
Entro en este despacho italiano en donde el periodista veneciano Alberto Sinigaglia, sentado a pocos metros de Italo Calvino, le pregunta al autor de “Las ciudades invisibles“:
– ¿El mundo será aún capaz de fantasía?
Calvino está un poco fatigado. Estamos en 1982. Faltan tres años para que el escritor fallezca.
-¿La imaginación al poder? A mí me parecía que era un eslogan muy hermoso. Pero pensando un poco en todo ello, el secreto está en que la imaginación no tome nunca el poder, es decir, no se transforme en palabra de orden, no se transforme en programa obligatorio. La imaginación, la fantasía, la creatividad de la que tanto se habla, deben de contraponerse a un elemento incluso de rutina, de algo predecible, que haga que la vida se pueda vivir.