TERTULIAS EN LA ETERNIDAD (19) RABELAIS Y EL TEMPLO DEL VINO

Hoy el escritor francés François Rabelais ha querido que bajáramos a un gran templo subterráneo llamado Oráculo de la Botella que está debajo de la eternidad. Yo no había entrado nunca en un templo así, pero todos los que estamos aquí la verdad es que hemos pasado un rato muy agradable visitando este sitio inesperado y tan singular.

El Oráculo de la Botella se encuentra en una isla del mismo nombre que está debajo de la eternidad y que naturalmente no está en ningún mapa y algunos dicen que sólo existe en la imaginación, pero Rabelais nos ha insistido en que eso no es verdad: que existe ese templo subterráneo, nos ha dicho,  pero únicamente hay que tener la paciencia de buscarlo, como así hemos hecho nosotros esta tarde.

Se entra en ese templo, y así lo hemos hecho todos detrás de Rabelais, tras cruzar un viñedo plantado por Baco. Este viñedo da hojas, flores y frutos en todas las estaciones y posee todas las especies de viñas: Malvasía, Moscatel o Anjou. 

Rabelais nos ha encendido su linterna porque no se distinguía todo muy bien, y nos ha contado que aquí el visitante debe comer tres racimos, meterse pámpanos en los zapatos y coger una rama verde con la mano izquierda para dar a entender que desprecia el vino, que lo domina y que lo sojuzga con sus pies. Al salir del viñedo hemos pasado bajo un arco antiguo sobre el que está esculpido el trofeo de un bebedor;  a un lado había una larga hilera de frascas, botellas, pellejos,  barriles, toneles, jarros y pintas antiguas;  en el otro lado había una gran cantidad de ajos, jamones, quesos, lenguas de buey ahumadas y confituras de pámpanos. El arco terminaba en un  tonel hecho de cepas de viñas adornadas con racimos de quinientos colores y formas diferentes. Cerraban la boca del tonel tres hiedras antiguas. Aquí el visitante, nos ha dicho Rabelais,  debe hacerse un sombrero albanés con esta  hiedra y ponérselo en la cabeza. Eso significará que el vino no le domina y que su espíritu está tranquilo y libre de toda perturbación de los sentidos.

Nadie se ha atrevido a preguntarle nada a Rabelais sobre esto. Hemos cruzado este templo subterráneo que está debajo de la eternidad y de este modo  hemos descubierto una vez más un mundo distinto.  Siempre  estas tertulias nos revelan cosas nuevas. 

José Julio Perlado 

imágenes- wikipedia