EL HÉROE QUE SURGIÓ DEL FRÍO (2)

Tracemos ahora un arco, ganemos tiempo. Este arco desciende hasta las lindes de nuestra época. Nuestra   época no oculta a ningún Lazarillo ni esconde a ningún Cid; el héroe que ella descubre es un personaje normal y banal, enterrado en un pulgar paisaje. Dos ejemplos: el héroe puede llamarse Bloom y ser un pequeño agente de publicidad extraído de la vida de Dublín; el héroe puede llamarse Maigret y ser  un sencillo policía destinado en París.  Entre los dos se abren las diferencias de un tono y de una calidad literarias;  pero a los dos les une un relevante detalle: son simples  individuos, cuyas vidas alcanzan lo epopéyico precisamente a través de lo insignificante.

Lo insignificante, ése es el secreto. Este siglo ha tenido que transformar la rutina en hazaña, la nimiedad en leyenda. No hay más que contemplar al héroe de Joyce: un ciudadano despojado de gloria. Ofendido y humillado,  llevando en andas su destierro, Bloom atraviesa Dublín entreabriendo sus calles: lo absorbe y se lo traga. Lo banal le rodea: ese día en Dublín nada ha pasado:  buen tiempo en la mañana, tarde calurosa y lluvia nocturna; se han anunciado rebajas de verano, y en el teatro se presenta una ópera: tal puede ser una jornada anónima de una ciudad cualquiera. Ante Maigret, la impresión será idéntica. Si alguien pregunta dónde encontrar lo insólito, el policía habrá de contestarle:  soy la simplicidad; un empleado en medio de empleados, una pipa, la manía de atizar la estufa, horario de oficina, zapatos pesados, un abrigo con el cuello de piel. Es la epopeya de la monotonía. Maigret sueña con el retiro, Blooom con una casa en las afueras;  Maigret tiene como escudero a su esposa, Bloom es el escudero de su mujer.

Sobre todo, los dos personajes son reales. La épica moderna ha prescindido de lo grandioso para dar paso a lo verdadero: un realismo tremendo en París y en Dublín. Nos  hemos alejado de lo sobrehumano, de lo sagrado, de lo increíble; nos hemos alejado de lo invencible. Ese hombre que pasa puede ser oprimido o engañado, sentirse insatisfecho o caer en el ridículo. No   importa. Todo eso no le impide ser héroe. Se encuentra solo;  burlón o taciturno, aspira a conseguir el heroísmo en la trivialidad.

José Julio Perlado

l

imágenes- wikipedia

Sin categoría

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.