SOBRE FAULKNER

 En el “William Faulkner”, de Millgate, hablando de sus dos libros mejores para él, “El  ruido y la furia” y “Luz de agosto”, y comparándolos con otras obras suyas, Faulkner dice: “ Un día pareció como si se hubiera cerrado una puerta para mí y todos los teléfonos y direcciones de las editoriales”. Me dije: “Ahora puedo escribir:  ahora puedo hacerme un florero como el que aquel viejo romano mantenía al lado de su cama y lentamente consumía el borde besándolo. Así yo, que nunca había tenido una hermana y fui condenado a perder a mi hija en mi infancia, me dispuse a crear una niñita hermosa y trágica.” Y prosigue Millgate: “la niña fue Candy, la heroína de “El ruido y la furia”. Faulkner declara también que “El ruido y la furia” es la única entre las novelas que tenía entonces terminadas y ello se debía a que él la había escrito sin ninguna sensación de obligación o esfuerzo, sin ningún sentimiento interior de cansancio, alivio o disgusto. Cuando la comencé no tenía plan alguno. Ni siquiera  estaba escribiendo un libro. Sólo pensaba en libros o publicaciones de una manera negativa, diciéndome que no debería preocuparme si las editoriales aceptarían el texto o no. Únicamente “El ruido y la furia”, dice Faulkner,  me proporcionó “esa emoción definida y física y sin embargo difícil de describir: ese éxtasis, esa ávida y jubilosa fe y anticipación de la sorpresa que la inmaculada  hoja mantenía esperando ser desencadenada”. Una vez rechazada y al fin admitida por los editores, Faulkner vuelve a caer en la tentación de especular sobre los libros como posibles fuentes de ingresos y escribe “Santuario” en unas tres semanas, que bien pudieron ser cinco meses. Pero sin esa sensación vivida al escribir “El ruido y la furia”. Esta novela se vendió  mal en una época en que Faulkner estaba muy necesitado de dinero para mantener a su nueva familia,  aunque hubo críticos que la acogieron calurosamente.

 “Por ser artista — decía Faulkner— entiendo a cualquiera que ha tratado de crear algo que no se encontraba allí antes, sin otras herramientas y materias primas que aquellas, no comerciales, del espíritu humano.”Declaraba asimismo que el artista siempre tiene que fracasar en su esfuerzo por llegar a la perfección, pero “aún el fracaso es meritorio y admirable, siempre y cuando el fracaso sea espléndido,  inalcanzable y sin embargo valioso, ya que es el sueño de la perfección. Tal vez lo que necesitamos es un puñado de mártires pioneros que entre el éxito y la humildad, opten por lo segundo.”

José Julio Perlado

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