EL NUEVO PERIODISMO

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«Esta profesión tiende a la autodefensa – ha dicho Arcadi Espada -, a no asumir que muchos problemas son el fruto del trabajo mal hecho. Eso sí, siempre estaremos dispuestos a denunciar el trabajo mal hecho por los otros (…)  Siempre hacemos grandes teorías para justificar los errores que cometemos los periodistas y que no tienen otra explicación que la pereza y la incompetencia (…) La literatura ha sido nefasta para el periodismo. Y que conste que yo también me hice periodista  porque me gustaba escribir (…) Hay un error ontológico: la ficción, las novelas dan un orden acabado del mundo, una ilusión de sentido que no existe en la vida. La vida está hecha de cabos sueltos. Por ejemplo, hay un error lamentable que es la necesidad de sentido. Pongamos que un señor tritura a su madre. Al día siguiente irán todos los periodistas y descubrirán que el señor creció en una chabola y que fue un niño solitario, y, claro, eso lo explicará todo… Vaya, como si lo normal fuera triturar a la madre cuando uno crece entre chabolas. Eso es retórica, una falta de rigor asombrosa. Siempre es más fácil hacer un relato literario que investigar en el gen del asesino. En resúmen, tenemos un modo de contar la realidad basado en la metáfora y no en el dato. Y eso es anacrónico». mundo-actual-foto-peter-beard-michael-hoppen-gallery

«Hablamos tanto de la crisis de los diarios, de la información en papel, de las posibilidades de los medios digitales…Y resulta que lo que está en crisis es el periodismo, más que los periódicos (…) Soy muy crítico con el periodismo, pero hay un hecho indiscutible que tenemos que reconocer: los medios de comunicación son el instrumento que ha permitido que las personas se sientan solidarias. Aunque sea una solidaridad liviana, unos segundos en el sofá mientras se ve en el telediario unas imágenes de los bombardeos en Gaza…Es una solidaridad valiosa».

Estamos lejos de «El nuevo periodismo» de Tom Wolfe, de 1976 ( Anagrama). Es algo muy distinto. Varias veces he hablado en Mi Siglo de periodismo. Ahora creo que es muy útil leer el último libro de Arcadi Espada «Periodismo práctico» (Espasa). Allí se lee la preparación de Chéjov para descubrir. Para observar. «Chéjov antes de Google: » Sin moverme de casa leo cuánto costaba una tonelada de carbón de Sajalín en 1863 y cuánto cuesta el de Shanghái, me informo de esas grandes extensiones, de los vientos del noroeste, sudoeste y nordeste que soplarán sobre mí cuando esté meditando sobre mi mareo, cerca de las costas de Sajalín. Leo noticias del suelo, el subsuelo, de la arcilla arenosa y de la arena arcillosa». Ah, ah,  -comenta Espada -, esas maniobras iniciáticas, ese ojeo del orden. Se me hace la boca agua».

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 Observar. Descubrir el dato, transmitir el dato, no la metáfora.  Estamos en otro nuevo periodismo, en la necesidad de un nuevo periodismo. «Qué hacer – se pregunta por ejemplo Arcadi Espada –  cuando nos advierten que las noticias deben contrastarse tres veces? Comprobar si entre estas tres fuentes figura la invisible y principal: el propio periodista contrastando con su inteligencia, su cultura y su coraje, en el tiempo, a veces muy corto, que separa al descubrimiento de la escritura, si aquello que  ha visto o ha oído puede pasar la prueba de la razón. Averiguar también, si en los masters se enseña a tratar con la fuente invisible, a cuidarla, a alimentarla o, por el contrario, y como máximo, se enseña a sobornarla».

«¿Qué hacer – se sigue preguntando Espada – con la escritura digital? En general, se está imponiendo un modo de escribir en la web que más se atiene a la laxitud de una sucesión continua de borradores privados que a las obligaciones de la publicación. Este concepto de publicación es clave, pero no parece haber entrado en las cabezas de algunos redactores jóvenes. Una web no es una emisora de radio (por el momento no domina el lenguaje oral), ni un blog, ni escribir en un periódico puede ser un mero backup de lo que va llegando. Es posible que los digitales deban escribirse de otra forma».

(Imágenes:- fotos Peter Beard.-Michael Hoppen Gallery)

MOMENTOS ESTELARES

A veces en Mi Siglo no es necesario escribir sino transcribir. Hoy en «El Mundo» Arcadi Espada transcribe a su vez unos párrafos de «Decisiones instintivas«, el libro de Gerd Gigerenzer que narra con detalle el día de la caída del Muro. Espada evoca la tarde del 9 de noviembre de 1989 en que, en el lado soviético de Berlín, el portavoz del Partido Comunista convocaba una rueda de prensa, con preguntas. Ese portavoz se llamaba Schabowski y en la rueda de prensa un periodista de la agencia Ansa, Riccardo Ehrman, que había llegado corriendo y tarde, y ante la falta se sillas, ocupó un lugar en el suelo de la tarima, enfrente del funcionario soviético, le preguntó a Schabowski cuándo entraría en vigor la nueva ley de viaje. El portavoz dio a entender que iba a entrar en vigor de inmediato. Otro corresponsal de la NBC– sigue contando Arcadi Espada – le preguntó al funcionario comunista si la medida afectaba a todas las fronteras, y éste asintió. Riccardo Ehrman escribió en ese momento en su cuaderno: «La promulgación de la ley de viaje es el equivalente a la caída del Muro«. Su despacho de agencia lo tituló la agencia Ansa: «El Muro de Berlín ha caído«. Eran las 19,31, y así se extendió por todo el mundo.

Y ahora viene todo el relato de Gigerenzer sobre lo que ocurrió esa noche:

«A las ocho de la tarde, los noticiarios de Alemania Occidental resumieron apremiados la conferencia de prensa con sus propias palabras y apareció Schabowski, diciendo: «Ahora mismo, de inmediato». Las agencias de noticias entraron en esta competición de ilusiones e informaron erróneamente de que la frontera ya estaba abierta. El rumor llegó al Parlamento de Bonn, que casualmente estaba reunido. Profundamente conmovidos, algunos con lágrimas en los ojos, los diputados se levantaron y empezaron a cantar el himno nacional alemán. Los alemanes orientales que estaban viendo la televisión de la otra Alemania se sentían más que dispuestos a sumarse a las ilusiones sembradas por las noticias. Un sueño infinitamente lejano parecía haberse hecho realidad. Miles y luego decenas de miles de berlineses orientales subieron a sus coches o fueron andando hasta los pasos fronterizos. Pero naturalmente los guardias no tenían órdenes de abrir la frontera. Los airados ciudadanos exigían lo que creían que era su nuevo derecho de paso, y al principio los vigilantes se negaban a franqueárselo. Sin embargo, ante la avalancha de personas que los empujaban físicamente el oficial de uno de los pasos, temeroso de que sus hombres murieran pisoteados, levantó finalmente las barreras. Pronto se abrieron los demás pasos. No se disparó un solo tiro ni se vertió una sola gota de sangre. ¿Cómo pudo producirse este milagro? La causa inmediata de la caída del Muro de Berlín resultó ser una combinación de ilusiones y de un posterior rumor no fundamentado que se extendió como un reguero de pólvora. El Gobierno se sorprendió tanto como sus ciudadanos. Mientras que un levantamiento bien planificado podía haber sido aplastado fácilmente con tanques y soldados, como sucediera en 1953″.
Por tanto, ante crónicas detalladas y menudas como ésta, no es necesario escribir sino transcribir. He pensado inmediatamente qué haría ante este acontecimiento un nuevo Stefan Zweig con sus «Momentos estelares de la humanidad». Sin duda, para el siglo XX, éste – con otros muchos, porque hubo varios – fue un «momento estelar«. Algo que transforma las vidas de los hombres y el caminar de la Historia. No llega a ser, naturalmente, la conquista de Bizancio (el 29 de mayo de 1453); tampoco alcanza al descubrimento del océano Pacífico (aquel 25 de septiembre de 1513); no es en absoluto el minuto de Waterloo, el 18 de junio de 1815; tampoco las primeras palabras a través del océano, el 28 de julio de 1858. No es nada de todo eso y lo es todo. A las 19, 31 del 9 de noviembre de 1989 – no se han cumplido los veinte años – se transmite casi sin querer un momento estelar y los periódicos, las emisoras y las pantallas se quedan asombradas e incrédulas. El viento de la Historia acaba de cambiar.
(Imágenes: El Muro de Berlín.-ppc.uc.ac-cr/ El Muro.- foro. medotiempo.com/
Rachmáninov interpretando junto al Muro.-elpais.es)

( NOTAS A LECTURAS) (Umbral. 2)

Hoy Arcadi Espada en su columna de EL MUNDO habla de Anna Caballé a la que yo me referí en mi blog del 29 de agosto. El libro de la profesora sobre Umbral -«El frío de una vida»-«cuya sola mención – dice Espada-se ha eludido estos días como peste en el duelo por el escritor» abre, como dije, el panorama sereno de la crítica. ¿No es más alto y profundo en Lorca «Poeta en Nueva York» que otros «Romanceros» aplaudidos popularmente en un principio? ¿No hay obras teatrales de Valle-Inclán o novelas como «Tirano Banderas» que superan a algunas de sus «Sonatas»? ¿Qué ha quedado de la musical sonoridad de Gabriel Miró? ¿Qué lugar ocupan en Galdós los «Episodios Nacionales»? Es necesaria la distancia. Hacer crítica rigurosa y sosegada supone ir colocando-lo hacen los historiadores-las cajas de las obras en las estanterías de la gran Biblioteca. Además vienen luego las modas. ¿No nos trae el viento, por ejemplo, de nuevo a Stefan Zweig? Vientos y modas entran y salen por las ventanas de la Biblioteca del mundo cruzada de laberintos. «El tiempo lo cura todo», le dice un lector a otro mientras hojea en la penumbra un libro olvidado. Y el otro en silencio asiente mientras abre también otras páginas y, tras desempolvarlas, las vuelve a colocar cuidadosamente alineadas en su memoria.