
Llevaba años pensando en “Lohengrin” — contaba Wagner en sus Memorias — sin conseguir encontrar la forma apropiada y ésta se le presentó un día de repente con una inspiración ya madura. “Apenas había entrado en mi baño hacia el mediodía — decía Wagner— cuando el deseo de componer ”Lohengrin” se apoderó violentamente de mí. Incapaz de pasar una hora entera en el agua, salté fuera de mi bañera al cabo de pocos minutos y tomándome a duras penas el tiempo de vestirme, corrí como un loco a mi cuarto para arrojar sobre el papel lo que me oprimía”.
Igualmente un escritor francés del siglo XX confesaba: “el relato que voy a hacer ahora está atravesando mi garganta desde hace más de un año y me pesa sobre el pecho. Es tiempo de librarme de él”.

Son dos movimientos distintos de la inspiración, de los muchos que hay, movimientos ocultos que esperan el instante de la bañera en Wagner o la opresión literaria en el pecho del escritor. Son movimientos entremezclados siempre con un trabajo subconsciente o consciente del artista, movimientos que caminan con él por los pasillos y por los campos, también por sus sueños, y que se apropian de las lecturas que está haciendo y de todo cuanto ve en torno suyo porque todo lo aprovecha, inspiración y trabajo se unen y quedan fundidos en la célebre y sabia frase : “cuando venga la inspiración que me encuentre trabajando”. Pero aquí hallamos dos palabras interesantes: Wagner dice : “arrojar” sobre el papel; el escritor francés a su vez confiesa: “librarme” de él. Ambos, en el fondo, están deseosos de volcar inmediatamente lo que desde hace tiempo llevan dentro. Quieren vaciarse, quieren liberarse. Es el fruto de su presente trabajador. Luego vendrá el trabajo siguiente, la inspiración siguiente. Y eso será ya su futuro. en donde tendrán que volver a empezar como si fuera el inicio de todo, como si nunca hubieran compuesto ni escrito.
José Julio Perlado

( Imágenes – 1 primera representación del “Anillo del Nibelungo”1876- wikipedia /2 Sueo Tacano / 3 Wagner- wikipedia)