VIEJO MADRID ( 30 ) : LARRA EN LA CALLE DE BAILÉN

En más de una ocasión he hablado de Larra en Mi Siglo. De sus paseos a caballo desde Recoletos a Atocha buscando temas para sus artículos, de su célebre «Escribir en Madrid es llorar«.

Ahora, cuando me detengo en mis paseos madrileños ante la estatua de Larra en la calle de Bailén, oigo nuevamente aquellas palabras de Azorín en «Lecturas españolas«: «en febrero de 1837– evoca Azorín – Larra ya no escribe. La crisis se acentúa; el desenlace se aproxima. Pasea solo; permanece horas y horas en algún apartado café. A la desdeñosa mujer amada manda carta tras carta, solicitando una entrevista. La entrevista le es, por última vez, concedida.

Llega el 13 de febrero. Por la mañana Larra visita a Mesonero Romanos y habla animadamente de sus proyectos literarios. A la tarde pasea por Recoletos. El marqués de Molíns le acompaña, y, al despedirse, Larra dice al marqués: «Usted me conoce; voy a ver si alguien me ama todavía«.

«Fígaro» espera en su casa a su amada. Llega ella. Habla Larra, porfía, suplica; ella muéstrase inexorable. Tras cinco años de relaciones, la ruptura es terminante y definitiva. Ella se marcha. Transcurren breves momentos; suena un disparo… Son las ocho y media de la noche».

Detenido ante este busto de Larra oigo aún la voz nacida de sus artículos: «Hombres nuevos para cosas nuevas – escribe -. En tiempos turbulentos, hombres fuertes, sobre todo, en quienes no esté cansada la vida, en quienes haya ilusión todavía; hombres que se paguen de gloria y en quienes arda una noble ambición y arrojo constante contra el peligro».

Después avanzo algo más por esta calle de Bailén, antiguas reales Caballerizas dejadas muy  atrás, palacios y jardincillos delante. Viene después el célebre Viaducto sobre la calle de Segovia por el que discurrió el traslado de los restos de Calderón de la Barca desde San Francisco el Grande hasta la Sacramental de San Nicolás.

Luego, antes de cruzar. me detengo en ese resplandor de un escaparate. Se reflejan las verjas y la Historia entre las uvas y los vinos.

(Imágenes.-1.-estatua de Larra en la calle de Bailén/ 2.- jardines en la calle de Bailén, frente a la Almudena/ 3.-escaparate de El Rey de los vinos» en la calle de Bailén-  agosto 2012.-fotos JJP)

VIEJO MADRID, 2009 (1)

Plaza de Guardias de Corps.-2

La cámara va conmigo. Los ojos de la cámara son mis ojos. Aquí me detengo un momento, en la Plaza de Guardias de Corps, la plaza que va de la calle del Limón a la del Conde Duque. Pedro de Répide, en sus «Calles de Madrid«, cuenta cómo antes se llamó Travesía de Guardias de Corps, «por estar junto al cuartel donde se hospedaba aquella escolta de las reales personas, y era una corta y estrecha vía, continuación de la calle del Cristo«.

Travesía del Conde Duque

Agosto deja en Madrid estos descubrimientos solitarios, plagados de leyendas, cantados por cronistas. Cuando llego – un poco más abajo – a la Travesía del Conde-Duque, evoco con Répide que aquí estaba la plazuela del Gato. «En esta plazuela vivía una famosa aleluyera, a donde los días del Corpus y de la Minerva, iban los chicos y los grandes a proveerse de los pliegos de aleluyas, que, recortadas, habían de caer revoloteando sobre la procesión. Y el nombre del Gato nacía de que en el bosque de Amaniel, que ahí llegaba, había sido cazado un gran gato montés, de cuya piel fueron hechas unas botas que el cardenal Cisneros regaló al Gran Capitán, y que, según decían los bien enterados, eran exactamente iguales a las que llevaba Carlomagno en sus expediciones guerreras. Pero tales botas tenían un inconveniente gravísimo, como era el que todos los gatos que las olían acudían muy luego a hacer aguas en ellas, con notorio menosprecio de la alta calidad de don Gonzalo de Córdoba, quien, justamente molesto, se deshizo de botas tan especiales y se apresuró a vendérselas a un mercader francés, que, acaso las contemplara satisfecho«.

Casa de Alejandro Sawa.-Conde Duque 7

La cámara desciende Conde Duque abajo y yo con ella. En el número 7 de esta calle, sobre un pequeño portal, aparece la blanca placa del recuerdo de Alejandro Sawa, que aquí vivió. Aquel Sawa del que tomó Valle- Inclán inspiración para su Max Estrellahiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales«, dijo Valle – en «Luces de bohemia«.  De «Alejandro Sawa, muerto, ciego y loco, en 1909«, Zamora Vicente dice que es la contrafigura de Max Estrella.  También añade: «Yo quiero ver en Don Latino al propio Sawa. Es un desdoblamiento de la personalidad. Lo que Sawa habría hecho en el envés de su cara noble y avasalladora. El otro Sawa. El que, lejos de la sabiduría verlainiana, engaña a quien puede y vive del sablazo ocasional». «Pero Valle-Inclánagregó igualmente Gonzalo Sobejano -, puso algo, bastante de sí mismo en Max Estrella, porque también él vivió una bohemia heroica y hubo de sufrir – o eludir a tiempo – ciertas experiencias de su personaje». 

caminobreve en Plaza de España

Luego cruza mi cámara la Gran Vía a la altura de la Plaza de España. Agosto, a estas primeras horas de la mañana, me lleva en soledad al sendero de árboles que camina hacia la calle de Bailén. Este agosto ha sido cantado por los grandes cronistas. «El Madrid estival, pobretón – escribía Emiliano Ramírez -Ángel en su «Madrid sentimental» en 1907 -, que ama los claveles y las polkas, y los pinares de la Moncloa, y las mañanitas del Retiro, y se estremece con «el crimen de esta tarde», y se interesa por el «se continuará» del folletín, y sueña ya con el bulevar novísimo proyectado por Aguilera, y no ha visto nunca el mar, y colecciona postales, y llora cuando el novio falta dos noches, y reza cuando truena, y alguna vez va a los toros, y nunca se mete entre sábanas sin dedicar una plegaria de amor y súplica a su «San Antonio«, y se envuelve en mantones de Manila para bullir en las verbenas, y ríe por nada, y se hermosea con poco, y es sencillo, y es humilde, y es crédulo y es inofensivo…ese Madrid femenino, risueño, grácil, lastre de muchas almas hombrunas y perversión de muchas almas yertas, rebulle ya por las calles, en busca de los bulevares, de las glorietas, de los paseos donde haya reposo y frescura«.

Por estos paseos ando yo. Paseos de hace un siglo y de hoy mismo, Madrid de 2009, de 1909, de 1907. Los árboles me llevan hacia la calle de Bailén y yo voy con ellos pensando ya en el paseo que daré otro día.

(Imágenes: Madrid:agosto 2009.-1.-Plaza de los Guardias de Corps./2.-Travesía del Conde Duque/3.-calle del Conde Duque, número 7/ 4.-pequeña avenida de árboles en la Plaza de España, camino de la calle de Bailén.-fotos JJP)