
La danza consiste — escribía Adolfo Salazar—en una coordinación estética de movimientos corporales. Movimientos corporales existen en determinados trabajos del hombre: por ejemplo, el movimiento cadencioso de los remeros, la curva airosa de los segadores, y el ritmo de los aventadores de la mies. El de los trabajadores del cáñamo o del lino contiene en sus grandes líneas plásticas elementos que pueden ser incorporados a la danza. Pero solamente en eso.
La danza recoge los elementos plásticos, los grandes gestos o grandes posturas corporales y los combina en una composición coherente y dinámica. El hombre realiza esa ‘construcción’ plástica inspirado por sentimientos de orden superior. El espíritu que sopla en toda forma de arte sugiere sus combinaciones de gestos, y la armonía total viviente hace de la danza una obra categóricamente artística. El hombre que danza o que contempla la danza lo hace sumergido en el estado anímico que se entiende como sensación estética o sensación de belleza.

La danza es es una creación de belleza y es valedera por sí misma como obra bella;: o es utilizada por el hombre que danza, o por los demás hombres que delegan en él, con el propósito de exaltar el trance del espíritu, anegado por la emoción religiosa y por la actualización de potencias vitales como el amor, la alegría y el entusiasmo. El hombre danza por los mismos motivos que canta. Si canta en alabanza de los dioses, danzará también en su honor. Si canta para expresar un estado íntimo de sentimientos, danzará a la vez con ellos: hay cánticos y danzas de lamentación; se canta y se danza en el júbilo amoroso y en la desolación de la muerte. El estilo cambia, las maneras y los modos cambiarán apropiadamente : pero el principio estético es el mismo.
Los grandes principios en que se basa la danza son idénticos a los del canto: el que estipula la lentitud o la rapidez de cada movimiento en el tiempo, el desenvolvimiento en el gesto, y el dinámico, que determina el modo de actividad muscular con que los gestos se suceden unos a otros, su fuerza; ambos principios, bajo el dictado del ritmo: ritmo musical y ritmo plástico.
Pero en la danza existe un principio esencial desconocido a la Música y es la construcción de los movimientos en el espacio. La coincidencia de determinados gestos con determinados giros musicales ha hecho que se denominen a éstos como ‘gestos sonoros’. Por ejemplo, la elevación de los brazos en la imploración o en las lamentaciones, la ondulación del busto en los ritmos pequeños o la elevación de piernas y brazos en los grandes ritmos exultantes.
José Julio Perlado
