ERRORES CORRECTOS

 

 

«¡Nos adelantaron las madrugadas! – escribe el filólogo Alberto Gómez Font en su libro «Errores correctos» (Pie de Página) – Estuvimos un montón de años explicando que cuando está oscuro es porque todavía es de noche y que la madrugada es cuando comienza a clarear; pero de bien poquito sirvió nuestra insistencia: ganaron los que bebían mucho por la noche y mezclaban esos dos conceptos.

Y es que, por muy borracho que uno vuelva a su casa, si llega pasada la medianoche, a eso de las tres o las cuatro, el cielo sigue estando oscuro, es decir, aún no ha amanecido, y para los habitantes de español, durante muchos años, la madrugada estaba directamente relacionada con el amanecer.

Hasta el año 1992, en los diccionarios de la Real Academia Española, la madrugada era el alba o el amanecer; pero ya en la edición del 2001 – y también en la de 2014 -, aunque la primera acepción sigue siendo ‘amanecer’, añadieron una segunda en la que dicen que también es el ‘tiempo posterior a la medianoche y anterior al amanecer»…

 

 

Y desde 1980, en el Manual de estilo de la Agencia Efe, se podía leer la siguiente advertencia, que permaneció casi idéntica hasta el 2004:

MADRUGADA .- Evïtese hablar de «Las doce de la madrugada»; resérvese este nombre para el alba o para las horas que la preceden en poco: las otras serán las doce, la una, las dos…de la noche.

Y en el Diccionario de español urgente (2000)  decíamos que madrugada era sinónimo  de  alba, amanecer, amanecida y alborada.

Pero con la llegada de la nueva definición al Diccionario del 2001, ocurrió otra vez que todas las advertencias sobre esa confusión que nos empeñábamos – los filólogos de la Agencia Efe  – en mantener año tras año, edición tras edición de nuestro libro, tuvieron que desaparecer y salir, como otras muchas, por la puerta de atrás, sin hacer ruido, a altas horas de la noche, ¿ o fue en la madrugada…?»

Alberto Gómez Font ha escrito un libro sabio, ameno, lleno de precisión, utilísimo para muchos lectores, rociado con gotas de humor, ofreciendo una amplia colección de errores y usos inadecuados en prensa y otros medios de comunicación que han dejado ahora de considerarse fallos, bien sea por el uso de unos hablantes dueños de la lengua, bien sea por los cambios sociales : posicionar, traumar, explosionar, concretizar, computarizar y tantas otras palabras son recogidas y comentadas en esta colección. Sus años de asesor lingüístico y revisor de textos en el Departamento de Español Urgente se entrelazan con su etapa de director del Instituto Cervantes de Rabat. Su amor por el idioma – es miembro de la Academia  Norteamericana de la Lengua Española – queda aquí patente gracias a su minuciosa atención y a su riqueza admirable.

 

 

(Imágenes -1-Aert van der Neer- 1645/ 2-Relja Penezic/ 3.-Alberto Gómez Font- pie de página editorial)

PALABRAS DESVANECIDAS Y PALABRAS EXISTENTES

 

figuras-nimm-Cy Twombly- mil novecientos cincuenta y nueve

 

Las palabras toman vida con el tiempo y el tiempo las realza o las rechaza, las pule, la aparta, las coloca en el centro o las expulsa de la superficie. Las palabras vienen y van sobre las épocas, las modas las matizan, los inventos las superan, el hilo de las costumbres las ata o las desata, desaparecen a veces de las conversaciones y se pierden en el diccionario del silencio.

Ahora Alex Grijelmo nos evoca 40 palabras desvanecidas que los españoles, al parecer, han ido arrinconando en estos últimos 40 años. Ambigú, cabás, cochera, comediscos, elepé, guripa, matiné, pickup, tomavistas, vocalista, niqui, baby-sitter, están entre ellas. Pero desvanecidas- como dice Grijelmo en su lista, que califica de intuitiva y por tanto discutible -no están sin embargo muertas. Marcan todo el sello de una época.

 

figuras- icn- Lygia Pape

 

Las palabras por tanto no están muertas. Todas las palabras existen. El filólogo Alberto Gómez Font recuerda en su reciente libro «Palabras mayores« (Vox),  que » desde el instante en que alguien pronuncia una palabra esta existe, y si a ese alguien le da por escribirla, existe más aún, y si convence a unos  cuantos amigos de que la utilicen, la nueva palabra no solo existe, sino que emprende el camino – a veces más corto de lo que podríamos sospechar – para llegar a los diccionarios». Es en ese utilísimo libro, donde da unos acertados consejos:  en caso de dudas ante una palabra no es a Google a quien  hay que acudir sino a la Fundación del Español Urgente, al Español al día (de la Real Academia), a la Página del Idioma Español y a la Lavadora de Textos.

(…) Si buscamos un término en el diccionario –anota también Gómez Font – es porque lo hemos oído o lo hemos leído en alguna parte, luego su existencia es innegable, y la única conclusión a la que podemos llegar si no lo encontramos es que no está en el diccionario, pero nada más, pues existir, existe.

Palabras, palabras, palabras…, como dice una canción italiana. Palabras que sobreviven, palabras que nos acompañan.

 

figuras-ewqc- Lygia Clark- mil novecientos cincuenta y siete

 

(Imágenes.- 1.-Cy Twombly- 1959/ 2 y 3.-  Lygia Clark- 1957)

VIEJO MADRID (49) : LO CASTIZO

Madrid-uuy-Eduardo Vicente- La taberna- mil novecientos cincuenta y nueve- pinterest com

 

» En Madrid, en lo más popular de Madrid recordaba Manuel Criado del Val en «El espectador y el lenguaje» -, hay un gusto extraordinario por esas palabras un tanto rebuscadas, largas y sonoras, de pronunciación difícil, con grupos exóticos de consonantes como ct, pt o ps, a las que los lingüistas llaman cultismos.

El pueblo madrileño, el de los barrios más populares, en torno a Cascorro, o de las afueras, suele dar a estas palabras un tono largo, complaciéndose en la suerte, lo que es quizá uno de los últimos rasgos de la lengua entre burlona y descarada que llamamos castiza.

Allá, en las cercanías del rastro, recuerdo haber oído algunas frases a mi amigo Campillo, uno de los auténticos castizos que quedaban y que sin darse cuenta era un gran «pasionista», como él llamaba a los hinchas, de los cultismos.

Él deambulaba por el rastro, pero en tiempos vivió en El Pardo, donde, según su frase, «pernocta su excelencia don Francisco Franco».

 

Madrid-ujji-Eduardo Vicente- lavanderas de las Vistillas

 

 

Cuenta todo esto el filólogo Alberto Gómez Font en su interesante libro «Español con estilo« (Trea) donde aparecen muy diversos textos de artículos periodísticos que el compilador ha ido seleccionando en torno al uso correcto del español.

Y Criado del Val prosigue así: » De este mismo corte es otra frase auténtica que me contaba Eduardo Vicente, el gran pintor madrileño desaparecido. Vivía él por entonces en la calle Calatrava, en pleno barrio de La Latina, y una noche se organizó frente a su casa una tremenda bronca. Al día siguiente preguntó Eduardo Vicente al sereno qué había pasado y qué había sido todo aquel ruido y aquella bronca. «Nada – le contestó -; una discrepancia».

 

Madrid-unnh-Eduardo Vicente- El Rastro-ateneodemadrid com

 

Hace poco tiempo pude oír otra curiosísima conversación, de un estilo muy semejante, y que prueba la capacidad popular para normalizar y hacer cotidianas las expresiones más inverosímiles y de apariencia más alejada de su gusto. Tomaba yo café en un bar de Torrejón cuando entró un soldado cargado de bártulos. Vino a la barra y preguntó al camarero cuándo pasaba el autobús para Madrid.

– Hay uno que pasa a las tres.

-¿Y no hay alguno más?

– Sí, a las cuatro hay otro, pero tiene que tomarlo con expectativa.

El «autobús con expectativa» es muy probable que se convierta, si es que ya no lo es, en una nueva especie de servicio municipal en Torrejón

 

mADRID-UYB- Eduardo Vicente- trianarts com

 

(Imágenes.-1.-Eduardo Vicente- la taberna- 1959- pinterest/ 2.-Eduardo Vicente- lavanderas de las Vistillas/ 3.-Eduardo Vicente- el Rastro- Ateneo de Madrid/ 4.- Eduardo Vicente-bailes- trianats)