LOS RETRATOS DE ZULOAGA

Para Zuloaga, — decía el historiador Lafuente Ferrari — el retrato no se agota en la representación del personaje. Todo retrato lleva consigo, primero, caracterización, o sea acentuación de lo individual; segundo, simbolización, suma de notas que, asociadas al retrato mismo, pueden darnos idea de la proyección de su personalidad sobre el mundo, de sus pre- ferencias o su fisonomía social; tercero, composición, o sea valor puro de la pintura, relación de la figura con el fondo y unificación total del retrato en un esquema que lo convierta propiamente en cuadro.
La caracterización comprende, pues, la operación que el pintor realiza para extraer del modelo aquellas notas que expresen mejor su carácter, aún a costa de eliminar otras se- cundarias; en el carácter entran, no solamente los rasgos de parecido, sino los de gesto, mirada, acción, etc. Segundo, simbolización: la calidad especial del hombre o de su vida, su valor social, ha de aludirse en lo secundario, es decir, en la indumentaria del personaje, en las cosas que le rodean, en el paisaje del fondo …Tales notas actúan muchas veces como de refuerzo para caracterizar ai personaje.


Los espectadores o los modelos de Zuloaga sentían siempre que, de una manera misteriosa, el artista transfundía en sus efigies una vida poderosa e imperativa, en la que se insertaba algo de la fuerte personalidad y de la intensa energía del propio artista. Por otra parte, Zuloaga otorgaba a sus modelos una cierta grandeza de representación, una monumentali- dad de forma que, animada por la fuerza y la vida, suele hacer de sus retratos algo inolvidable. Ante sus modelos el pintor se sentía siempre tentado a eliminar notas del complejo individual.

Para Zuloaga — sigue diciendo Lafuente Ferrari — el carácter lo es todo; a ese carácter sacrifica detalles, rasgos y delicadezas, y, en cambio, subraya con atroz energía, gesto, acción y mirada. La mirada sobre todo. Se dijo que Zuloaga era el pintor de los ojos; pero esos ojos no nos invitan a penetrar en un alma, sino que nos imponen su personal y peculiar carga de fuerza. Carácter y vigor expresivos son, pues, para Zuloaga las notas que interesan en un retrato. Por ello, hasta en sus más lánguidos, exquisitos y delicados modelos femeninos, como la Condesa de Noailles, nos ofrece, como notas capitales, no el abandono ni la refinada negligencia, sino la tensión vertical de su erguida cabeza y la mirada profunda de sus grandes ojos negros de oriental, de enigmática penetración.

José Julio Perlado

Imágenes- 1-zuloaga – Valle Inclán / 2- Zuloaga- el enano Gregorio el Botero- Museo de l Hermitage/ 3-Zuloaga- autorretrato/ 4- Zuloaga- Condesa de Noailles)