GEORGES PEREC O LA SEGUNDA PERSONA

«Vida sin sorpresas. Estás a cubierto. Duermes, comes, caminas, sigues viviviendo, como una rata de laboratorio que un científico distraído hubiera olvidado en su laberinto (…) Ninguna jerarquía, ninguna preferencia. Tu indiferencia es inmutable, hombre gris para quien el gris no evoca gris alguno. No insensible, sino neutro. El agua te atrae tanto como la piedra, la oscuridad tanto como la luz, el calor tanto como el frío. Sólo existe tu marcha, y tu mirada, que se posa y resbala, ignorando lo bello, lo feo, lo familiar, lo sorprendente, sin recordar nunca nada sino combinaciones de formas y de luces, que se hacen y deshacen, sin cesar, en todas partes, en tu ojo, en los techos, a tus pies, en el

cielo, en tu espejo cuarteado, en el agua, en las piedras, en las multitudes. Plazas, avenidas, jardines y bulevares, árboles y rejas, hombres y mujeres, niños y perros, esperas, barullos, vehículos y escaparates, edificios, fachadas, columnas, capiteles, aceras, cunetas, adoquines de asperón que brillan bajo la fina lluvia …, silencios, clamores, multitudes de las estaciones, de las tiendas de los bulevares, calles repletas de gente, andenes repletos de gente, calles desiertas de los domingos de agosto, mañanas, tardes, noches, albas y crepúsculos.

Ahora eres el dueño anónimo del mundo – sigues escribiendo, Georges Perec, en tu novela «Un hombre que duerme» (Anagrama) -, aquel sobre el cual la historia ya no tiene poder, aquel que ya no siente caer la lluvia, que ya no ve venir la noche. No conoces sino tu propia evidencia: la de tu vida que continúa, la de tu respiración, la de tus pasos. Ves a las gentes ir y venir, las multitudes y las cosas hacerse y deshacerse. Ves, en el escaparate pequeñísimo de una mercería, una barra de cortina sobre la cual tus ojos se fijan de pronto: prosigues tu camino: eres inaccesible».

Así vas alejándote poco a poco de las palabras, de este texto que lees en lengua española, de esta voz francesa que te va hablando, de los subtítulos ingleses que te ilustran.

Teclas, pantalla, imágenes, ordenador, habitación, pasos, escaleras, calles. Caminas mientras sigues escuchando esta voz en segunda persona, una voz inusual en la novela, una voz que te acompaña mientras cruzas, mientras descubres, mientras miras, mientras sales poco a poco del espacio de Mi Siglo y te incorporas al mundo.

(Ante la exposición que sobre los mundos de Georges Perec está teniendo lugar estos días en A Coruña)

(Imagen:- video del film «Un homme qui dort» (1974), realización de Bernard Queysanne  y G. Perec)

PALETA Y VIDA EN RENOIR

«La paleta de Renoir estaba limpia «como una tacita de plata» – recuerda uno de sus hijos y de él he hablado ya en Mi Siglo Era una paleta cuadrada – evocaba Jean, el gran director de cine – que encajaba en la tapa de la caja, que tenía la misma forma. En una de las salserillas dobles ponía el aceite de linaza solo, en la otra una mezcla de aceite de linaza y de esencia de trementina, a partes iguales. En una mesa baja, al lado del caballete, había un vaso lleno de esencia de trementina en el que enjuagaba el pincel casi después de cada aplicación de color. En la caja y encima de la mesa había unos cuantos pinceles de recambio. Sólo usaba dos o tres a la vez. En cuanto empezaban a estar muy gastados, o chorreaban, o por la razón que fuere, no le permitían ya un toque de precisión absoluta los tiraba. Exigía que se destruyesen los pinceles viejos, por si se volvía a topar con alguno mientras trabajaba». Y ahora, al acercarnos a estos cuadros que se exponen actualmente en el Prado, esa paleta limpia de Renoir nos sigue revelando confidencias. «Sitúo mi tema como quiero – le decía a Walter Pach en 1908 -, después me pongo a pintar, como haría un niño. Quiero que un rojo sea sonoro y resuene como una campana; si no, voy añadiendo rojos y otros colores hasta conseguirlo. Esos son todos mis trucos. No tengo reglas ni métodos; quien quiera puede examinar lo que uso o mirar como pinto – verá que no hay secretos (…) ¿Quiere usted que le diga cuáles son para mí las dos cualidades del arte? Tiene que ser  indescriptible e inimitable…La obra de arte tiene que apoderarse de uno, envolverle, transportable. Así el artista puede expresar su pasión; la corriente que emana de él es lo que transporta a su pasión».

Paleta y vida en Renoir, también paleta y decrepitud, también paleta y enfermedad.  En 1912, tres años después de la conversación con Pach, cuando la salud del artista estaba empeorando y llevaba dos años sin ponerse en pie, se encontraba como siempre sentado ante el caballete y preparándose para empezar a pintar. «Tenía la paleta bien limpia en las rodillas – cuenta nuevamente su hijo Jean -. El médico alzó a mi padre del sillón. Volvía a ver las cosas desde el ángulo de una persona que tiene los ojos al mismo nivel que los demás hombres. Y miraba a su alrededor con gran satisfacción. El médico lo soltó. Mi padre, dependiendo ahora sólo de sus fuerzas, no se cayó. (…) Entonces el médico ordenó a mi padre que anduviese. (….) Mi padre dio otro paso, y luego otro; y parecía que iba quebrando los hilos del destino. (…) Mi padre dio la vuelta al caballete y regresó a su silla de inválido. Aún de pie, le dijo al médico: «Renuncio. Me exige toda mi voluntad y ya no me quedaría voluntad para pintar. La verdad es que – e hizo un guiño malicioso – si tengo que escoger entre andar y pintar, prefiero pintar«. Volvió a sentarse y nunca más se levantó».

Si esto lo evoca Jean en «Renoir, mi padre» (Alba),  Ambroise Vollard por su parte escucha las confidencias del artista recordando que » no pensaba más que en su pintura y había acabado resignándose a sus manos que se cerraban, a sus piernas que se agarrotaban un poco más cada día. «¡ A fin de cuentas- decía el pintor -. soy un hombre con suerte!». «Débil y viejo ya – resume Perruchot al hablar de su vida -, lejos de de corromper y destruir su genio de artista, de reducirlo a la suerte común, a la inercia de la decrepitud, le ha permitido un supremo avance en el corazón de la realidad».

«Blanco de plata, amarillo de cromo, amarillo de Nápoles – describía el propio Renoir la composición de su paleta -, ocre amarillo, tierra de Siena natural, bermellón, laca de granza, verde veronese, verde esmeralda, azul de cobalto, azul ultramar, cuchilla de paleta, rascador, esencia de trementina, lo preciso para pintar. El ocre amarillo, el amarillo de Nápoles y la tierra de Siena no son sino tonos intermedios de los que se puede prescindir puesto que se pueden hacer con los otros colores. Pinceles de marta, brochas planas de seda».

(Pequeña evocación al inaugurarse en Madrid la exposición «Pasión por Renoir«)

(Imágenes:-1.-autorretrato.-1899/ 2.-Pére Fournaise fumando en pipa.-1875.- Williamstrown Sterling and Francine Clark Institute/ 3.-En el concierto.-188o.-Wililamstown, Sterling and Francine Clark Art Institute)

CHABROL

«El problema del cineasta es doble – dijo Claude Chabrol -: hacer que su pensamiento lo comprenda la mayor cantidad de gente, lo que supone un problema de forma, y desmontar el mecanismo de esta realidad, huir del falso sentimiento, mostrar que el progreso de una sociedad alienada se encuentra en la putrefacción de sus valores fundamentales».

(Pequeño recuerdo del director de cine que hoy ha muerto en París)

(foto.- Claude Chabrol.-crosstidelarc. fileave)

UNA MENTIRA CRECIENTE

La mentira baja muchas veces por las cloacas del Estado o asoma por las rendijas de las familias disfrazándose de escurridiza verdad. En muchas ocasiones se funde con la fascinación de la apariencia en un mundo que impone la dictadura de lo falso. Toda una sociedad puede caer así de la verdad en el engaño común, en una esclavitud de lo falso. Y hasta en ciertos momentos el secreto de la mentira se hunde en el misterio.

Eso ocurre con la película de André Téchiné, «La chica del tren«.

En el año 2004, una joven de 23 años puso en jaque al conjunto de la sociedad francesa al inventarse que había sufrido una agresión antisemita por parte de un grupo de chicos africanos. La noticia, magnificada por los medios y oportunamenete utilizada por la clase politica, puso de manifiesto la fragilidad de la Francia multicultural. Esta es la base real del film.

«Me conmocionó – ha dicho el director de la película – la violencia del acto de esta joven mujer y todo lo que trajo. Esta historia se convirtió en el espejo de todos los miedos de Francia, miedos profundamente anclados en la sociedad, una revelación de lo que llamaríamos el inconsciente colectivo (…) La historia de esa mentira, que puso en evidencia al propio presidente de la República, fue uno de los sucesos más publicitados y lamentables de la historia reciente francesa – siguió explicando Téchiné – sobre la base real de un bulo-  Me sorprendió y conmovió la cantidad de implicaciones que tenía ese pequeño incidente.  “¿Cómo una mentira se transforma en una verdad y se amplifica hasta el infinito?- dice el director -. Es una pregunta apasionante”.

La mentira – es decir, provocar la falsedad con intención de engañar – es aquí un misterio. La protagonista de esta historia se mete de forma voluntaria en la piel de una víctima del racismo por motivos que el espectador jamás alcanza a comprender. Como se preguntará uno de los personajes secundarios: el verdadero misterio de todo esto es: ¿Por qué lo ha hecho?.Téchiné añade:  «la ficción que ha inventado la chica se convierte de repente en un «éxito». De improviso todo el mundo cuenta la historia, y todo el mundo tiene una opinión; todo esto supera el sufrimiento de esta joven. En su mundo, ella habría ido directamente a la policia a denunciar, pero su atacante no habría sido encontrado, puesto que no había tal atacante, y la historia se habría acabado. El asunto entero podría y habría acabado ahí. Pero no lo hizo. ¿Por qué? ¿Cómo podemos explicar el éxito de esta ficción fabricada? Aunque tiendo a pensar- termina Téchiné – que se trata de un acto desesperado para solicitar afecto, la respuesta va más allá del juicio. En este sentido, la protagonista es un personaje real y fantástico».

(Imágenes:- -«La chica del tren».-1.–escena de la película.-septimoarte/2 y 3.- Émile Dequenne en dos momentos del film.-fotogramas.es)

EL AÑO PASADO ENTRE LIBROS

Los pasos del que camina entre libros son absorbidos por las maderas, acogidos por las puertas que crujen conforme avanzan los pasos, habitaciones antiguas que reciben pasos interminables, libros interminables, libros y pasos que suceden a otros pasos y libros, cuartos cargados de autores amontonados, alineados, puertas y maderas que hacen resonar los pasos entre libros, autores encuadernados, autores deshojados, autores recobrados, autores vencidos, suelas de zapatos ligeros, pesados, tacones que aplastan las maderas, manos que empujan las puertas, silencios que abren el picaporte de los ruidos, que abren los labios de los autores, cabecean los lomos, duermen las páginas, los pasos del que camina entre libros rozan los índices, los prólogos, los pasos del que camina entre libros…

…  recorren ahora, sí, el costado de las hileras, los títulos, los hombros de los autores escuchan los pasos con sus espaldas unidas en las estanterías, las cubiertas unidas, las líneas también unidas y apretadas, los lenguajes mudos, los idiomas callados, los pasos del que camina entre libros van tocando los bordes de las investigaciones, los ingenios, las ficciones, las manos acarician al pasar la superficie de los ensayos, las imaginaciones, los argumentos, las ilustraciones, picotean los tacones sobre el tablón de las maderas y en esas maderas resuenan poemas de siglos de oro, siglos de plata, prosas, géneros, escuelas, generaciones, crujen estas maderas sobre escenarios de libros de teatro, filman los ojos mientras pasan secuencias y guiones,  puntas de pies avanzan entre libros danzando ante páginas de ballet, dedos mueven las hojas conforme avanzan los pasos del que camina entre libros, sí, del que camina entre libros, tal y como caminaban…

los pasos de aquella película de Resnais, El año pasado en Marienbad, » en que los pasos son absorbidos por alfombras pesadas, tan gruesas que ni el ruido de sus propios pasos llega a sus oídos, como si el oído mismo del que camina, una vez más, a lo largo de estos pasillos. – por entre estos salones, estas galerías de este edificio de otro siglo, este hotel inmenso, lujoso, barroco, – lúgubre, en el que pasillos interminables suceden a otros pasillos«, nos llevaran hasta esta madera que cruje conforme avanzan los pasos del que camina entre libros, volúmenes amontonados, portadas, espacios reducidos, fábulas en el suelo, tramas hasta el techo, discursos, narradores, personajes, poéticas, retóricas, las lenguas del lenguaje,  rimas, pausas, versificaciones, monólogos, polifonía, tramas, los pasos del que camina entre libros apenas se oyen ya hacia el final, silencios, silencios,  libros que van apagando a los pasos, libros que se quedan solos…

…libros reinando en el tiempo, libros del año pasado, del siglo pasado, libros de todos los siglos que cubrirán las pantallas hasta que el ojo humano vuelva a cruzar el año que viene entre libros.

(Imágenes.-1. Jane & Louise Wilson.-Oddments Room.-V. Atlas, 2008.-Galería Helga de Alvear.-Madrid/2.-Jane & Louise Wilson.-Oddments Room lll.-2008.-303 Gallery.-New York.- artnet/ 3.-Jane & Louis Wilson.-Oddmentes Room l.-2008.-artnet.com 4.-Jane & Louise Wilson.-Oddments Room ll.- (Voyages of the Adventure and Beagle) 2008.-303 Gallery .-New York.-arnet.com)

LOS LIBROS, EL FUEGO, TRUFFAUT 25 AÑOS DESPUÉS

TRUFFAUT .-1.-con Julie Christie en Farrenhit 451.-flims.-Bio

 

     «Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los libros, más breves, condensaciones. Resú-menes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco.

     (…)

     Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la formación intelectual durante los últimos cinco siglos o más.

     (…)

     Acelera la proyección, ¿Clic? ¿Película? Mira, Ojo, Ahora, Adelante, Aquí, Allí, Aprisa, Ritmo, Arriba, Abajo, Dentro, Fuera, Por qué, Cómo, Quién, Qué, Dónde, ¿Eh? ¡Oh! ¡Bang! ¡Zas!,  Golpe, Bing, Bong, ¡Bum! Selecciones de selecciones, selecciones de selecciones de selecciones. ¿Política? ¡Una columna, dos frases, un titular! Luego, en pleno aire, todo desaparece. La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores, que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de una pérdida de valioso tiempo».

fuego.-BBVSB.-por Donald Sultan.-1986.-artnet 

    » Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de pensar. Organiza y organiza y superorganiza super superdeporte. Más chistes en los libros. Más ilustraciones. La mente absorbe menos y menos. Impaciencia. Autopistas llenas de multitudes que van a algún sitio, a algún sitio, a algún sitio, a ningún sitio. El refugio de la gasolina. Las ciudades se convierten en moteles, la gente siente impulsos nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las mareas, viviendo una noche en la habitación donde otro ha dormido durante el día y el de más allá la noche anterior.

     (…)

     Los autores, llenos de malignos pensamientos, aporrean las máquinas de escribir. Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas.

     (…)

     No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias.

     (…)

     Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creadores, la palabra “intelectual”, claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser.

     (…)

     Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?».

Ray Bradbury: «Fahrenheit 451

http://www.youtube.com/watch?v=d160eWmOrRc

(Pequeño recuerdo de  Francois Truffaut cuando en esta semana se cumplen 25 años de su muerte)

(Imágenes:-1.-Truffaut y Julie Christie en el rodaje de «Fahrenheit 451».-films.Bio/ 2.- «Earl Morming, May 20, 1986»- por Donal Sultan.-artnet)

VIAJE ALREDEDOR DE MI CUARTO

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«He emprendido y llevado a cabo un viaje de cuarenta y dos días alrededor de mi cuarto.(…) El placer que encuentra uno en viajar por su cuarto está al abrigo de la envidia inquieta de los hombres; es independiente de la fortuna.(…) Mi cuarto está situado bajo el grado cuarenta y cinco de latitud, con arreglo a las medidas del padre Beccaria; su orientación es de Levante a Poniente; forma un cuadrilátero alargado que tiene treinta y seis pasos de perímetro siguiendo la rasante del muro. Mi viaje será más largo aún que esta medida, pues con frecuencia atravesaré la habitación a lo largo y a lo ancho o la cruzaré diagonalmente sin sujección a regla ni método. Incluso haré zig-zags y recorreré todas las líneas posibles en geometría si la necesidad lo exigiera. No me gustan las personas que son tan dueñas de sus pasos y de sus ideas, y que dicen: «Hoy haré tres visitas, escribiré cuatro cartas y terminaré este trabajo que he empezado«. No, no hay ninguno más atrayente, a mi modo de ver, que seguir la pista a las ideas, como el cazador persigue la pieza sin seguir un determinado camino. Por eso, cuando viajo por mi cuarto, difícilmente sigo una línea recta; voy desde mi mesa hacia un cuadro colocado en un rincón; desde allí me dirijo oblicuamente para ir a la puerta; pero aunque mi intención al partir sea la de llegar hasta allí, si encuentro mi butaca en el camino, no titubeo entonces y me acomodo en ella inmediatamente».

Así continúa describiendo Xavier de Maistre en 1794 sus reducidos y a la vez imaginativos paseos en «Viaje alrededor de mi cuarto» que ahora lanza en una nueva edición Funambulista. Al releerlos se comprende que haya escapatorias de memoria y de fantasía, de creación cerebral de puertas y salidas en muchos seres humanos privados de libertad. Los ejemplos son múltiples, siempre lamentables, y algunos muy recientes.  Xavier de Maistre nos va mostrando la importancia de salir mentalmente de un cuarto sin abandonarlo, urdiendo cómo abandonarlo, como hizo Bresson en el cine con Un condenado a muerte se ha escapado.bresson-un-condenado-a-muerte-se-ha-escapado-spcfotologsnet

La imaginación, la voluntad de evadirse y de emprender un viaje exterior desde el interior, las astucias para contemplar el cuarto como si fuera el mundo y avanzar sobre ese mundo que aún no vemos como si ya fuera nuestro, son agudos resortes que nos abren el balcón de la libertad. El cuarto es un estrecho sótano o una selva de Colombia.  Aún no tenemos libertad y sin embargo ya la tenemos. Nadie sabe que tenemos libertad porque nos ven encerrados. Viajamos alrededor del encierro y cada paso que damos es libre. Nadie nos quitará ya la libertad.

(Imágenes: Maasten  Kolj.-foto: Miep Jukkema-press.-designacademy.nl/ escena de «Un condenado a muerte se ha escapado» de Robert Bresson)

EL «PASO ATRÁS» EN LA CREACIÓN

 

Como ocurre con los pintores, los escritores y tantos otros artistas, el creador cinematográfico da también unos pasos hacia atrás en su trabajo para adquirir más perspectiva, calcula la distancia y las dimensiones que tendrá lo que quiere llevar a cabo, y su ojo de creador domina el cuadro entero antes de acercarse otra vez a la cámara  y disponerse  a filmar. Ese «paso hacia atrás»  lo confesó , como tantos otros, el escritor y cineasta francés Philippe Claudel cuando realizó la película «Hace mucho que te quiero«. «Imaginé – dijo- la historia de Juliette y Léa , dos hermanas que no han hablado en 15 años. Lo apunté en una libreta y me fui a Laponia. Allí, en invierno, las noches son larguísimas, sólo hay dos horas de luz. Fue un momento mágico para escribir».

Y allí, en las noches de Laponia, Philippe Claudel evocó a Nancy, la ciudad francesa en cuya Universidad había estudiado Literatura e Historia, pero sobre todo puso en pie esa otra pequeña historia de las separaciones y los reencuentros humanos que en la película protagonizan Kristin Scott Thomas y Elsa Zylberstein.

Una vez más la distancia que toman los creadores para enriquecer su perspectiva se revela importante. Es en esas dos horas de luz del invierno de Laponia cuando las calles de hace años, y también los portales, las ventanas y las sombras toman cuerpo. Claudel pensó en las dos actrices y declaró después que era importante que en el film «Juliette lleve los años de cárcel tatuados en la cara, y que Léa tenga el rostro y la silueta de una adolescente que rehusó crecer. Las dos actrices aceptaron esta transformación, lo que les obligó a rodar gran parte de la película sin maquillaje, desnudas. (…) Me fascinan las vidas secretas que convierten a los conocidos en desconocidos. Me encantan las mujeres, me fascina su fuerza, su capacidad de recuperación, de renacer, de apoyarnos y aguantar la vida miserable de los hombres. Tengo la impresión de que los hombres se rinden muy deprisa, pero no las mujeres».

 Eso debía ir pensando el director cinematográfico dando «pasos atrás» en su pasado, en su experiencia y en su tiempo mientras iba escribiendo por las noches aquel guión. Había dos horas de luz únicamente en Laponia pero ellas estaban iluminando todo cuanto había vivido y todo cuanto al fin quería entregar al espectador.

(Imágenes: Kristin Scott Thomas y Elsa Zylberstein en «Il y a longtemps que je t´aime», de Philippe Claudel/ Kristin Scott Thomas, en otra escena del film)