TERTULIAS EN LA ETERNIDAD (21) : LA INFANCIA DE TUTANKHAMON

Hoy en la numerosa tertulia que hemos tenido — porque había gran curiosidad por escuchar al faraón— nos ha contado Tutankhamon cosas muy curiosas que él recordaba sobre su tumba. Resulta que dentro de ella se habían acumulado nada menos que 5398 artefactos diversos, entre ellos su máscara funeraria, tronos, arcos de tiro, varios carros desmontados, trompetas, sandalias, comida y vino e infinidad de cosas más. También una daga con una hoja de hierro que, según él, procedía de un meteorito metálico. El egiptólogo Horward Carter, que estaba sentado en primera fila escuchándole y que había catalogado todas aquellas cosas, asentía con la cabeza. También el escritor italiano Manganelli, siempre lleno de preguntas y que casi no dejaba hablar a nadie. Pero al fin quiso desahogarse Tutankhamon con nosotros y contarnos algo de su infancia: nos confesó que él había sido un niño obediente, que fue faraón durante ocho años, y que le gustaban, como a todo niño, los juegos de los patios, a orillas del Nilo, los paseos matutinos y las excursiones en barca. Pero me quitaron de las manos, agregó Tutankhamon, las naves en miniatura y me hicieron monarca. Todos seguíamos interesados su relato.


Mi juego infantil, nos ha añadió Tutankhamon, necesitaba , como ocurre con todos los juegos de niños, minúsculos espacios abiertos, tierra que modelar, piedrecillas… Pero también murallas, techos de madera preciosa, y más adelante hombres adultos que movían abanicos. Sin embargo se empeñaron en vestirme con ropajes rígidos, secos y metálicos, con túnicas luminosas que eran inadecuadas para mi cuerpo porque no se doblaban con los miembros. Yo estaba así muy incómodo. Sólo mucho después entendí para qué servían aquellas ropas, como también entendí los enormes techos bajos que pesaban sobre mi cabeza. Fui entonces vestido de ropajes cada vez más estrechos, me prohibieron, por ejemplo, con pretextos ceremoniales, salir al aire libre o tocar objetos sagrados…Luego vinieron a preparar mi tumba pintores del delta del Nilo, orfebres de Arabia, gente muy experta que fue recogiendo piedras de nuestras canteras. Y después, todo se amontonó allí: literas, caballos de madera, cojines, modelos de naves…Yo me quedé encerrado en las estancias interiores del palacio real, estaba inmóvil durante horas frente a los escultores que me grababan en el metal, ignoraba con qué objeto. Recordaba las figuras esbeltas que disfrutaban del sol por las calles y en ocasiones odié a aquel ejército que preparaba mi sepultura. Pero no me había sido concedida otra suerte y tuve que esperar.

Hubo entonces un largo silencio en nuestra tertulia y nadie pronunció palabra.

José Julio Perlado

Imágenes— wikipedia