EL MURO DE BERLÍN Y LA MÚSICA

música.-7uhh.-violines.-Boucher

 

«Era la noche del 7 de octubre de 1989 – le va contando el director de orquesta Kurt Masur al periodista Furio Colombo -, y teníamos todas las razones del mundo para temer lo peor. La policía había acordonado con hombres armados la plaza de la Gewandhaus. La noche anterior había habido una gran manifestación frente a nuestra sala. Había un concierto, y los dos grupos de gente se habían unido. Yo estaba sobre la tarima y, al girarme, me dí cuenta de que debía ayudar. Había recibido una carta, la carta de uno que yo no conocía, pero que se dirigía a mí por ser el director de la Gewandhaus. La carta decía: » Hay jóvenes que tocan por las calles, que se reúnen tres o cuatro y tocan en las esquinas de las plazas, frente a las estaciones, delante de las escuelas…y los arrestan, los esposan, los maltratan y se los llevan en furgones blindados, como a delincuentes. Jóvenes que tocan.» ( En la carta de aquel joven desconocido, fechada el 3 de junio, se contaba que había sido detenido por «ser culpable de tocar el violín sin permiso»)

 

música.-tuws.-Otto Bettmann.-violin en Philadelphia Mummers Parade.-1917

 

Me pregunté, ¿ hasta dónde quieren llegar? ¿Hasta dónde avanzarán? Miraba a los soldados armados, sin saber si estaban o no dispuestos a disparar, y miraba al gentío, el mayor movimiento de protesta que Alemania hubiera conocido nunca. Esa multitud no iba a detenerse. Hay que tener en cuenta que el director de la Gewandhaus  es en Leipzig una gran autoridad. Me fuí al jefe de policía, y ni siquiera el jefe de policía de una ciudad de Alemania del Este podía permanecer impasible. Cuando se tiene el poder de un director de orquesta hay que jugárselo con un gesto decidido, seguro. Le dije: venga a mi teatro, yo reúno a todos los jóvenes, y usted y sus policías se comprometen a oírlos tocar. Y después, usted nos explica, a ellos y a mí, por qué no deben tocar. Y este era un caso algo insignificante; habia otros arrestos en Alemania del Este. Los jóvenes escapaban, saltaban el Muro, cada mes que pasaba perdíamos inteligencias, talentos. Muchos se quedaban, pero su vida era una vida encorsetada. Deseaban cambiar, pero ¿ cómo? Estábamos rodando por una pendiente. Yo no podía aceptar que se tratara a la música como un crimen. En mi teatro había jóvenes, y eran libres. Entonces hice venir al público, hice venir a la policía y los situé frente a frente.»

 

música-ddvtt-Koshiro Onchi- mil novecientos cuarenta y siete

 

( El Muro está lleno de historias. Ernst Jünger escribe en su Diario del 10 de noviembre de 1989: «Hemos estado sentados ante el televisor hasta más allá de medianoche participando de la alegría alrededor de la Puerta de Brandemburgo. Los nietos han llamado desde Berlín: habían estado bailando sobre el Muro.

Por fin una buena noticia para nuestro país. Ha sido como una lluvia en el desierto después de una larga sequía. Jamás dudé de que alguna vez se llegaría a la reunificación, pero sí de que yo la viera. Pensaba menos en un despertar nacional que en la desaparición de las fronteras dentro del desarrollo común hacia un Estado universal. Por eso me asombró tanto más la confianza con la que el canciller federal predijo hace poco aquí en la biblioteca el pronto final de la zona.»)

(A los veinticinco años de la caída del Muro)

 

(Imágenes.-1.-Boucher/ 2.-violins Philadelphia mummersr parade- 1917/ 3.- Koshiro Onchi– 1947)

CHARDIN Y LA VIDA DOMÉSTICA

«En las habitaciones donde vosotros no veis mas que la banalidad de los demás y el reflejo de vuestro aburrimiento – señalaba Proust en «Contre Sainte- Beuve« (Tusquets) -,  Chardin entra como la luz, dando a cada cosa su colorido que evoca la noche eterna donde se habían enterrado a todos los seres de naturalezas muertas o animadas, con el significado de su forma, tan brillante a la vista como oscuro a la mente».

Así aparecen, tanto en este «Cesto de fresas salvajes» como en el «Bodegón con gato y pescado«, piezas de caza, utensilios de cocina, frutas, el universo de la profundidad y la delicadeza, el espacio interior de muchas casas del siglo XVlll.

Chagrin presentaba sus pinturas, entre otros muchos sitios, en la exposición tradicional de la octava del Corpus que se celebraba en la parisina plaza Dauphine y en la que todos los comerciantes estaban obligados a cubrir de lienzos blancos las fachadas de sus establecimientos, sobre los cuales se colgaban los cuadros. La exposición tenía lugar fuera cual fuera el tiempo que hiciera y no podía durar más de dos horas. Las crónicas de la época señalan que era tal la cantidad de gente que se congregaba que quedaba prohibido el acceso a los vehículos. El público y los críticos siempre se quejaban de que sólo se podían apreciar la espalda y los sombreros de las espectadoras. Y alli estaban los cuadros de Chardin, junto a los de Coypel, Boucher, Nattier, Oudry o Natoire, y también se mostraban allí las pinturas de la señorita Vallayer- Coster, de veintidos años de edad, y las de la señora Vigée-Lebrun.

En las «Observaciones sobre las artes y sobre algunas obras de pintura expuestas en el Louvre en 1748«», se describe  la obra titulada «Los entretenimientos de la vida apacible», «que representa a una mujer sentada descuidadamente en un sillón, con un librito en rústica en una mano posada sobre sus rodillas. Por una especie de languidez que reina en sus ojos,  fijos en un rincón del cuadro, se adivina que estaba leyendo una novela y que las impresiones que de ella ha recibido le hacen soñar con alguien a quien quisiera ver llegar».

Es la hora de la lectura en las habitaciones de la vida privada del siglo XVlll, como otras horas parecen resonar en pasillos y estancias que nos van poco a poco llevando desde las páginas de ese libro hasta la cocina, y desde la amplitud de la cocina hasta el detalle minúsculo y lleno de color de un tarro de albaricoque pintado, o hasta la luminosidad del agua acompañando a una cafetera, o incluso hasta el cuarto de juegos donde, absortos, los ojos de  un niño siguen imantados el baile perpetuo de una peonza.

Es la peonza de Chardin, los pinceles de Chardin,  la mirada de Chardin. Matices silenciosos de la pintura francesa en una exposición en el Museo del Prado.

(Imágenes: 1- cesta de fresas salvajes.- 1760.-colección privada/.-2.-Bodegón con gato y pescado.-1728.-Museo del Louvre/ 3.-Los entretenimientos de la vida privada.-Nationalmuseum.-Estocolmo/ 4.-El niño de la peonza.-1738.-Museo del Louvre)