MÚSICA, INSPIRACIÓN Y ELABORACIÓN

música.-87vvb-El violonchelista.-por John Alexander Blanco.-1898.-missfolly tumblr

«Todo cuanto ocurre en el mundo me interesa y afecta – escribía Schuman a Clara en 1838 -; la política, por ejemplo, la literatura, las gentes; reflexiono entonces acerca de todas estas cosas a mi propio modo… y luego esas reflexiones buscan una salida en la música. Esta es la razón por la cual muchas de mis composiciones son difíciles de comprender… Asimismo, por este motivo,

música.-6gnnm.-Konrad Krzyzanowski

muchos otros de los nuevos compositores no me satisfacen; es que – además de mostrar su falta de conocimientos profesionales – se extienden en lugares comunes líricos. El plano más elevado que alcanza ese tipo de música no llega al punto desde el que parte mi clase de música. El primero puede ser una flor; el último es un poema, es decir, algo que pertenece al mundo del espíritu. El primer tipo de música se debe a un impulso de la cruda naturaleza, el segundo procede de la conciencia del espíritu poético.»

música.-cg66,--.Frank Beresford.- 1881- 1967.- Burlington Paintings

Maritain comenta estas palabras anotando cómo en la música está presente el poder de la experiencia poética y añade las confesiones de Chopin a Delphina Potocha: «Todo creador tiene momentos en que su inspiración se debilita y en que solo se da la elaboración cerebral. Recorriendo partituras musicales puede uno señalar tales partes con el dedo. Lo importante es que haya lo más posible de inspiración y lo menos posible de elaboración. Listz abunda en elaboración, en cambio, su inspiración es reducida. En Mozart son muy raros esos momentos de elaboración pura. En Bach hay una elaboración contrapuntísitica, pero realizada de modo tan perfecto y tan estrechamente ligada a la inspiración que no es posible separar la una de la otra. Que no me hablen de composición; la creación es algo que no puede ser aprendido. ¿Se pretenderá, entonces, que todos creen del mismo modo?

música.-4hhyy.-Edzard Dietz.-1930

Inspiración y elaboración dan siempre vueltas en torno a los creadores. En la música, en el arte, en la literatura. «El genio consiste – recordaba Edison  – es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración». Toda una lección a tener en cuenta.

(Imágenes:- 1-.John White Alexander.-1898/2.-Konrad Krzyzamowski/-3.-Frank Beresford.-burlington. co. uk/ 4.-Edzard Dietz..-artnet)

SOBRE LA SERENIDAD

mar.-tuuh.-paisajes.-Childe Hassam

«Lúcido. Sereno quizás es una palabra más expresiva, puesto que presupone la idea de lucidez – escribió el novelista y ensayista inglés Charles Morgan -. Un cielo sereno es a la vez transparente y tranquilo; en cambio, un cielo tormentoso puede presentar intervalos luminosos. No obstante, es importante asociar ambas palabras, puesto que la penetración en la esencia de las cosas, a través de la luz, constituye el último fin de la serenidad. Es posible estar tranquilo sin hallarse sereno; una cara puede poseer una expresión de estúpida tranquilidad; una cara serena es solamente aquella que se ilumina con la luz del espíritu».

paisajes.-5gbnnin.-Joni Niemelä

(…) «Me atrevo a decir que la serenidad es lo que distingue incluso el bien del mal y que su presencia o ausencia es uno de los medios por los que pueden ser identificados ambos conceptos morales. La alternativa no radica, pues, como pretende la crítica moderna de la vida y el arte, en la elección entre el optimismo y el pesimismo, entre el sentimentalismo y el realismo objetivo, ni entre el romanticismo y el naturalismo. Estas distinciones quizá puedan tener su importancia a efectos de clasificación, pero en modo alguno son esenciales. La distinción esencial debe realizarse entre lo sereno, lo luminoso y lo atormentado y oscuro. En música jamás se han compuesto páginas más trágicas que las del movimiento lento del Quinteto en G menor de Mozart o el Tercer Estudio de Chopin, Opus 10. Ni tampoco más serenas».

(Imágenes: –1.-Childe Assam/ 2.-Joni Niemelä)

EL GENIO ADOLESCENTE

Como recordé en Mi Siglo hace ya bastante tiempoGoethe escribe su gran obra a los 82 años, Cervantes acaba el Quijote a los 68, Tiziano pinta su último cuadro a los 98, Miguel Ángel termina frescos a los 71,  Verdi compone obras célebres a los 74 y Haendel escribe otra gran obra suya a los 72. Pero en el otro extremo de la vida, al principio, –  al inicio del arco de la vida – se abre 

igualmente «el genio adolescente» que, entre muchas otras personalidades, congrega a escritores, pensadores, músicos y pintores muertos antes de los 4o años, dejando cada uno de ellos una obra cuajada y enormemente valiosa a pesar de su juventud. Pascal, Leopardi y Chopin fallecen a los 39 años, Pushkin, Caravaggio, Rafael, Rimbaud y Van Gogh mueren a los 37, Toulouse-  

Lautrec, Purcell y Watteu a los 36, Mozart y Modigliani a los 35, Kleist a los 34. La evolución del genio en Rimbaud comienza a los 15 años y Jacques Brosse junto a Yves Fauvel que han estudiado a estos personajes en «Le génie adolescent» (Stock) se aventuran a decir que Mozart tuvo sus primeros brotes de creación a los 3 años y a los 7 surgieron ya en Chopin las primeras manifestaciones de lo que un día sería.

«El mundo es joven – escribía Emerson -: los grandes hombres del pasado nos llaman así afectuosamente. También nosotros deberemos escribir Biblias para unir de nuevo los cielos y el mundo terrenal. El secreto del genio consiste en no sufrir que exista ninguna ficción para nosotros; en verificar todo lo que sabemos«.

«Todas las épocas son iguales – recordó William Blake -, pero el genio está siempre sobre su época».

(Imágenes.- 1.-Lord Byron.-por Max Beerbohm/ 2.-Toulouse-Lautrec y su amigo Maurice Guibert/ 3.-«Requiem» de Mozart.-Lacrymosa.- inconclusa.-bellswithin/ 4.-muerte de Pushkin.-por Dmtro Belysukin/5.-manuscrito de Chopin.-ejercicios de piano de la mano de su hermana mayor/ 6.-Rafael.-posible autorretrato en su adolescencia.-wikipedia)

PÁJAROS EN LAS MANOS

«Durante todo el día, mientras la lluvia golpeaba y susurraba – confesaba John Burroughs  en sus «Miradas a la naturaleza» (Centellas) -, he estado oyendo las notas del petirrojo y el tordo de los bosques; el papamoscas no dejaba de jugar a dos pasos de mi ventana, lanzándose como una flecha, gorjeando con voz baja y satisfecha entre las hojas humedecidas, con las plumas secas y lisas, como si las gotas hubieran pasado a través de él; el sinsonte jugueteaba y se

posaba sobre la valla de mi jardín; el troglodita se detenía un instante bajo la lluvia, y se entregaba luego a una breve pero fogosa repetición bajo las grandes hojas del emparrado; el ave del paraíso me informó de su vecindad con su vuelo amanerado, y la golondrina de las chimeneas, encaramada en la buhardilla, cantaba «chipi-chipi-cherri», la adivinanza para los niños». Alguna vez en Mi Siglo he hablado ya de la música de los pájaros, pero ahora son también los pájaros los que se posan sobre los dedos de nuestras manos, sobre las páginas de nuestros libros. Cuando Len Howard, en «Los pájaros y su invidualidad» (Fondo de Cultura) habla del cántico del petirrojo recuerda que es mucho más expresivo en otoño que en primavera. «Me suena feroz – dice -, amenazador, mimoso, aliviado, contento, triunfante, mórbido, presumido, lastimero, resuelto, aburrido, desesperanzado, dando la impresión de que su adversario es un necio y el mundo una cosa estúpida. Garstang,recuerda también Howard  -en su libro sobre el canto de los pájaros, lo llama el Chopin de su clase, pero

Chopin es a menudo sentimental y los petirrojos no lo son nunca». Burroughs y Howard, entre tantos otros, van y vienen entre los pájaros, entre sus plumas y sus cánticos, observándolos y escuchándolos, interpretando sus movimientos.  «Con estos ángeles y ministros de misericordia como compañeros – seguía diciendo Burroughs -, hasta en la soledad de mi despacho me siento impulsado más que nunca a expresar amor y admiración. (…) A los ojos del hombre de ciencia, que diseca y clasifica, un pájaro no es ni más ni menos simpático que una ardilla o un pez; a mí, sin embargo, me parece que todas las cualidades superiores de la creación animal convergen y se concentran en estas ninfas del aire; la naturaleza alcanza su obra maestra con el pájaro cantor».

Es así como los poetas se acercan a los pájaros y los pájaros a los pintores y los pintores de nuevo a los poetas para escuchar mejor a los pájaros, prendidos todos ellos, por ejemplo, de los timbres del mirlo,» de voz bellísima y madura – comenta Howard -, con los modos de sus tonadas diversos, a menudo hermosos, serenos y calmantes, a veces humorísticos o extraños, y con frecuencia de carácter pastoril, porque la canción de cada pájaro se compone de muchas de esas tonadas, ideadas por él y cantadas luego con variaciones improvisadas sobre la idea original si está de humor».

(Imágenes:- 1.- Sonja Braas.- 1991.- you-hare-ere.-26.-melisaki/ 2.-Indra Grusaite.- Indra Grusaite. tumblr/ 3.-New York Historical Society/ 4.-René Magritte/ 5.-anónimo francés del siglo XVll)

PAUL KLEE, ENTRE MÚSICA Y PINTURA

Varias veces he hablado en Mi Siglo de la interrelación existente en el mundo de las artes. Música y literatura. Música y pintura. Chopin y Delacroix.  En el caso de Klee, al incidir en él también y de modo poderoso la pintura y la música, el artista bautiza a sus óleos con títulos extraños  – como recuerda Paul Westheim : «Sueño de dos mitades», «Encima y hacia arriba», «Máquina de trinar», «El árbol de las casas», «Flor de luna», «Moho y plata» y se los pone cuando ya están pintados. No indican el tema o el contenido del cuadro, tampoco son una descripción explicativa.» Son algo así como la clave – dice Westheimal principio del pentagrama, que sirve para determinar la designación de las notas«. Desde muy pequeño Klee escucha el concierto de Brahms y queda «destrozado«; posee igualmente cariño por César Frank, «una melancolía me invade como cuando oigo a Schubert«, dice.

Todo en torno a Klee está invadido de música. En sus muy interesantes «Diarios: 1898/1918» (Era) va enlazando los nombres y las obras: se acoge a Bach, a Mozart, a los grandes románticos; junto a Beethoven le acompaña también Brahms en primer lugar. «La música es para mí como una amante embrujada«, dirá en 1898. Nos llevaría todo esto a recordar cuando Chauteaubriand habla de una mujer música. «Parecía – la había definido Chauteaubriandcual si fuere ella misma melodía visible, y que diera vida a sus propias leyes«. En Roma, en noviembre de 1901, Paul Klee confiesa: «me conmovió el último movimiento de la Séptima de Beethoven. Varias voces principales quedaron ahogadas, pero en conjunto hubo energía y éxtasis a la vez. Se festejaron orgías de sonido sinfónico. Los golpes breves eran más convincentes de lo que estoy acostumbrado.  Además hace apenas poco tiempo que he madurado para esta obra. Nostalgia por Mozart«.

«La música me ha consolado a menudo – dirá en otra ocasión – y me consolará si es necesario«. En Berna, cuando ve aparecer a un joven Casals, escribirá: «En el quinto concierto sinfónico tocó Casals: ¡uno de los más maravillosos músicos que haya habido jamás! Su tono de cello es de la más conmovedora melancolía. Son ilimitados sus medios de expresión, tan pronto hacia el exterior, pero partiendo de la profundidad, tan pronto hacia el interior en la misma profundidad. Toca con los ojos cerrados, pero su boca se contrae ligeramente en el seno de semejante paz«.

Cuando nos acercamos a los colores de Klee parece que nos hablara Êtienne Souriau en «La correspondencia de las artes» (Fondo de Cultura):» podemos imaginarnos una rosa estilizada, en que tallo, hojas, flor, van apareciendo sucesivamente en el acorde verde claro, verde oscuro, rosa, sobre fondo azul turquesa, y después con estos colores arbitrarios: la rosa azul, las hojas color tabaco, el tallo negro, y el fondo amarillo. Y después, la rosa dorada, las hojas rojas, el tallo ocre, y el fondo verde ácido. Tendremos de esta guisa una variación bastante análoga a la de un mismo tema musical presentado sucesivamente en mi bemol mayor, en do menor, en sol mayor, en re mayor». Música y pintura. Pintura y música.

Alejándose y acercándose de sus cuadros, Klee se confiesa en 1912: «Hay unos principios primitivos del arte y se les encuentra en las colecciones etnográficas o en sus propias casas, que son las habitaciones de los niños. Los niños tienen ese poder, y es una lección de sabiduría que ellos pueden dar. Cuanto más ignorantes son, mejor pueden proporcionarnos ejemplos ricos en lecciones, y debe preservárseles cuanto sea posible de toda corrupción».

Nos acercamos así como niños hasta el rostro de Klee:

Nos acercamos también hasta su habitación:

(Imágenes:- 1.-Paul Klee.- ad marginen.-1930.-Museo de arte de Basilea/ 2.-Paul Klee.- metrópolis.- pinturayartistas/ 3.- Paul Klee.-el caballero negro.-1927/4.-Paul Klee.-conquistado.- 1930.-museo Paul Klee.-Viena.-wikipedia/5.-Paul Klee.-composición cósmica.-1919.- Kunstasammlunng Nordrhein Wesfalen/6.-Paul Klee.-Dessau.-1933.- foto Josef Albers.-Paul Klee Foundation/ 7.-Paul Klee.-mi habitación.-1896.-Foundation Paul Klee)

PRELUDIOS DE MALLORCA, SILENCIOS DE CHOPIN

plazas desiertas,

raíces prodigiosas,

silencios,soledades,

efigies memorables,

el agua en los paseos,

«Estoy en Palmaescribirá Chopin a Fontana – entre palmeras, cedros, cactus, olivos, naranjos, limoneros, áloes, higueras, granados…, en fin, todos los árboles que poseen los invernaderos del Jardín de Plantas. El cielo es de turquesa, el mar, de lapislázuli; las montañas de esmeralda y el aire, como el del cielo. Sol todo el día. Todo el mundo va vestido como en verano, pues hace calor… Por la noche, durante horas, se oyen cantares y el sonido de las guitarras… En resumen, ¡una vida admirable!».

(Imágenes: distintos rincones de Palma de Mallorca.-fotos JJP.-marzo 2011)

MÚSICA Y LITERATURA

Vinteuil en Proust, el compositor fantástico en «En busca del tiempo perdido«, Adrián Leverkün en Thomas Mann, el compositor imaginario en «Doktor Faustus» – la figura en la que se reconoció Arnold Schönberg -: músicos y escritores entrelazados en obras y en historia. En el caso de Proust sus conocimientos musicales fueron acompañados por los gustos familiares, por la frecuentación de los salones donde se celebraban conciertos, por las veladas musicales en el Ritz, las listas de representaciones de óperas, los ballets a los cuales asistió o la invitación para escuchar cuartetos. César Franck, Debussy, Fauré, Wagner, Chopin y Beethoven, entre otros, serán nombrados siempre por Proust con admiración. Ante ese «discurso sin palabras» – que así llamará él a la música – se trataba de reconstruir en cierto modo la obra musical dentro de la gran novela que con ecos y  ritmos propios participaría igualmente de la poesía.

En el caso de Thomas Mann podemos leer en «La novela de una novela«: «No he de olvidar una magnífica interpretación del cuarteto de Busch, en Town Hall, con la perfecta ejecución del opus 132 de Beethoven, esa obra suprema que yo, como por disposición del destino, oí por lo menos cinco veces en los años del «Faustus«. Muy numerosas veces la música ha penetrado en la poesía y en muchas otras ocasiones ha sido ésta la que ha penetrado en la música. En «Il vento de Debussy«, como se ha demostrado certeramente,  la música influyó decisivamente en la poesía del italiano Montale. Como se han mantenido juntas – según varios autores – las poesías de Goethe y los Lieder de Schubert, la poesía de Mallarmé y la pieza de Debussy.

Igual que en en las relaciones entre música y pintura – al que alguna vez me he referido en Mi Siglo al hablar de Chopin y Delacroix -, la música ha transportado a escritores y pensadores, elevándolos por encima del tiempo. El francés Charles Du Bos contaba en su «Diario» (Emecé) al escuchar a César Franck: «Yo no tengo ninguna esperanza de traducir con palabras lo que significa para mí desde hace veintisiete años el quinteto. Desde los primeros compases me siento como girando, enviado de un lado a otro en el espacio, entre cielo y tierra, en una gigantesca hamaca donde, sin embargo, la misma opulencia reviste el valor y la coloración del heroísmo. Uno se siente «transportado» en el sentido etimológico y fuerte de la palabra. Sí, es esto lo que hace el quinteto de Franck: transportar«.

(Pequeña evocación cuando han aparecido una serie de volúmenes de la colección «Los escritores y la música«.-Ediciones Singulares)

(Imágenes:-1.-el violonchelista.-1957.-Robert Doisneau.-all-art.org/2.-Schönberg.-tres piezas para piano. op 11.-nº 1.-wikipedia/3.-trabajo de músico.-Siegerland, Alemania.-August Sander.-all-art.org)

CHOPIN Y DELACROIX

«Hacia las tres y media – cuenta Delacroix en su «Diario» (7 de abril de 1849) – acompañé a Chopin a dar un paseo en coche. Aunque fatigado, me sentía feliz de poderle ser útil en algo… Por la Avenida de los Campos Elíseos, el Arco de la Estrella, la botella de vino en el ventorrillo; parada en las barreras, etc.

Durante el paseo me habló de música, y esto le reanimó. Yo le preguntaba qué era lo que establecía la lógica en música. Me hizo comprender lo que era la armonía y el contrapunto; cómo la fuga es lógica pura en música, y que el conocer bien la fuga, es conocer el elemento de toda razón y de toda consecuencia en la música. Pensé lo feliz que hubiera sido yo de haberme podido instruir en todo eso que atropellan los músicos vulgares. Este sentimiento me ha dado una idea del placer que los sabios dignos de serlo, encuentran en la ciencia. Y es que la verdadera ciencia no es lo que ordinariamente se conoce por esa palabra, es decir, una parte del conocimiento diferente del arte: ¡no! La ciencia examinada así y explicada por un hombre como Chopin, es el arte mismo, y no ese que cree el vulgo que es arte, es decir, especie de inspiración que viene no se sabe de dónde, que anda por casualidad y que no presenta sino el exterior pintoresco de las cosas. El arte es la razón misma engalanada por el genio, pero siguiendo un paso necesario y contenida por las leyes superiores. Esto me llevó a la diferencia entre Mozart y Beethoven. «Allí – me decía – donde este último es oscuro y parece falto de unidad, no es porque una pretendida originalidad – un poco salvaje -, con la que le honran, sea la causa; es que volvió la espalda a principios que son eternos; Mozart no lo hizo nunca. Cada una de las partes musicales tiene su medida, que, acomodándose a todas las demás, forma un canto y le continúan perfectamente: esto es el contrapunto». Me dijo que es costumbre aprender los acordes antes que el contrapunto, es decir, la sucesión de notas que lleva a los acordes…Berlioz coloca los acordes, y luego rellena los intervalos como puede».

Una semana después de este paseo por París entre el pintor y el músico, Delacroix escribe nuevamente en su «Diario«: «Por la tarde fuí a casa de Chopin; lo encontré muy abatido, respirando apenas. Al cabo de algún tiempo, mi presencia lo reanimó. Me dijo que el aburrimiento era para él, el mayor de los tormentos. Le pregunté si no había sentido antes el vacío insoportable que yo suelo sentir algunas veces. Me contestó que sabía ocuparse siempre de alguna cosa, por nimia que fuese; una ocupación llena los momentos y desvía esos vapores. Pero los pesares son cosa distinta».

Chopin moriría en octubre de ese año, y al enterarse Delacroix escribe: «¡Qué gran pérdida! Tanto bribón que sigue en su sitio, mientras que esta bella alma acaba de desaparecer!». Se ha dicho que Chopin y Delacroix tenían el mismo escepticismo ante las multitudes, compartían el gusto por lo clásico y un dios común: Mozart. Chopin admiraba los lienzos de su amigo y Delacroix a su vez las composiciones de Chopin: «Es el artista más verdadero que yo he encontrado decía el pintor – Es de esos, en pequeño número, que se pueden admirar y estimar».


Del «Diario» de Delacroix he hablado alguna vez en Mi Siglo. Música y pintura como música y literatura se enlazan por esos pasillos de la correspondencia de las artes. Entre otros «Diarios» de pintores hay uno, el de Paul Klee, que también dedica grandes espacios a la música; también pasea, aunque no sea físicamente, por avenidas de composición. «Una melancolía me invade – dice Klee – cuando oigo a Schubert«; «la música me ha consolado a menudo y me consolará si es necesario. Es casi insoportable el pensamiento de vivir en una época de epígonos». En febrero de 1906 escribe: «Adquirí un violín Testore del año 1712 y me deshice de mi viejo instrumento de Mittenwald, barnizado con todo amor. Se enamora uno de los violines. Pero los violines de los que uno se deshace no se suicidan. Y eso es cómodo». Y ese mismo día añade: «En el concierto sinfónico tocamos la excelente Sinfonía de César Franck, la Obertura Cellini, de Berlioz y el vals Mefisto de Liszt«. En otro lugar de su «Diario«, en 1905, Klee recoge su impresión de Casals: «En el quinto concierto sinfónico tocó Casals, uno de los músicos más maravillosos que ha habido en el mundo. El sonido de su cello es de una conmovedora nostalgia. A veces hacia fuera, saliendo de las profundidades, a veces hacia dentro, bajando a ellas. Al tocar cierra los ojos, pero su boca interrumpe un poco esta paz (…) La noche del concierto, Casals se hallaba sentado frente a la orquesta que tocaba la introducción, claramente enfadado. El director volvía la cabeza para mirarlo con ojos implorantes y descubrir lo que pensaba acerca del tempo. El español lo soportó exactamente un compás más, y con unos cuantos movimientos de arco creó el orden necesario. (…) Casals interpretó solo una Sarabanda de Bach«.

Paseos y recuerdos, recuerdos y paseos entre pintura y música.

(Pequeña evocación, hoy, uno de marzo, en que se cumplen 200 años del nacimiento de Chopin: 1 de marzo 1810- 1 de marzo 2010)

(Imágenes: 1.-Chopin, retrato por Delacroix.- wikipedia/ 2.-retrato de Chopin.-wikipedia/ 3.-Chopin tocando ante la familia Radziwill.-wikipedia)