EL DIARIO COMO ESPEJO

escribir-ubbg -Lucien Lévy- Dhurmer

«Amo los espejos – escribía en su Diario María Lenéru en septiembre de 1899 -, me gusta rodearme de ellos. Ante todo, multiplican la luz, pero los amo porque me encuentro en ellos. No escucharse ni hablar, no moverse ni respirar, con esbozos de soliloquios que nos llevan a esta preciosa conclusión: que el yo es la más intangible de las cosas fugitivas, y no es, evidentemente, más que una ilusión de hábito (… ) Yo digo : María, y estudio mi fisonomía como la de una extraña; pues nuestra experiencia nos enseña poco más o menos todo lo que sabíamos de nosotros».

María Lenéru se mira en el espejo de la página y la página le va mostrando rasgos de su interioridad;  en su Diario habla también de sus manos. «D´Annunzio dice – escribe ella en enero de 1900 – que la mano revela el cuerpo; en todo caso, revela el alma. Tengo, de modo absoluto, la superstición de la mano; no de sus líneas, como los quirománticos, sino de su forma. Jamás he hallado un

 

manos-uhtt- Hans Holbein- mil quinientos veintitres

 

ser simpático con manos horrorosas. La mano, que no es más que gestos, debe ser más plástica que el rostro; se es más responsable de sí misma».

Las manos, pues, escriben sobre la superficie del espejo y el Diario, poco a poco, va surgiendo. Ahora ha publicado Anna Caballé  un interesante diccionario de Diarios españoles y en su espejo varios diaristas reflejan, cada uno a su modo, sus confesiones íntimas. Pero el espejo no siempre ahonda en la interioridad del

 

escribir-nnii-Isa Marcelli

 

escritor sino que se abre igualmente a las preguntas. En el Diario de Víctor Hugo del 25 de julio de 1847, anota la gran figura de las letras:»¿Cómo escribir, fríamente, cada día, eso que yo he aprendido o he creído aprender? ¿Y eso a través de las emociones, las pasiones, los asuntos, las preocupaciones, las catástrofes, los acontecimientos, la vida? Por otra parte, estar emocionado, es aprender. Es imposible, cuando se escribe todos los días, no hacer otra cosa que apuntar

 

escritores- bbvvu- Victor Hugo- foto de la Galería conremporánea, literaria,artística- wikipedia

 

mientras se hace camino aquello que nos ha impresionado. Eso es lo que yo he acabado por hacer». «Cosas vistas» titula Victor Hugo su Diario y lo que él ve, por ejemplo, en el motín del 12 de mayo de 1839 en París es lo siguiente: » Hace una media hora, seis o siete obreros jóvenes han venido hasta aquí cargando con fusiles que apenas sabían manejar. Eran adolescentes de catorce o quince años. Han preparado sus armas en silencio entre los vecinos y los transeúntes que miraban lo que hacían, luego han invadido una casa donde no vive más que una vieja y un niño pequeño. Allí han sostenido un asedio de algunos momentos. El tiroteo que he tenido que aguantar fue por causa de algunos de ellos que huían por la calle Saint- Claude».

El espejo del Diario se hace aquí reportaje y el ojo de Hugo nos acerca a las calles -las entrañas – del cuerpo de la Historia.

 

 

espejos-rrbbyy- Vivian Maier- autorretrato- mil novecientos sesenta

(imágenes.- 1.-Lucien Lévy-Dhurmer/ 2.-Holbein- 1523/ 3.-Isa Marcelli/ 4.-Victor Hugo- Galería contemporánea, literaria, artística- Wikipedia/ 5.-Vivian Maier- autorretrato- 1960)

EL ENIGMA DEL BOLSO

objetos.-8juuj.-bolso.-moda .-Museo Metropolitano de Arte.-1920

«Para empezar el día, hasta el desayuno, que se servía a las 9.30 en el comedor – anotaba en su autobiografía Consuelo Vanderbilt , duquesa de Marlborough – se exigía un vestido elegante de terciopelo o seda… Luego nos vestíamos de tweed para unirnos a la partida de caza a la hora del almuerzo, que se servía en el pabellón o en una tienda. Para tomar el té lucíamos un historiado vestido largo y después jugábamos a cartas o escuchábamos a una orquesta vienesa o música de órgano hasta la hora de la cena, cuando nos arreglábamos con satén o brocado y una profusión de joyas. Todo ello suponía un gran desembolso, pues no se podía llevar el mismo vestido dos veces. Es decir, que hacían falta dieciséis vestidos para cuatro días.»

bolsos.-rtynnh.-monedero francés con bordado de seda.-cerradura de bronce.-1750.-Bayerisches Natiobalmuseum München

Son las confesiones de la moda, su evolución, las influencias que la moda recibía. Los colores de Diáguilev, por ejemplo, marcaban una época, como cuenta Diana Vreeland, la antigua editora de la revista Vogue, al repasar su vida: » El aroma, la extravagancia, la emoción, la pasión, el bombazo, el fulgor, el estrépito…Este hombre desintegró el átomo…¡Los colores! Antes, el rojo jamás había sido rojo y el violeta jamás había sido violeta. Pero estas prendas femeninas en el Bois lucían colores vivos como una llama: rojo rojo, violeta violeta, naranja – y cuando digo «naranja» quiero decir rojo naranja, no amarillo naranja -, verde jade y azul cobalto. Y las telas – las sedas, los satenes, los brocados, bordados con aljófares y galones, salpicados de plata y oro, y adornados con piel y encaje – tenían un esplendor oriental.»

bolsos.-rtbb.-bolso italiano de seda bordada, fechado entre 1660 y 1680

Compañero de colores y de vestidos ha caminado siempre por el mundo el enigma del bolso. ¿Qué puede haber dentro de un bolso? Anna Caballé ha dedicado páginas a preguntárselo en el prólogo a su libro «El bolso de Anna Karenina», al que ya nos hemos referido aquí. «El interior de un bolso – dice Anna Caballécontiene las posesiones que la mujer utiliza en su vida diaria, pero también otras que han quedado adheridas por el mero uso. Un bolso es, pues, un parapeto ante la mirada ajena, al tiempo que un emisor de señales.

bolsos.-erun.-cesta de seda bordada fechada entre 1780 y 1790.-en el sur de Alemania.-Bayerisches Nationalmuseum München

Podría entenderse como una perfecta combinación de continente y contenido, belleza y función, complemento y protagonismo. Lo importante es que hablamos de un objeto que sugiere cierta profundidad, no importa que su tamaño sea algo mayor que una caja de cerillas Pues representa una cierta materialización de lo íntimo. En el bolso se ubican, a resguardo de la mirada pública, los rastros – sólo parasitarios para la mirada ajena – de aquello que es importante para nosotros.  Así lo entiende la mujer que de pronto se ve forzada a vaciar el contenido de su bolso por la razón que sea. Es como abrir públicamente la propia interioridad sin preparación alguna.» 

bolsos.-rwsw.-Bolso de caza verde del principe elector Maximilanio l, mediados del siglo XVl.-Bayerische Nationalmuseum MÚnchen

Tiene lugar estos días en Munich una exposición sobre 300 bolsos desde el siglo XVl al XXl. Bolsos de mano, monederos, misteriosas formas que han acompañado a la moda y enigmas que se encadenan. ¿ Qué hubo dentro de esos bolsos que se exponen? Cinco siglos de bolsos ofrecen su apariencia exterior. Nunca nos revelarán sus intimidades.

bolsos.-5gfgyy.-bolson alemán del siglo XlX, bordado en oro y seda.-Bayerisches Nationamuseum München

(Imágenes:- 1-bolso.-Museo metropolitano de arte.-1920/2.-monedero francés bordado de seda, con cerradura de bronce.-1750-.Bayerisches National Museum/ 3.-bolso italiano de seda bordada.- fechado entre 1600-1680/ 4.-bolsa de seda bordada, fechada entre 1780-1790.- en el sur de Alemania.-Bayerisches Nationalmuseum/ 5.-bolso de caza verde del príncipe electo Maximiliano.-mediados del siglo XVl / 6.-bolso alemán del siglo XlX bordado en oro y seda.-Bayerisches Nationalmuseum)

ESTAMPAS DE TOLSTOI (2) : EL BOLSO DE ANA KARENINA

¿Qué contiene el bolso de Ana Karenina?, se pregunta con Nabokov la profesora Anna Caballé. A su vez el argentino Ricardo Piglia se interroga e intriga sobre la pequeña linterna que lleva en el tren la heroina de Tolstoi. Son  los reveladores detalles de los que ya hablamos en Mi Siglo tanto en la literatura, la pintura o el periodismo. El detalle preciso cuya importancia siempre la consideró decisiva Flannery O`Connor. «Abrió con sus manos pequeñas y ágiles el saquito rojo – se lee en el capítulo 29 de la primera parte de la novela rusa -, sacó un almohadón que se puso en las rodillas y, envolviéndose las piernas con la manta, se arrellanó cómodamente. Le pidió a Aniuska la linternita que sujetó en el brazo de la butaca y sacó de su bolso un cortapapeles y una novela inglesa».

Ana Karenina se dispone a leer. Y Ricardo Piglia en «El último lector» (Anagrama) se acerca hasta esa linterna que ilumina la realidad y la ensoñación de la lectura, la entrada en lo irreal y en la ilusión de un libro cuyas páginas alumbra esta mujer con su propia luz. Los detalles han hecho siempre viva la literatura y gracias a ellos casi se la puede tocar. Alexandra Tolstoi en Una vida de mi padre (Sudamericana) habla de que el gran novelista ruso necesitaba saber – para su Guerra y Paz – que Napoleón tenía manos cortas y gruesas, que durante la batalla de Borodino estuvo resfriado y que era mal jinete. Tenía también que saber que el general Kutuzov era hombre muy impresionable y que de vez en cuando le gustaba soltar palabrotas rusas, así como que le costaba mucho subir al caballo. De todo ello quiso documentarse Tolstoi al detalle, como igualmente se  fijó en la importancia de los apellidos de sus personajes: «Rostov» empezó llamándose «Prostov» en sus primeras versiones pero Tolstoi le quitó una letra ya que ese apellido le iba muy bien a la familia que había imaginado.

Entonces, ¿qué llevaba dentro de su bolso la heroina de Tolstoi? Anna Caballé en «El bolso de Ana Karenina» (Península) alude a lo que Nabokov comentaba en su Curso de Literatura Rusa (Bruguera) : «al fino pañuelo de batista que había servido para enjugar sus lágrimas antes de salir de casa de su hermano, hay que añdir – dice Caballéuna pequeña almohada para apoyar la cabeza, la redecilla que protegerá su peinado durante la noche, una novela inglesa con las páginas todavía por abrir y un abrecartas. ¿Es un inventario completo? La respuesta es imposible (ah, el misterio del bolso de las mujeres…), pero no parece que lo sea: cabe suponer también un pequeño recado de escribir (dada la frecuencia de las notas que se envían los personajes a lo largo de la novela), una linterna para poder leer sin molestar al resto de los viajeros, un  espejo de bolsillo y los indispensables artículos para la toilette de una dama«.

Estos son los detalles que se desperdigan, siempre precisos y muy desmenuzados, en toda la obra de Tolstoi. Detallles que él perfilaba, luego recomponía, después tachaba a lo largo de sus páginas de creación. Ilia Tolstoi, en «Tolstoi en la intimidad«(Futuro) cuenta cómo trabaja su padre cuando revisaba « Ana Karenina«: «en los márgenes aparecían primero los signos de corrección, la puntuación, las letras omitidas; después mi padre cambiaba palabras, luego frases enteras. Tachaba una línea, agregaba otra; las hojas de pruebas terminaban por estar abigarradas y, en ciertos lugares, quedaban tan negras, que no era posible volver a entregarlas en ese estado, puesto que nadie, salvo mamá podía descifrarlas. Mamá pasaba noches enteras recopiando esas correcciones. Por la mañana, las hojas cubiertas por su escritura fina y legible, estaban cuidadosamente plegadas sobre su escritorio esperando el momento en que «Liovochka» se levantara para enviar las pruebas al correo».

Ahí estaban, retocados y corregidos durante el día, vueltos a corregir y a retocar por la noche, esos detalles tan necesarios para describir la existencia: objetos ocultos en el fondo del bolso de Ana Karenina,  manos gruesas de Napoleón o palabrotas que soltaba el general Kutuzov al subir torpemente al caballo.

(pequeña evocación a los cien años de la muerte de Tolstoi: 1910-1010)

(Imágenes:-1.-Greta Garbo en el papel de Ana Karenina, película digida por Clarence Brown en 1953.-elpais.com/2.-Tolstoi arando.-por Repin.-wikipedia/3.-Troubetzkoy esculpe a Tolstoi el 23 de agosto de 1899.-Museo estatal de Tolstoi)