VIAJES POR EL MUNDO (13) : NUEVA YORK

 

 

Nueva York no es joven – decía Paul Morand – ; es más vieja que San Petersburgo. Su aventura será la nuestra. Defendernos contra las novedades de Broadway es rechazar ese orden establecido de antemano que se llama porvenir. “En suma – me decía Cocteau -, vas a Nueva York a que te lean el porvenir en la mano.” Exactamente. Y después a aplicar en Europa lo que allí he visto para poder predecir. Hay algunos que afirman que Nueva York no tiene nada de original. Mientras consigue tenerlo hay una arquitectura , unas maneras, un concepto de la vida puramente neoyorquinos, que trastornan al mundo. Se olvida demasiado que Nueva York ha sido lo que son, lo que fueron Londres o París; hace veinte años se veían aún amazonas en Central Park; la Prensa comenzó allí en el siglo XVlll, al mismo tiempo que comenzaba en Fleet Street la de Londres. Fue la Inglaterra industrial de comienzos del siglo XlX la primera que contaminó a una América todavía agrícola; por eso es injusto hacer responsable únicamente a ésta de nuestras desdichas y apartarnos de Nueva York como de un lugar espantoso, extraño.

(…) El plano de Manhattan está dibujado por el destino. Los límites estrechos de la isla le han encuadrado para siempre. Se estira hasta crujir. Sus metros, sus líneas aéreas, sus restaurantes y sus teatros están atestados, y, sin embargo, él aumenta. Nunca se os niega  la entrada en un vagón o en un autobús; hay siempre sitio para los últimos que llegan. “País elástico”, escribía Dickens. El salvajismo  de los indios, la crueldad de los piratas españoles, el misticismo de los cuáqueros, la anarquía de los irlandeses, la poesía de los soñadores alemanes de 1848, el nihilismo eslavo, Nueva York ese gran laboratorio, ha ensayado todo lo bueno y lo malo; ha reducido eso a pólvora, haciendo con ello el orden y la riqueza americanos. Se imprime allí, se expresan sus habitantes en veinticinco lenguas, y, sin embargo, todo el mundo se comprende. Nueva York es rico. Duerme sobre el oro del mundo encerrado tras unas gruesas cerraduras.”

 

 

(Imágenes- 1-Nueva York- André Kertész- 1952/ 2 -Nueva York- Vivian Maier-1955)

HORAS DE NUEVA YORK

Como hizo RAMÓN en su Elucidaro  de Madrid pasando agujas de literatura ante el reloj de la Puerta del Sol, así el periodista norteamericano Gay Talese pasa las páginas de sus reportajes sobre las horas de Nueva York, segundero y minutero de imágenes y palabras. «A la una de la mañana – escribe en «Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas» – Broadway se llena de avispados y de muchachitos que salen del hotel Astor vestidos de esmoquin, muchachitos que van a los bailes en los coches de sus padres.»

«A las dos, algunos bebedores empiezan a perder la compostura, y ésta es la hora de las peleas de cantina. »

« A las tres, termina la última función de los night-clubs y la mayoría de los turistas y compradores forasteros están de vuelta en sus hoteles«.

«A las cuatro, cuando cierran los bares, se ve salir a los borrachos…»

«A las cinco, sin embargo, casi todo está en calma. Nueva York es una ciudad completamente distinta a las cinco de la mañana: Manhattan es una ciudad de trompetistas cansados y cantineros que regresan a casa. Las palomas se apropian de Park Avenue, y se pavonean sin rivales en medio de la calle«.

Son ciudades sobre las que está pasando el tiempo, costumbres que rozan las calles, horas de historia.

«A las cinco – sigue contando Talese – los asiduos de Broadway se han ido a casa o a un café nocturno, en donde, bajo el relumbrón de luz, se les ven las patillas y el desgaste«.

» A las seis de la mañana los empleados madrugadores comienzan a brotar de los trenes subterráneos. El tráfico empieza a fluir por Broadway como un río«.

«A las 7.30, cuando la mayoría de los neoyorquinos sigue aún sumida en un cegajoso duermevela, cientos de personas hacen fila en la calle 42 a la espera de que abran los diez cines ubicados casi hombro a hombro entre Times Square y la Octava Avenida«.

«¿Quiénes son los que van al cine a las 8 a.m? Son los vigilantes nocturnos del centro, los pelagatos, los que no pueden dormir, los que no pueden ir a casa o los que no tienen casa«.

«Nueva York es una ciudad en la que unos halcones grandes que suelen anidar en los riscos hincan las garras en los rascacielos y se precipitan de vez en cuando para atrapar una paloma en Central Park, o Wall Street, o el río Hudson. Los observadores de pájaros han visto a estos halcones peregrinos circular perezosamente sobre la ciudad. Los han visto posarse en los altos edificios, e incluso en los alrededores de Times Square«.

Como hiciera RAMÓN en su Elucidario de Madrid también aquí un escritor ve cómo pasan las horas.

(Imágenes:-1.Nueva York en 1958.-Dennis Stock.-all-art.org/2.-Nueva York en 1892.-Alfred Stieglitz.-all-art.org/3.-Nueva York en 1893.-Quinta Avenida.-Alfred Stieglitz.-all-art.org/4.-Nueva York en 1947.-Cartier- Bresson.-all-art.org/5.-Nueva York en 1946.-Andreas Feininger.-phoyographers gallery.-artnet/6.- Nueva York en 1975.-Nicholas Nixon.-artnet/ 7.-Nueva York en 1911.-George W Bellows/.-8.-Nueva York en 1975.-Nicholas Nixon.-artnet/ 9.-Manhattan.-Robert Clark.-National Geographic Magazine)