DUNCAN, LA BAILARINA

 

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«Yo pasaba días y noches enteras en el taller, buscando una danza que huía, gracias a los movimientos del cuerpo, la expresión divina del espíritu humano – confesaba Isadora Duncan en «Mí vida«-. Durante horas yo permanecía en pie, inmóvil, las manos cruzadas a la altura del pecho. Mi madre frecuentemente se asustaba al verme así, inmóvil y como en éxtasis. Pero yo buscaba, y al fin lo encontré, el resorte central de todo movimiento, el núcleo de la potencia matriz, la unidad de donde nace toda la diversidad del movimiento, el espejo de visión de donde surgía toda la danza, todo lo creado. Es desde este descubrimiento de donde nació la teoría sobre la cual fundé mi escuela. La Escuela del Ballet enseñaba a los alumnos que este resorte se movía en el centro de la espalda, en la base de la columna vertebral. Es desde ese punto, dicen algunos maestros del ballet, de donde parten los movimientos de los brazos, de las piernas y del tronco, y el resultado da la impresión de una marioneta articulada. Pero este método produce un movimiento mecánico, artificial, indigno del alma. Yo buscaba al contrario la fuente de la expresión espiritual desde donde se irradiaban por los canales de los cuerpos la fuerza centrífuga que refleja la visión del espíritu.

Aparecen en estos días, en el teatro y en el cine, el tema de las bailarinas. «La danza, según mi opinión- decía también la Duncan – tiene como propósito expresar los más nobles y profundos sentimientos del alma humana, aquellos que vienen de Pan, de Baco o de Afrodita. Ella debe establecer en nuestra vida una armonía vivificante y calurosa; y no pensar que la danza es un mero divertimento frívolo o agradable».

 

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Como recuerda Adolfo Salazar hablando de la Duncan, » ella creyó desde muy jovencita haber descubierto el secreto de una danza virgen. Se llamaba Grecia. En un estudio de eruditos concienzudos, se quiso mostrar con exactitud, a veces excesiva pero sorprendente, la convicción de que el sentido de la belleza en los movimientos del cuerpo humano existía en Grecia tanto como en París, hace más de dos míl años o ahora mismo. ¿Hubo un desarrollo o un progreso en el arte de la Duncan?, se pregunta Salazar. Alrededor de ella pulularon las admiraciones sinceras, los snbos y los amateurs. El peligro fue tan grande como las ventajas, y la pobre Isadora, que tuvo que sufrir los accidentes más dolorosos en sus hijos y en ella misma, vio perecer como destino inevitable su propio arte en manos de sus imitadores demasiado contentadizos».

 

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(Imágenes.-1.-Isadora Duncan.- foto Arnold Genthe-library of Congress- Wikipedia/ 2.-Duncan.-el mundo/ 3.-Isadora Duncan- babelio com)

DEGAS, DANZA, DIBUJO

Las tres DDegas Danza Dibujo – (Paul Valéry en el título de su texto sobre el pintor no las quiso separar con comas)  parece que bailaran y se mezclaran unas con otras representando de alguna forma uniones y trazos del gran impresionista francés. La Royal Academy of Arts de Londres nos lo acerca ahora en una exposición y podemos seguir atentamente evoluciones, pasos y movimientos. Es siempre Degas y el Ballet, o el Ballet y Degas, o Degas delante del Ballet, o el Ballet pintado por Degas. De los caballos de Degas hablé ya en Mi Siglo, y hace más tiempo aún de su ballet de medusas.


Me llaman el pintor de las bailarinas -confesaba Degas -. No comprenden que, para mí, la bailarina es un pretexto para pintar hermosas telas y representar el movimiento». Valéry, en sus «Piezas sobre arte» (La Balsa de la Medusa), separa de nuestros movimientos voluntarios ( los que tienen por fin una acción externa, es decir, alcanzar un objeto o lugar ) los otros movimientos, cuyas evoluciones no nos llevan a ningún objeto determinado. Y ahí se encuentra la Danza. Ahí van las tres D unidas en sus evoluciones y en sus ritmos – Degas Dibujando Danza; Dibujos de Danza de Degas –, a veces acompañadas por la música, «el universo de la Danza y de la Música tienen relaciones ímtimas que todos notamos – decía Valérysin que nadie sin embargo haya captado hasta ahora su mecanismo ni demostrado su necesidad. En los ballets se ven instantes de inmovilización del conjunto durante los cuales el grupo de ejecutantes ofrece a las miradas una decoración fija, mas no duradera, un sistema de cuerpos vivos limpiamente detenidos en sus actitudes y que da una singular imagen de inestabilidad.

En ese universo de la Danza – seguía diciendo Valèry el reposo no tiene lugar: la inmovilidad es cosa impuesta y forzada, estado de paso y casi de violencia, en tanto saltos, puntas, rotaciones vertiginosas son materia totalmente natural del ser y el hacer».

Y así vemos el movimiento del dibujo y cómo baila la Danza de la mano de Degas.

(Imágenes:- 1.-Degas:  bailarina posando para un fotógrafo.- Museo Pushkin de Bellas Artes de Moscú/ 2.- Degas.-bailarina.-Museo d`Orsay/ 3.-Degas: bailarinas vestidas de azul.- Museo Pushkin de Bellas Artes de Moscú)

VIEJO MADRID, 2009 (2)

Caaballo de Plaza de Oriente

Cuando avanzo en mis paseos por la Plaza de Oriente unos pajarillos penetran volando en el vientre del gran caballo montado por Felipe lV y encuentran rápidamente la muerte. Se ahogan en las dieciocho mil libras de bronce que pesa la estatua. No sé si eso es así, pero debiera serlo si se cree lo que cuenta Hartzenbusch en una de  sus Fábulas.

«Niños que, de seis a once,

jugáis en torno a la fuente

del gran caballo de bronce

que hay en la Plaza de Oriente»

Doy y doy vueltas al caballo. O el caballo me da vueltas a mí. Estuvo este caballo cerca de dos siglos entre los árboles del Buen Retiro. Copiado de un lienzo de Velázquez, el escultor italiano Pedro Tacca resolvió el problema del equilibro – cuenta Emilio Carrere – de acuerdo con Galileo Galilei. Quedó expuesta esta estatua en el estudio del artista y toda Florencia acudió a admirarla. Pero los pajarillos ahora me distraen. Siguen sobrevolando la muerte y la vida y en esta mañana de agosto vienen y van entre el suelo y el cielo, acuden a las llamadas del aire límpido y picotean migas invisibles.

Café de Oriente.-1

Entonces me siento en el Café de Oriente, en la realidad de esta mañana. Contemplo frente a mí el Palacio Real y veo en mi memoria los movimientos de aquel gran Baile de Palacio que describí en mi novela Lágrimas negras, páginas de surrealismo evocador:

Palacio Real.-A

«Abrió el Baile doña Trigidia, la flamante esposa del flamante nuevo ministro de Asuntos Exteriores, vestida con un traje largo de color granate y collar de brillantes, que evolucionó en los brazos de su marido en un vals a tres tiempos, con dos compases para seis pasos y un tiempo para cada paso. Salió del Comedor de gala, entró bailando en la Sala Amarilla, pasó a la Sala de Porcelana y se perdió en el Salón de Carlos lll. Inmediatamente después, doña Venecia, esposa del titular de Defensa, arrancó con su pie derecho hacia adelante y alzando su talón izquierdo, con la punta del pie derecho tocando el piso y trazando un cuarto de vuelta con su pie izquierdo, con su traje largo de terciopelo negro y conducida admirablemente por su marido, llegó con el vals hasta el Salón de Carlos lll, evolucionó lo que pudo en la estrecha estancia llamada Tranvía, se desplazó hasta el Salón de Gasparini, entró en la Antecámara de Gasparini, cruzó la Saleta de Gasparini y alcanzó brillantemente el Salón de Columnas. Le siguió con un traje verde de encaje doña Erasma, en brazos del nuevo titular del Aire, vestido de uniforme de gala, y los dos juntos dieron tres pasos de vals, luego una media vuelta, otros tres pasos más y una vuelta completa, cruzándose con doña Pomposa, llevada por el ministro de Marina, ella vestida con un traje negro estampado de flores, que pasó rozando a doña Acibella, de traje amarillo bordado, guiada por su marido, el nuevo titular de Educación, que cambió un saludo con doña Redenta, esposa del minstro de Obras Públicas, vestida de rosa estampado ella y él de frac con condecoraciones y que ya venían de vuelta de la Sala de Alabarderos, del Salón de Columnas y de la Sala de Gasparini. Todas las parejas se entremezclaron, destacando dos hermanas, Melchora y Gaspara, una en brazos del titular de Comercio y otra bailando con el titular de Industria – una con traje largo de terciopelo verde y otra de gasa marrón – que pasaron al lado de doña Eutropía, de gasa negro y conducida por el ministro de Agricultura, en el momento en que doña Centola, consorte del de Vivienda, se deslizaba junto a doña Raída, de beige grisáceo, alejándose hacia la Sala de Porcelana guiada por el ministro de Economía y viniendo desde la Sala Amarilla doña Domitila, con un traje marrón de terciopelo, llevada en flexibles arabescos po el titular de Información».

Palacio Real.-2

Así contemplo desde el Café de Oriente el Palacio Real. La realidad de la mañana me lleva hasta aquel baile irreal.

(Imágenes.- Madrid, agosto 2009.-: 1-Plaza de Oriente.- 2.-Café de Oriente.-/3.- Palacio Real.-fotos JJP)