se disponen en mapa que corresponde al firmamento en esa fecha: así los días en la tierra y las noches en el cielo se reflejan mutuamente».

Así, muchas veces en el cielo, cuando llega la noche, veo las ciudades invisibles que publicara Italo Calvino en 1972. Me quedo mirando esas ciudades invisibles y viajo por ellas. «Son – en palabras del autor – la sensación del tiempo que se ha cristalizado en los objetos, contenido en las cosas que nos rodean (…) Las ciudades – añadió Calvinono son nada más que la forma del tiempo».

Recuerda el gran crítico italiano Pietro Citati que cuando Italo Calvino comenzó a escribir «Las ciudades invisibles«, mucho antes de su publicación, no tenía ninguna teoría, ni filosofía, ni arquitectura clara para hacerlo. Escribía lentamente, sin planos, con ojos ciegos, ciudad tras ciudad, sin saber qué iba a ocurrir con aquellas imágenes dedicadas a las ciudades- mujeres o a las mujeres- ciudades. Pero una cosa le resultaba evidente. Había encontrado una nueva forma: entre la narración breve, el poema en prosa, la historia metafísica, el capricho o la miniatura; forma que en nuestro siglo ha sido culminada en los relatos de Kafka o en las prosas de Borges (…) Cuando uno va a una librería y escoge del estante «Las ciudades invisibles» y vuelve a leerlo, cada  vez que  esto se hace, el libro se mueve, nos muestra un rostro siempre nuevo que dentro de diez o veinte años aún será diverso, y eso ocurrirá cuando otras generaciones lo lean y lo interpreten de un modo que nosotros aún no podremos imaginar.

Luego se hace noche cerrada, se dejan ver las ciudades invisibles en el cielo, y se vuelve a abrir el libro para leerlo de nuevo. Y contemplar.

 

cielos- inu- mar- Peter Wileman

 

(Imágenes.- 1-Samantha Keely -2012/ 2.- Ferdinand Hodler– 1908/ 3.-Peter Wileman)

ALICE MUNRO

Munro.- 3err.- Alice Munro.- The Guardian.- foto Kriston Ross. PR

De Alice Munro hablé ya en MI SIGLO con palabras del italiano Pietro Citati. De sus objetos, de sus detalles, de sus dos pasiones literarias: «con frecuencia – recuerda el gran crítico -, cuando narra un hecho, no narra ese hecho y los sentimientos y sensaciones que él suscita: sino alguna cosa aparentemente lateral; en vez de analizar las sensaciones de una mujer que está a punto de morir de cáncer, describe un perro que se mueve en un corredor, suscitando en nosotros una impresión de casualidad y de gravedad, que da la impresión de ser absolutamente necesaria. O, de improviso, abre un espacio blanco en un

Alice Munro, winner of the 2013 Nobel prize in literature

relato. Por ese espacio blanco transcurren años, decenios: se unen el presente y el pasado: el tiempo pasa sin que que nadie lo note; y nosotros advertimos, a la vez, el sentido de la continuidad y todo aquello que forma el tejido desigual de nuestra vida (…) En «El sueño de mi madre«, de «El amor de una mujer generosa»Alice Munro describe el llanto de una niña, que rechaza  los cuidados de  la madre. «Es como una tormenta; insistente, teatral, y sin embargo también puro y nada artificioso. Tiene más de reproche que de súplica, surge de una rabia que no se puede aplacar, una rabia que es un derecho de nacimiento, carente de amor y de lástima, dispuesta a triturarte los sesos.» Y Citati añade: » Es sólo el llanto de una niña; pero Munro lo orquesta con una genialidad demoníaca y divertidísima, como si fuese el nuevo Hoffmann del siglo XX.»

Munro.- 45gy.- Alice Munro.- bugseatbooks

Hoy le han dado el justo Premio Nobel a la llamada «Chejov de Canadá», tan cercana a Proust muchas veces en el tratamiento del tiempo.

(Imágenes.- 1- Alice Munro.- The Guardian.- foto Kriston Ross.-PR-/2.- Alice Munro.- The Guardian– foto Andrew Testa.- Rex Features/ 3.- Alice Munro.- bugseatbooks)