LA NOVEDAD DE LA ANTIGÜEDAD

Cuando a veces parece que estamos inventando el mundo conviene recordar la permanente novedad de los antiguos. Hay elementos culturales que se nos han transmitido de modo inconsciente, y el catedrático y humanista español recientemente fallecido, Antonio Fontán, los resumía de modo excelente hace algunos años: se nos ha transmitido, entre muchas otras cosas, «la herencia de la lengua, el cultivo de la tierra, nuestro modo de escribir con caracteres cursivos y de izquierda a derecha, la estimación de la belleza del cuerpo humano, la consideración de lo humano como un canon o medida, por encima del cual – lo sobrehumano – se halla el reino del misterio o del terror, y por debajo de él, el de la servidumbre y del desprecio».

De modo consciente– seguía explicando Fontán -, la tradición instrumental que hemos recibido se advierte sobre todo «en las instituciones políticas y sociales, en los géneros de la literatura y de las artes, en casi todos los órdenes de la vida humana en los que el componente colectivo prevalece sobre el individual, por ejemplo, en las instituciones del poder político y sus símbolos, los moldes de la poesía y la íntima estructura de los versos, la planta basilical de las iglesias cristianas, la gramática normativa que se enseña en las escuelas y que prolonga por los siglos el análisis gramatical».

«Los griegos nos han transmitido el espíritu científico y el espíritu de libertad; el amor al saber por el saber mismo y el afán de investigación; la confianza en la razón humana para descubrir la verdad en el mundo de los objetos y en el universo moral; la posibilidad del pensamiento abstracto y la tendencia a comparar y extraer conclusiones. Igualmente los griegos nos han dado el sentido del estilo y de la forma, la estimación por la sencillez y por la verdad».

«De los romanos hemos recibido, junto con la tradición del derecho y de la organización política, el sentido de la dignidad unido a un espíritu de moderación y de humanidad; la estimación de los valores morales de la seriedad responsable, características de la actitud senatorial y de la época de Augusto; la noción de la unidad de los hombres y el espíritu colonizador, que iba a permitir la expansión de la civilizacíón occidental».

Cuando parece que estamos inventando el mundo el peso de la púrpura de la Historia nos revela cuánta novedad nos entrega cada día la antigüedad.

(Imágenes:-1.-La viuda romana.-.Dante Gabriel Rossetti.-Museo de Arte de Ponce/ 2.-Proserpina.-Dante Gabriel Rossetti.-wikipedia)

LA CONVERSACIÓN DE LOS OBJETOS

objeros.-vr54.-CCC.-efectos de los espejos en el marché aux puces.-por Florence Henri.-Biblioteca Nacional de Francia

Seguramente estas lámparas del Mercado de la pulgas de París han hablado muchos años entre ellas, apagándose y encendiéndose en todas las habitaciones durante tanto tiempo que la luz y la oscuridad  forman parte de sus vidas: iluminaron y velaron conversaciones incesantes de muy largas historias. Ahora están quietas, colgadas unas con otras, reflejándose en los espejos, esperando que alguien las compre.

objetos.-7799jj.-La conversacion de los objetos.-por Mcihel Biehn

Por eso no me ha extrañado el título de esta obra de Michel Biehn, «La conversación de los objetos» (Aubanel),  en la que un anticuario y decorador revela sus confidencias de coleccionista. Evoca este título las charlas de los objetos desconocidos con los valiosos, los raros y únicos con aquellos que el tiempo declaró ya inservibles, las blancas frases de las tazas, el murmullo de los sillones al repantingarse, el chillido en el suelo al caer una cucharilla. No conozco el contenido de este libro pero sí me atrae su título. Oigo hablar a los objetos en las habitaciones de todas las casas, en las casas de todos los pisos, en los pisos de todos los barrios del mundo. Hablan y hablan en un lenguaje distinto al de los hombres y de repente una mano cansada deja caer un objeto cansado y el cristal pone fin a su vida haciéndose añicos.

objetos.-VBTY.-AA.-por Henri Le Sec, 1852-1860.-Biblioteca Nacional Farncesa

Los primeros fotógrafos se interesaron por fijar los rostros de los objetos antes de que se los llevara el olvido, antes de que se extraviaran en ese Rastro que tienen todas las ciudades, cementerio vivo que de modo tan extraordinario cantó RAMÓN: «Las cosas del Rastro– dijo- desaparecen de aquí algún día (…) ¿Cómo desaparecen estas cosas?… La mayor parte de ellas no se sabe cómo desaparece, qué misterio interviene en su huida. Se sospecha si serán barridas por un viento extraño que debe pasar por aquí guiando su escoba hacia unas últimas afueras; se sospecha de las nubes como si ellas mordiesen en los objetos y se los fuesen llevando en su arrastre constante; se sospecha que el turbión de aguas azules con que inunda la noche el Rastro sea el que se las lleve; se sospecha que se fueron simplificando, alambicando en el alambique ambiente hasta desaparecer; se sospecha afiladamente que el alba las va eliminando, las va corroyendo, las va disipando…»

Así escribía Ramón Gómez de la Serna en «El Rastro» y así se iban lejanas, junto a los también ya lejanos objetos, tantas conversaciones…

(Imágenes:-1.-«Effets de glace au marché aux puces».-por Florence Henri.1930-1935.-Biliothèque nationale de France/2.-«La conversation des objets» de Michel Biehn./3.-«Pichet, pipe».-por Henri Le Secq.-1852-1860.-Bibliothèque nationale de France)