KAFKA, LA SOLEDAD, LA ESCRITURA

 

 

”Una vez me dijiste – le escribe Kafka a Felice Bauer en enero de 1913 – que te gustaría estar sentada a mi lado mientras escribo; pero date cuenta de que en tal caso no sería capaz de escribir ( tampoco es que lo sea mucho en general), pero en ese caso es que no podría trabajar en absoluto. Escribir significa abrirse  desmesuradamente; la más extrema franqueza y la más extrema entrega, en las que todo ser ya de por sí cree perderse, en su trato coh los demás (…) Por eso nunca puede estar uno lo bastante solo cuando escribe, por eso nunca puede uno rodearse de bastante silencio cuando escribe, la noche resulta poco nocturna, incluso. Por eso no dispone uno nunca de bastante tiempo, pues los caminos son largos, y es fácil extraviarse (…)

 

Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir. Me traerían la comida y me la dejarían siempre lejos de donde yo estuviera instalado, detrás de la puerta más exterior de la cueva. Acto seguido regresaría a mi mesa, comería lenta y concienzudamente, y enseguida me pondría de nuevo a escribir. ¡ Lo que sería capaz de escribir entonces! ¡De qué profundidades lo sacaría! ¡Sin esfuerzo! Pues la concentración extrema no sabe lo que es el esfuerzo!”.

Estas palabras volverán a aparecer en la Corrrespondencia  completa de Kafka, al cuidado de Jordi Llovet, anunciada para noviembre próximo. Estas palabras fascinaron a Ricardo Piglia en “El último lector”.

 


 

(Imágenes -1- Praga – Stanco Abadzic/ 2- Richard Prince – 1986/ 3 – Alberto Durero-  1506)

RETRATOS CON LOS TRES OJOS

 

 

“El retrato es una “revelación”. Es la revelación del personaje – dice Alberto Savinio en suNueva enciclopedia”. Es “él”, en condición de hiperlucidez. Es “él” como nunca conseguirá verse a sí mismo en el espejo, como no conseguirán jamás verle sus familiares, sus conocidos, sus amigos, los que le ven en la calle y no saben quién es. Se dice que la fotografía tiene precisión, pero lo cierto es que nunca podrá llegar a una precisión, a una penetración tan profunda, y es porque sólo tiene un ojo. Y al pintor no le bastan los dos ojos, entre los que se alterna la visión, sino que necesita un tercer ojo, el ojo de la inteligencia. Son rarísimos los retratos “hechos con los tres ojos”. Y, por mucho que busque, no encuentro más que a Durero, a Holbein… Pero los retratos de este género son peligrosos: son mortales. fijan al personaje, rey o picapedrero, en el lienzo para toda la eternidad, matándolo en tanto que criatura efímera. El hombre pintado pasa a ser el hombre verdadero, el hombre vivo, mientras el otro, el original, el modelo, queda en estado de residuo, de peso muerto. Y si, una vez terminado el retrato, siente deseos de seguir viviendo por su cuenta, esta vida suya es una ficción, un error, un descuido. Incluso si, por faltarle valor para poner fin a esta vida suya, que ahora es una redundancia, se las arregla , con la fuerza de la pusilanimidad, para parecerse a su propio retrato.

 

 

(Imágenes – 1- Durero -retrato de Jakob Muffel- museo nacional de Berlín/ 2- Holbein- retrato de  Roberto Chaseman con halcones de caza -1533)

LOS CUADROS OLVIDADOS

 

Bernard Berenson describe cómo, después de haber pasado una tarde de invierno contemplando pinturas chinas en el museo de Boston mientras fuera nevaba, señaló a la pared y dijo: » Mira, ahí tienes el cuadro más hermoso de todos», para darse cuenta, al cabo de un segundo, de que aquello era una ventana» – Así lo cuenta el gran crítico e historiador inglés Kenneth Clark en su reciente libro publicado en España, «Momentos de visión« .

 

 

«Incluso las personas menos sensibles al arte – dice Clark – tienen en su subconsciente un cúmulo desordenado de imágenes pictóricas, y tres cuartas partes de lo que consideran bello en la naturaleza los atrae porque es el reflejo de algún cuadro ya olvidado. Resulta, pues, tentador suponer que los momentos de visión a veces se ven precipitados por una coincidencia que despierta los recuerdos dormidos; por ejemplo, un sauce desmochado de pronto cobra nueva fuerza porque nos recuerda un cuadro de Van Gogh, o una mano huesuda, porque hemos visto reproducciones de un dibujo de Durero.

(…) Los momentos de visión no pueden forzarse ni programarse; y en cualquier caso, sabemos que los objetos que más a menudo los provocan no son extraños ni sorprendentes en absoluto, sino nuestros fieles  compañeros de juventud. Es cierto, como insisten los surrealistas, que solemos verlos de un modo nuevo e inquietante, como cuando la hierba crece tan alta como una selva o las raíces de los árboles se convierten en las extremidades de Belcebú. Pero existen momentos de percepción agudizada, y éstos son los más numerosos y felices, en los que el árbol que conocemos sigue siendo el mismo, sólo que por algún motivo ahora lo hacemos nuestro, lo poseemos».

 

 

(Imágenes-1- Van Gogh – primavera – huertos en flor/ 2- Durero – 1508/ 3- Van Gogh)

EL LIBRO EN LA CABEZA

 

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Aquel cuaderno que yo tenía entonces sobre mis rodillas era para mí, por fin, como un imán. Tantos ratos perdidos en otras cosas, en gestiones múltiples, por ejemplo, o en relaciones sociales, o en idas y venidas banales y superficiales que me llenaban la cabeza sin aportarme nada, habían dejado que el cuaderno ( o la pantalla, cuando en ella trabajaba ) permaneciera estéril, abierto y abandonado en aquella mesa y en aquel cuarto en donde casi nunca me sentaba a escribir. Y recuerdo perfectamente el momento en que, no supe bien por qué, un día, a media mañana, me acerqué decididamente a aquel cuaderno, tomé la pluma, y sentí que tenía la imperiosa necesidad de escribir sobre cuanto llevaba dentro. Desde ese instante tuve el libro en la cabeza.

Es esencial tener el libro en la cabeza. Que la cabeza gire, por encima de los necesarios   e imprevisibles avatares del día, en torno al libro, que vuelva al libro que uno está escribiendo o que uno quiere escribir y acuda a él impulsado por el imán de la creación. Cuando uno relee las apasionantes páginas de Thomas Mann, «La novela de una novela», en las que cuenta los pasos diarios de su escritura en torno a su «Doktor Faustus«, uno queda admirado de tantas lecturas preparatorias, de tantas consultas, de tantas indecisiones y decisiones, pero todo ello es porque el escritor alemán llevaba «el libro en la cabeza». Cuarenta y dos años después de la idea inicial de la novela – el pacto de un artista con el diablo -, su Diario es testigo de sus inquietudes: «ayer por la tarde -apunta-, mientras leía y escuchaba música, me sentí extrañamente cerca de la idea de continuar aquel libro, especialmente desde el punto de vista de la unidad de la vida. Tenía su encanto reanudar aquel libro en el punto en que lo había dejado antes de escribir «La muerte en Venecia«.

 

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«Cuadros de Durerodice Mann , datos biográficos y nombres, reunión de conceptos útiles, notas para fijar el tipo musical de Leverkühn, de Schönberg obtuve muchos datos sobre la música y la vida de los compositores… Al fin, un domingo por la mañana, el 23 de mayo de 1943, comencé a escribir el «Doktor Faustus».

Desde ese momento, el libro que llevaba en la cabeza pasa a la pluma y al papel pero su gran fuerza será mantenerlo siempre en la cabeza.

(Imágenes.- 1.- Travis Stearns/ 2,- Howard Hodgkin)

LOS DEDOS DE LAS MANOS

manos.- 4rty.- Alberto Durero.- 1506

«En las culturas del Sahara, a cada dedo corresponde una cualidad humana, un rasgo de vida, de destino y memoria. El primero es siempre, lógicamente, de introducción. Es el dedo de las explicaciones, tantas veces no pedidas pero dadas con desenfado, con ganas de desplegar intenciones y goces. El dedo gordo o pulgar es en algunas tribus de África símbolo de voluntad, de intención, a veces de fuerza. Muchas veces se le llama el dedo del destino, sobre todo porque el destino de muchos hombres ha sido determinado cuando el poderoso pone su dedo gordo hacia abajo. Pero también se le llama destino porque se supone que en él se combinan la voluntad del hombre para sostener las cosas o soltarlas y las diversas capacidades que al hombre le han dado los dioses; el camino que le han trazado se dibuja en su huella digital.

manos.-985ff.-foto por Nicholas Nixon.-2002.-artnet

El dedo índice, el segundo de la mano, tiene en muchas culturas, y tal vez en todas, la función de señalar, indicar, decidir. En el norte de África se le considera el dedo del equilibrio, del juicio justo. Es el dedo al que más se relaciona con la vista, por su poder de señalar, de asentir o negar (…) También se le relaciona con el silencio, con la capacidad de abstenerse y, en general, con todo lo que sea domino de sí mismo. Tal vez por contraposición, es también el símbolo de todo lo que a uno lo rebasa: el dedo que marca el límite. Y más allá, lo  ilimitado.

manos.-4ggvv.-Claude Cahun.-1939

En el dedo cordial  o mayor se supone que reposan las cualidades que definen y afirman una personalidad ( …) Es el más adelantado de los dedos y por lo tanto se le atribuyen cualidades de búsqueda, tanto interna como externa. Es por eso el dedo del espíritu, del alma, y a la vez el de la aventura, del riesgo, de la incertidumbre. Es símbolo de las pruebas, los obstáculos que el hombre debe vencer para lograr su meta; tocar con el nudillo del dedo cordial en las puertas del paraíso. (…)

manos-rthh-André Kertész- manos de mi madre- mil novecientos diecinueve

El dedo anular, el cuarto de la mano, es el que tradicionalmente lleva los anillos. Entre ellos el del matrimonio, y es por tanto el dedo del vínculo (…) En las culturas donde los anillos son muy significativos, un dedo anular sin anillos es signo de imposibilidad, de confusión o de rechazo de las maneras colectivas. Algunos lo llaman el dedo solar y en varias sectas africanas se le relaciona con el centro de círculos concéntricos. (…)

England, 1922

El dedo meñique es el quinto y más pequeño (….) Simboliza el gusto por la música, por las historias sagradas y los cuentos (…) Algunas culturas lo llaman el hijo de los otros dedos, y se dice que él puede jugar y disfrutar mientras los otros gobiernan, trabajan, pelean. Se le considera el dedo de los apetitos, pero también de la magia, los deseos secretos, los poderes ocultos, la adivinación (….)

Alberto Ruy Sánchez.- «De cuerpo entero»

manos.-6gg.-Riccardo Moncalvo.-Il gesto.-1937.-daringtodo com

(Imágenes.-1.-Alberto Durero– 1506/ 2.-Nicholas Nixon– 2002/3- Claude Cahun– 1939/ 4.-André Kertsész.-las manos de mi madre- 1919/ 5.–E. O. Hoppé-1922/ 6.-Riccardo Moncalvo- «Il gesto» -1937.-collezione della Fondazione di Venezia.-archivio Italo Zamier)

ÁNGELES

ángeles.- 443e.- Alberto Durero.- 1506.- Graphische Samlung Albertina.- Viena

«Al amanecer pueden verse,

entre el rocío, ángeles

inclinándose, cosechando y sonriendo:

suyos son los capullos.

ángeles.- 45677h.- Edward Burne- Jones.- 1878.- Museos Nacionales de Merseyide.- Liverpool.-Inglaterra

Y cuando abrasa el sol,

también se los distingue, entre la arena,

inclinándose,

volando, suspirando, cosechando.

Y están mustias las flores que se llevan.»

Emily Dickinson.- Obra escogida.- Ediciones Torremozas

ángeles.- r5ty.- Guariento di Arpo.- 1354.- Museo Civico de Padua

(Imágenes:- 1.-Alberto Durero.-1506.- Graphische Samlung Albertina.- Viena/ 2.- Edward Burne- Jones.- 1878/ 3.- Guariento di Arpo.- ángeles sentados con orbes en las manos.- 1348-1354.- Museo cívico de Padua)

¿LE GUSTARÍA UN VERANO?

estaciones.-4tbn.-verano,. M Dudovich.-1907

«¿Le gustaría un Verano? Pruebe el nuestro.

¿Especias? Compre aquí.

¡Enfermo! Tenemos Frutas para la calentura.

¡Cansado! ¡Cantidades de Plumón!

¡Confuso! ¡ Haciendas de Violetas que la Aflicción nunca visitó!

¡Cautivo! ¡Le traemos Indulto de Rosas!

¡Desfallecido! ¡ Garrafas de Aire!

Incluso para la Muerte… una medicina Mágica;

pero, ¿cuál puede ser, Señor?»

Emily Dickinson.- «Mediodía».-Poemas 1862-1865.- (poema enviado por Dickinson a su amigo Samuel Bowles, que por entonces convalecía de una enfermedad) (traducción Enrique Goicolea)

flores.-488y.--Alberto Durero.- ramillete de violetas.-1503

(Imagen.- 1. M.-Dudovich.-1907/ 2.- ramillete de violetas.-Durero.-1503)

LAS AGUAS DEL SUEÑO DE DURERO

«En el año 1525, después de Pentecostés, entre Pentecostés y Miércoles Santoescribe Alberto Durero el 8 de junio de ese año – en mi sueño, tuve la visión de unas grandes masas de agua que caían poderosamente de los cielos, las primeras de las cuales que tocaron tierra, lo hicieron a unos seis kilómetros de donde yo estaba con una violencia tal que levantaron un ruido atronador, salpicándolo todo, e inundando todo el país. Sentí entonces un terror tal, que me desperté. Esas aguas diluviales caían por todas partes, unas más lejos y otras más cerca, pero desde tan alto que parecían hacerlo todas con la misma lentitud. Pero las primeras aguas que llegaron al suelo cayeron con fuerza, tan rápidamente, entre el bramido del viento, que el estruendo que produjeron me hizo despertar asustado y tembloroso, tanto que tardé en recobrarme. Al levantarme, por la mañana, pinté lo que encabeza estas líneas, tal como lo había visto. Quiera Dios llevar todas esta cosas a un buen fin».

Siguiendo la exposición que acaba de inaugurarse en Alemania sobre los primeros trabajos de Durero, aquel sueño y las fuerzas del agua nos acompañan.

(Imágenes.-1.- dibujo de Durero al despertarse de su sueño: «al levantarme, por la mañana, pinté lo que encabeza estas líneas«.-imagen tomada de acollidaetsac.blogspot.com/ 2.-Durero.- manos que oran.-1508.-wikipedia)

DIARIOS DE GUERRA


«Esta noche he soñado que pasaban escuadrillas de aviones sobre la casa – escribe Ernst Jünger el 10 de mayo de 1940 -. Por la mañana, en el campo de tiro me enteré de que realmente había habido mucho movimiento en el aire. Se trataba de transportes de tropas con destino a Holanda y Bégica. Con esto la guerra entrará sin duda en una fase crítica, sin que, por otra parte, pueda calcularse todavía cuánto va a durar«.

Es un viernes ese día de mayo. El día anterior Hitler había autorizado la eutanasia con efectos retroactivos a septiembre de 1939, y ese mismo día 10 tiene lugar una ofensiva general de los ejércitos alemanes que ocupan los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo.

Ese viernes redacta su Diario el gran escritor alemán Jünger y ese viernes también toma notas en su Diario el gran escritor francés Julien Gracq del que más de una vez he hablado en Mi Siglo. Los dos avanzan en sus «Diarios de guerra«. Las bombas y los faros nocturnos abriendo abanicos en busca de aviones no impiden esa letra minuciosa en cuadernos- testigo, un silencio de plumas rasgadas bajo la barbarie.

Ahora se publican en Francia, en Editions Corti, los «Manuscritos de guerra» de Gracq, y la escritura de este lugarteniente francés de treinta años desconoce naturalmente que hay otro escritor alemán de cuarenta y cinco años que ese día, quizás a la misma hora, anota los desastres de la guerra. Gracq irá contando el camino zigzagueante de los soldados borrachos, hambrientos y embrutecidos, puesto que la intendencia no consigue seguir las maniobras incoherentes de un comandante desfallecido, y Jünger, por su parte, trazará en su Diario el arco de las batallas y de las resistencias, las confidencias de un espíritu que va guiando a su pluma. «Este «Diario«-dirá el 18 de noviembre de 1941 – se refiere siempre únicamente a una capa determinada de acontecimientos que tienen lugar en las esferas espiritual y física. Lo que nos preocupa en lo más hondo de nuestro ser se escapa a la comunicación y hasta a la propia percepción» («Diario de guerra y de ocupación«) (Plaza-Janés)

La guerra- igual que la enfermedad o la soledad – busca su refugio como tema inmediato entre las páginas de muchos Diarios. Como analiza de modo excelente Michèle Leleu en su estudio sobre los Diarios íntimos, las confesiones volcadas en estos cuadernos de guerra ponen todo su esfuerzo en intentar evadirse de una situación extrema y a la vez procuran defender el recinto de una intimidad. Todo cuanto atenta desde el exterior a la libertad del pensamiento es protegido con palabras y frases de sincera escritura. Ana Frank, Hans Carossa, Theodor Haecker, Jünger, ahora Gracq y tantos otros bajan al sótano de las confesiones personales y allí, bajo el estruendo de las bombas y estremecidos por el paso rítmico de los invasores, procuran buscar su yo tantas veces perdido y al conquistarlo de nuevo encontrar en un cuaderno muchas veces una denuncia, otras un desahogo y en ocasiones la paz.

(Imágenes:-1- Jonathan Wolstenholme.- thomerama/ 2.-estudio de manos.-1506 –Alberto  Durero)