
He conocido a muchas Holly Golightly. — decía Truman Capote—. No es única. Todos los años llegan a Nueva York un puñado de muchachas absolutamente idénticas a ella. ¿De dónde vienen? Nadie lo sabe. Comienzan a salir. Se habla de ellas en las crónicas mundanas. Se les fotografía. Muchas tienen altura, elegancia, gentes que las acompañan. Y después, de repente, al cabo de pocos meses, se han ido. Desaparecen. ¿Qué ha sido de ellas?¿Han muerto? ¿Se han casado con un dentista? ¿Se han puesto a trabajar en algún pueblo? Nunca se sabrá. Me hacen pensar en esa especie de mariposas que dan vueltas en torno a una lámpara. He escrito “Desayuno en Tiffany’s” cinco veces, como siempre hago con mis obras. Publico poco porque soy un escritor lento. Escribo cada libro cinco veces. Es una costumbre que adquirí a los dieciocho años, cuando escribí mi primera novela “Otras voces, otros ámbitos”. Escribo a mano una primera versión sobre una hoja de papel amarillo, después otra segunda versión en una hoja depapel verde, incluso si debo cambiar una sola palabra en el primer texto. Vuelvo a copiar esta segunda versión en una hoja de papel azul. Al fin lo paso a máquina sobre una hoja de papel amarillo, y lo dejo reposar a veces durante muchos meses. Después vuelvo a leer el manuscrito que he escrito y si tengo que hacer algunas correcciones a mano las hago sobre la versión mecanografiada, y la vuelvo a escribir una última vez en papel blanco y al final todo está hecho.
José Julio Perlado

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