
En una carta dirigida a un escritor amigo, Conrad decía en 1909” : perdóname el tono discordante de esta carta. Mi editor me acaba de enviar las cuentas en las que leo que todas mis obras— son trece— me han proporcionado el pasado año menos de cinco libros de derechos de autor. Esto es lo que enfría ese gozo de vivir que debería arder como una llama en el corazón de un autor y que como un motor de explosión hiciera correr su pluma a treinta páginas a la hora.”
Y en confesiones personales comentaba: “durante los últimos veintitrés meses he escrito 618. 000 palabras, de las cuales 130.000 pertenecen a una novela. Trabajo doce horas, duermo seis y el resto las paso reconcomiéndome al ver cómo transcurre el tiempo y contemplando a los que yo amo. Durante estos dos últimos años no he visto ni un cuadro, no he oído una sola nota de música, ni he gozado un solo momento de una sociedad humana y tranquila. Seis meses he invertido en una larga novela que está casi acabada; más de 57.000 palabras he escrito en otro trabajo ; ¡ no está mal del todo! En cuanto a mí siempre he tenido la impresión cuando trabajaba, de estar agotado, de que mi pensamiento y mi voluntad eran impotentes. Pero tal vez estos días, sin una línea, sin una palabra, estos días de una agonía atroz e insufrible, constituyen también una parte de mi método de trabajo.”
José Julio Perlado

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