NECESIDAD DEL ASOMBRO (4)

Hace años escribí en un libro: “Ese hombre, como todos los hombres, va a morir; va a morir por primera y última vez”. No me acostumbro a ello.  Me lo repito continuamente. Aunque  fuera en diferido, los disparos siempre son definitivos porque esa vida es única e irrepetible y el cuerpo de la venda cae doblado sin poderse sustituir. El asombro, sin embargo, nos tienta en la pantalla con el siguiente anuncio de líneas aerodinámicas de un automóvil. Nos  tienen necesariamente que tentar con la sorpresa porque la publicidad sabe que nos estábamos quedando adormecidos con tanta muerte. Se nos sacude entonces con los objetos deslumbrantes ya que al parecer los sujetos repetitivos y sangrantes — quizá sólo por ser repetitivos —nos provocan sopor. Entonces pasa y vuelve a pasar el objeto iluminado y musical desde todos los ángulos insólitos y se deja ver, mirar y admirar  cuantas veces sea necesario hasta que lo consumamos en vida antes de que la muerte llegue. Cuando la muerte llega de nuevo en la secuencia siguiente del noticiario — ese tanque, por ejemplo, que está aplastando al niño inocente—no sabemos si ello es realidad o ficción, tan maquillada aparece la realidad con su disfraz de afeites. Exclamamos entonces, ¡ qué horror! pero estamos en el segundo plato y continuamos masticando nuestra cena de horrores. La vida sigue. 

 José Julio Perlado

imágenes. – wikipedia