
Si las entradas, en las ciudades famosas, quedan grabadas en la memoria, esta de Venecia bajo la tormenta salpicada de luces, misteriosa y obsesionante, será para mi inolvidable. Junto a ella, escenas, rincones, tiempos que brillan en Venecia como un fogonazo. Entré un día en San Marcos a las doce de la mañana. Los dos moros de bronce tocaban en ese instante las campanas. Escribir sobre la plaza de San Marcos …: a pesar de ello cada encuentro tiene un significado nuevo y cada ojo humano descubre un signo, sea original o repetido, que conserva todo su encanto. Creo que ha de penetrarse en San Marcos con el espíritu desnudo de turismo. La invasión turística ya se encargará de transmitirnos todo su eco mecánico, artificial y falso. Pero el centro de la belleza, el corazón de lo maravilloso y de lo insólito, debe llegarnos directamente, sin el obstáculo de las prevenciones, como un tiro de gracia: con sorpresa, como un disparo que lanza la belleza al cuerpo. San Marcos, nueva plaza para mi memoria, invadida, alborotada, orquestada por las palomas. Fomentan el turismo estas palomas de San Marcos. Caminan a pasos cortos; con sus patas rojas se amontonan, revolotean, se picotean breve y fieramente en una guerra intestina en busca de los granos de maíz. Es necesario levantar la mano a media altura y no bajarla, no arrodillarse: levantar la palma repleta de granos y sentir en la piel las puntas de estos picos que no hacen daño, que a una velocidad asombrosa devoran los copos sin fallar un solo golpe, con una voraz y consumada maestría. El rumor que acompaña a estos banquetes es únicamente el del aleteo, clásico aleteo registrado en las postales y en las películas: ese volar muy leve, como una onda, como un golpe de viento .
José Julio Perlado

imágenes- wikipedia




































