
Los escritores deberían aprovechar todas las oportunidades de aprender cosas sobre las profesiones de otras personas— aconsejaba Patricia Highsmith —, ver cómo son sus cuartos de trabajo, oír de que hablan. Variar la profesión de sus personajes es una de las tareas más difíciles con que se enfrenta un escritor cuando ya ha escrito tres o cuatro libros, cuando ya ha utilizado las pocas profesiones de las que sabe algo. No son muchos los escritores que una vez se dedican de lleno a esta profesión tienen la oportunidad de aprender cosas sobre otros tipos de trabajo. En una ciudad pequeña de esas donde todo el mundo se conoce ,la cosa puede resultar más fácil. Puede ser que el carpintero le permita al escritor, y le acompañe,a hacer algún encargo.

O un amigo abogado tal vez le dejará estar presente algún día en su despacho y que pueda tomar notas. Una vez tuve un empleo durante la temporada alta en unos grandes almacenes. Era un escenario caótico, con sonidos de gente y con un ritmo nuevo bastante frenético, pero era un manantial inagotable de pequeños dramas que uno podía observar en los clientes, en los compañeros y los directivos que eran muy engreídos. Ese escenario nuevo y con ese horario nuevo fue para mi de gran provecho para mis obras. El escritor debe observar bien todos los nuevos escenarios que se le presenten, tomar notas, sacar partido de ellos. Lo mismo cabe decir de los pueblos, ciudades y países nuevos, o incluso de calles que nunca ha visto antes. Una calle miserable en alguna parte, llena de cubos de basura, chiquillos y perros vagabundos es tan fértil para la imaginación como una puesta de sol en Sunión, donde Byron grabó su nombre en una de las columnas de mármol del templo de Apolo.

Imágenes- 1- carpintería en La Habana/ 2-comercio al aire libre en Butsuana- 3- wikipedia