
En Gernika vimos el famoso roble debajo del cual se reunían las Juntas —anota en su Diario de 1921 el escritor catalán Marià Manent —Nada más queda el tronco muerto, todo carcomido, que se conserva dentro de una gran vitrina. Hay, cerca del lugar donde se alzaba el árbol tradicional, un roble, ya muy corpulento, renuevo lozano del roble histórico, y un vivero de pequeños rebrotes, nietos y bisnietos gloriosos por su ascendencia, que crecen destinados a las colonias vascas de América. También vimos el archivo, donde se guardan las Leyes de Vizcaya, y continuamos la excursión hasta la isla de Txatxarramendi. La rodea un hermoso paisaje marítimo, dentro de una gran bahía, donde la Ría desemboca. En la costa, montañosa y verde, hay una densa vegetación de encinas y maleza.

Después del almuerzo, ya había pleamar y toda la isla estaba rodeada de agua. Balandros blancos, con marineros blancos y muchachas blancas surcaban el agua resplandeciente. Las olas del Cantábrico forman líneas perfectas de medio kilómetro de longitud: una especie de columna móvil y regular de espuma. Avanzan en sucesión,, como en orden de batalla. Txatxarramendi da una impresión de grandeza si se recuerda, por ejemplo, el primor más preciosista de las playas de Santa Cristina de Lloret, pero aquí he echado de menos la majestad graciosa de nuestros pinos. Llegamos a Gorlitz al atardecer. El agua tenía matices verde claro y ópalo y el sol rojo se ponía bajo nubes horizontales.”

Imágenes-1- Txatxarramendi/ 2- Gorlitz / 3- Gernika- wikipedia