Cuenta Alberto Manguel que había leído en Alfred Jarry  cómo la llamada Isla Musical es muy renombrada por su extraña flora de instrumentos arcaicos que crecen en las plantaciones protegidas por cercas de bambú. 

El órgano a vapor  lo trajo a la isla San Cornelio de Copiégne. Todavía se oyen en el órgano los acordes del contrabajón, la zanfoña, la gaita, el serpentón , el bombardino y otros más.

La sonoridad atmosférica de la isla se regula con termómetros llamados “sirenas”. En el solsticio de invierno, se puede escuchar desde el maullar enfurecido de un gato al zumbido de una avispa o el de una mosca. Los cielos también ejecutan música para deleite de los visitantes. Por las noches Saturno cascabelea un sistro contra sus anillos;  al amanecer y en el ocaso , el sol y la luna se golpean y resuenan como címbalos. El Señor de la Isla, sentado en un trono perfumado de arpas, escucha un coro de tronos, dominaciones y potestades que cantan: ¡“Bebamos día y noche!” . Su estribillo, con el cual saluda a los visitantes, es el sonsonete: “Feliz aquel que se deleita con el sonido de los címbalos  en la colina donde mora. Se despierta solo en paz y en su lecho y jura que jamás revelará al vulgo la secreta fuente  de su felicidad”.

Imágenes- 1- isla de la Gaiola- Italia/ 2-isla de Howland – Océano Pacífico/ 3- sentinel del Norte- andaman/ 4- isla de Izu- Japón)